Hay disciplinas de ejercicio humano de una trascendencia tal, que no pueden restringirse a esquemas decadentes de exclusiva pertenencia, a menos de tomar riesgos de parecer ignorantes de vacuo entendimiento o sumisos prosaicos ante las mal desviaciones históricas. Allí contenido está, estimado periodista, que el periodismo por su conceptual carácter de profunda sensibilidad, es el motor que hilvana el acontecer social del mundo. Entonces no es propiedad de nadie, ni de élite alguna, muy apreciado fablistán. Es como si se quisiera desprender a alguien del análisis de un hecho social, porque eso dizque le toca al sociólogo. Habrase visto mayor contrariedad, muy valorado comunicador. Por supuesto considerado periodista, que muy profundamente ha de respetarse su también respetado título que lo licencia para tal fin, y que a lo mejor posa en su estudio a recuerdo de las pestañas quemadas que se suelen remembrar en estos casos. Pero sirva, admirable comunicador social, estimar que esa licencia, no es el impedimento que permite coartar a nadie la posibilidad de realizar actividades ligeramente ligadas al periodismo activo. Fue José Ignacio Cabrujas el célebre exponente de esta inquietud. Y mire como son las cosas valorado periodista, qué personaje más ligado a la comunicación de todo tipo y manera. Porque es que, aunque haya tareas, que por razones de índole jurídico-profesional son de exclusivo ejercicio del titulado, se entiende muy estimado fablistán, que la tarea comunicacional es de todos. Por eso, tal vez se podría combatir el ilegal ejercicio. Aunque también se podría dar la lidia contra el ejercicio innoble, que es tal vez mas frecuente. Porque a veces, vibrante reportero de diarios aconteceres, se quiere combatir ese ejercicio ilegal poniéndolo como parabán a algunas mediocridades, que por gracia no son muchas. Y lo peor, distinguido hombre de noticias, es que frecuentemente el ejercicio combatido, supera con creces al que muestra quien lo combate. Entonces hay que usar el arma de combate al ejercicio ilegal mas como objetivo que como procedimiento que es lo que se ha hecho, estimado fablistán. Es decir ir al problema y no usarlo para descalificaciones generales. Y como se dice una cosa, también hay que decir la que no conviene, y es que el comunicador muestra en lo inmediato de su diario trabajo, los dotes o insuficiencias que posee. Por eso la prepotencia aquí es severamente nociva. Vea considerado comunicador que los más insignes colegas suyos, han sido los más humildes ciudadanos alejados de la licencia, pero jamás de las pestañas quemadas. Y agárrese de allí muy estimado fablistán, para evitar en estas fechas que son muy de usted, la postura de una torta rodeada de connotados parlanchines con noticias trasnochadas.
(*)Ing. geólogo
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