“Deja que ladren, Cuba. Ya dejarán de ladrar, cuando vean esfumarse los fantasmas que inventaron para poder ladrar.”
Una vez más los tambores de la propaganda mediática tocan desenfrenadamente la melodía de vindicta contra Cuba. Parece que quieren cobrarle bien caro su osadía de existencia digna durante medio siglo pese a los designios del edicto imperial de los Estados Unidos que proclamó su destrucción y muerte desde el mismo nacimiento de la triunfante Revolución Cubana. Es un viejo ejercicio que se inició desde aquellos días cuando apenas estaba en su cuna. Este toque a rebato ha proseguido con mayor o menor virulencia teniendo como leit motiv hechos reales o inventados, interpretados y argumentados según la más tergiversadora alquimia de una infamia que no ha reparado en ningún límite o frontera moral. ¡Suerte que hemos tenido que así haya sido!
Lo más notorio y significativo de este fenómeno mediático es que detrás de esa bola de trapo, o globo gigantesco de mentiras grandes y pequeñas, se han ido también “ilustrísimas” instituciones representativas como el Parlamento Europeo y la ralea de políticos y personajes reaccionarios de varios países, incluyendo primeros magistrados de destinos perecederos de pompas de jabón. Lo más lamentable, es que también se han hecho eco de la vil campaña de calumnias, personajes confundidos, arrepentidos o cansados que, con sus opiniones de matices variopintas, le añaden más leña al fuego. Estos oráculos “neutrales” se muestran incapaces de discriminar, en medio del vendaval, los cuatro puntos cardinales de esta estrategia imperialista en un mundo convulso y en conflicto. ¡Ellos deben saber quienes son, y los pueblos también!
Para todos los que en estos momentos vomitan lo peor que sus conciencias de amaestrados les dicta, debe quedar claro que la suerte de Cuba no la han decidido ni la decidirán jamás, porque el país no les debe su independencia plena frente a los Estados Unidos y a cualquier potencia extranjera; ni les debe la libertad conquistada frente al régimen sanguinario y pro-yanqui al que derrotó la Revolución; ni les debe la solidaridad brindada a muchos pueblos en ejercicio soberano de una generosidad sin par en el mundo contemporáneo; ni les debe la obra creadora y fecunda de una sociedad mucho mejor, aunque perfectible, y que hubiera sido mejor y mayor si no hubiera sido por el acoso criminal que ha debido sufrir.
En todo este escarceo hay mucho de ladridos de jauría, y se les puede responder con una frase del Quijote: “Deja que ladren, Sancho”, o con unas frases de Martí en el sentido de que no llegan lejos o al final del camino, quienes prestan atención a los ladridos de los perros que les salen al paso.
Sin embargo, la noticia que debería inundar los medios de prensa y las declaraciones objetivas y bien fundadas e intencionadas de cuantos opinantes quieran interesarse por Cuba, sería la relacionada con la actual realidad política que vive el país con motivo del proceso para las elecciones municipales del próximo abril.
Terminado el proceso de nominación de candidatos para delegados a las asambleas municipales, debía destacarse que, a pesar de tanta alharaca para prohijar a la disidencia y a la contrarrevolución, no han logrado los enemigos de la Revolución ninguna nominación de personajes de sus filas para tales comicios, no porque se lo impida ninguna autoridad gubernamental ni jurídica, sino, simplemente, porque esos disidentes son grupúsculos minoritarios y, por lo tanto, jamás han alcanzado ni alcanzarán una mayoría para tal nominación y menos para lograr la elección, en sus lugares de residencia.
De la fase del proceso elector recién terminado cabe destacar los siguientes datos irrebatibles. Para la elección de los 15 093 delegados que integrarán las asambleas municipales del país, se efectuaron 59 907 asambleas de nominación, en las que participaron 7 400 000 electores, o sea, el 86,84 % del electorado. Eso significa que como promedio estas asambleas barriales de nominación contaron con un promedio de 120 electores, con cifras menores o mayores según el programa establecido en las circunscripciones electorales. El número de candidatos nominados a nivel nacional fue 34 761, entre los cuales se elegirán los 15 093 delegados.
