La temática de los medios venezolanos

Hay que confesarlo sin ningún pudor. Es imposible, por múltiples motivos, no sentir vergüenza al tratar este tema, pues para el que desconozca los medios venezolanos, para un extraño a ellos, es más factible que no sea creíble lo que se expondrá, de tan alejado que está de la razón. Resulta, y se verá con el desarrollo de estas letras, mucho más fácil pensar por lo grotesco de lo que dibujaremos, que mentimos, porque no es sencillo atribuirle veracidad a lo que reseñaremos sino en una sociedad donde la candidez es ilimitada. Pero, así es. Aquí goza de mayor credibilidad el Pinocho más tosco que la persona moderada y seria. La verdad y la mentira lo serán según de donde provengan.



En este momento los medios de comunicación, entre las matrices que están tratando de imponer, la de crear en la opinión pública la sensación de la posibilidad de que se le retire a los padres la patria potestad de sus hijos, es una. La historia no tiene antecedentes de esta naturaleza, sino en Esparta hace ya muchos siglos. Sin embargo, eso no se considera. Ante la cámara por ejemplo, entrevistador y entrevistado sueltan con impudor las mayores ridiculeces Esto que ninguna persona normal puede calificar sino como un disparate, se plantea como si fuera una realidad pronta a imponerse en el país. Como un peligro inminente para los padres.



Basta que alguien manifieste su desvarío con el mejor disparate que estime al uso del momento, para que de inmediato surjan otros para recrearlo. No se busca sino generar alarma para inquietar, crear escándalo para agitar. Se procura a través de la zozobra, que el gobierno trastabille y caiga. No han logrado aún aprender de sus errores, pese a todos los golpes que se han dado, y así siguen degradándose y, lo que es peor para ellos, afirmando sólidamente a quien quieren tumbar.



Uno de estos granujas tan abundantes en Miami, lo denunció en una emisora del lugar leyendo -mientras destacaba para sus oyentes por su tono, su asombro y su indignación-, el anteproyecto que se estaría discutiendo en la Asamblea Nacional. Pero, luego, él u otros, cuando difundieron en Venezuela el texto del mismo, los muy torpes enfatizaron esa, su sobrada condición oligofrénica, al no percatarse que al destacar en lugar de estado, que es el término usual en Venezuela de la división administrativa, el vocablo provincia, que tiene muy distinta significación, mostraron su espuria autoría.



No ha faltado quien dijo que se llevarían esos niños y adolescentes para Cuba. Esto que es un desatino, se escucha, se ve y se lee en los medios de este país. Goebbels, del cual son fieles admiradores, les habría reprobado porque él había recomendado “repetir mentiras cien veces”, pero mentiras bien elaboradas, que tuvieran alguna credibilidad, no esas esperpénticas mendacerías que elaboran acá.



Como Cuba es un comodín en la política, al mencionarla es suficiente como crítica negativa, suple la carencia argumental. La Isla tiene que estar en todo discurso que se precie de pugnaz. La patente opositora se obtiene atacando siempre a Cuba. Cuba es responsable de sequías y de inundaciones. Si un niño amanece resfriado o con gripe, jure que el día anterior un cubano le hizo mal de ojo.



Una persona normal se preguntaría, para qué se puede querer llevar niños a Cuba. Pero, alguien lo lanzó y hay que continuarlo. Y es a partir de ahí que los ecobobos lo comienzan a repetir sin caer en la cuenta de lo absurdo y loco que sería intentar una barbaridad como esa, puesto que la cantidad a trasladar doblaría la de población cubana, que tiene alrededor de 11 millones de habitantes. Esa es la cifra de los venezolanos que perderían su patria potestad. Es obvio que difundir este bulo es grave; pero lo es mucho más que haya quienes lo den por cierto. Porque los medios no emiten aquello que saben que no será creíble. Y hay aún gente que se lo cree.



En esta locura desatada han puesto a dirigir las notarías a funcionarios cubanos, que son también de esa nacionalidad, quienes dan las órdenes a los militares en los cuarteles; y los que tienen bajo su responsabilidad el organismo encargado de la identificación de las personas. El conductor de un espacio donde lo falaz es lo normal, afirmó que el primer y segundo anillo de seguridad de Chávez estaba constituido por personal cubano. Uno termina encontrando un cubano, si es que le da fe a lo que afirman los medios, hasta en la sopa.



Es tanta la perturbación que hasta personas que se tenían por serias, intercalan su necedad entre tanto disparate. Es así que un señor con más de 30 años en la educación, afirmó que el gobierno trajo a Armando Hart, para que entrenara a una educadora venezolana, hoy diputada, en lo que debería ser el programa educativo de la nación. Hart fue invitado por el gobierno para homenajearlo, y su visita no pasó de las 48 horas, tiempo muy escaso para el desarrollo de esa actividad sumamente compleja.



No se quedó ahí, este educador. Aseveró también que el ¡82! por ciento de los supervisores en la educación, son de esa nacionalidad. Salvo que sean mudos, jamás al oír a un cubano se lo podría confundir con un venezolano. Lo mismo es con el venezolano, respecto del cubano. Los cubanos están en todas partes, pero nunca han dado un nombre que permita fundamentar su denuncia identificando un individuo. Uno solo de esos miles que dicen.



Por lo que vemos, y no le arrendamos la ganancia, el que sí tiene un problema bien grave, es el presidente Chávez, pues con esta oposición no saldrá del gobierno ni queriendo. Su permanencia la consolida mejor que sus partidarios, la oposición. Es que esta, ¿no será que también es chavista?

roosbar@cantv.net



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Roosevelt Barboza


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