Datos que complementan el proceso de nominación son los siguientes: Un 60,9 % de los nominados son actuales delegados; 35,76 % son mujeres; 41,3 % son negros y mestizos; 75 % son de edades hasta 50 años y 22,2 % son jóvenes hasta 35 años.
Debe destacarse algunos elementos cardinales de la ley electoral cubana en relación con estas elecciones municipales.
En primer lugar, que en cada circunscripción tienen que nominarse como mínimo 2 ciudadanos, y pueden ser 3, 4 y hasta ocho, entre los cuales, en el día de las elecciones, mediante el voto secreto y directo, se elige el delegado de la circunscripción, que debe contar para ello una votación superior al 50 % de los votos válidos emitidos.
En segundo lugar, que las propuestas de nominación en cada asamblea efectuada se hacen sin intervención del Partido, que las mismas salen de la opinión espontánea y natural de cualquiera de los vecinos, quien fundamenta las razones para proponer a su representante y, además, se requiere de la aceptación voluntaria del propuesto. En cada asamblea pueden proponerse de uno a varios ciudadanos y luego, con el voto a mano alzada se elige al representante de esta pequeña asamblea de aproximadamente un centenar de electores.
En tercer lugar, que los propuestos deben ser vecinos residentes en el área donde se desarrolla la asamblea o dentro del área de la circunscripción; se trata, por lo tanto, de personas que son conocidos de ese territorio electoral por su actuación y méritos personales y sociales.
Hoy que la disidencia y la contrarrevolución parece encontrar tanto apoyo en el exterior por gobiernos, prensa, organizaciones y personalidades reaccionarias, hay que destacar lo irrebatible: la poca significación que tienen en el interior del país, incluyendo la ninguna relevancia en el ejercicio democrático establecido en el país.
Y es que los adversarios de la Revolución Cuba, tanto dentro como fuera del país, han estado unidos, desde su estado embrionario, por un cordón umbilical a los Estados Unidos. Su enfermedad mortal, desde el punto de vista político, ha sido vivir posesos de la yanquimanía más servil, han vivido delirando por la anexión física e ideológica a la potencia del Norte, y han estado dispuestos a la traición a la patria y a actuar como mercenarios y quintacolumnistas del imperio que los azuza, protege y paga. Con tales adversarios a la vista de la opinión pública del pueblo cubano, es explicable que jamás caiga en el error de poner en tales manos su confianza, y jamás levante su mano para proponer o apoyar tal espécimen de vendepatria.
Fidel ha argumentado el carácter democrático de este modelo eleccionario de la manera siguiente en su Conversación con Tomás Borge en el libro “Un Grano de Maíz”: “Nosotros concedemos, no a los partidos, sino a los ciudadanos, la facultad de postular…la facultad de elegir. No puede haber un camino ni puede haber un procedimiento más democrático…y podremos decir con todo derecho que es el procedimiento más democrático que existe en el mundo.”
“Esto, desde luego, presupone el apoyo de la mayoría y lo hicimos desde que elaboramos la Constitución, el hecho de que los vecinos postularan y eligieran. Esto supone el apoyo de la mayoría. Si la mayoría estuviera contra la Revolución, por este procedimiento la Revolución pierde el poder…”
En fin, esta es la mayor suerte que ha tenido la Revolución Cubana para mantenerse imbatible en el poder, que ha tenido Cuba para mantener su independencia, su soberanía, la unidad del pueblo y la revolución victoriosa, mantener en sus filas una inmensa mayoría entre sus defensores y adeptos para librar cuantas batallas sean necesarias. Y eso lo ha demostrado el actual proceso eleccionario que se lleva a cabo en el país, en forma democrática y con un apoyo inmenso a los representantes verdaderos del pueblo. Y con un rechazo y repudio a los representantes de las marionetas mercenarias que no son más que lamebotas y besalospiés de Estados Unidos y otras potencias europeas.
En conclusión, ante el escarceo mediático se puede responder al estilo del Quijote: “Deja que ladren, Cuba. Ya dejarán de ladrar, cuando vean esfumarse los fantasmas que inventaron para poder ladrar.”
wilkie.delgado@sierra.scu.sld.cu