No deben hacerse análisis políticos, serios y provechosos, si estos no realizan una caracterización de clase que permita determinar el programa, las propuestas inmediatas y los objetivos históricos de los factores políticos en cuestión ya sean partidos, movimientos, grupos o individualidades.
Desde esa concepción científica de la política hablar de la oposición venezolana es hablar de una amplia alianza de factores políticos disimiles en métodos, enfoques y dinámicas; es hablar de un heterogéneo grupo de partidos, movimientos e individualidades con distintos niveles de desarrollo político y de vinculación con las masas pero que tienen, casi en su totalidad, como factor común su imperialismo a toda prueba, ser representantes y operadores políticos de la burguesía parasitaria venezolana y estar además comprometidos de facto y por herencia con el oprobioso pasado reciente que nació como traición a las luchas populares que derrocan a Marcos Pérez Jiménez y que se continuó hasta el año 98 cuando el pueblo derrotó por vía electoral al pacto de Punto Fijo devenido en bipartidismo adeco-copeyano.
Sí vamos hablar de análisis y caracterizaciones de clase, a la oposición venezolana degenerada en el más burdo “oposicionismo”, que además ha dejado boquiabierta a buena parte de las oligarquías latinoamericanas por su incompetencia, debemos entender, como ya se señaló arriba, que esta representa una heterogeneidad de capas sociales pero que casi todas están alineadas en la defensa de los intereses del imperialismo y de las burguesía parasita nacional bien sea por su pertenencia directa a esta o por ser “beneficiaria” de la misma.
A lo interno de la oposición parecer ser que toda el debate se circunscribe a determinar quien representa más a la vieja guanábana (AD-Copei) o quienes se presentan como los héroes del futuro sin nada que ver (solo en apariencia) con ese pasado, de los sectores de la pseudo-izquierda en la oposición es mejor ni hablar ya que ni ellos mismos los toman en serio; por eso es importante no hacerle el juego a quienes pretenden hacer de la edad centro del debate político despreciando programas, propuestas e intereses de clases.
En la oposición hay quienes reivindican a la cuarta república, y no lo hacen desde la demencia (aunque esto ciertamente es un caradurismo) lo hacen por el compromiso de clase con la oligarquía nacional que ha perdido un buen porcentaje de poder político en nuestro país y hay quienes, más por figuración demagógica, dicen rechazar ese pasado, del que también se beneficiaron, y proponer “lo nuevo”. Unos y otros comprometidos más con los intereses de las transcionales que con los intereses mínimos de nuestro pueblo.
Por eso para quienes desde una perspectiva clasista estamos comprometidos con el proceso bolivariano como importante avance para la liberación nacional en el camino de la perspectiva socialista, poco nos importa si habrá primarias en la oposición o quien las ganará, porque unos y otros, con sus matices, particularidades y ambiciones representan a la oligarquía y al imperialismo.
Lo que está en juego este próximo 7 de octubre no es poca cosa, es mucho más que la permanencia del Presidente Chávez al frente del gobierno nacional, es la consolidación de un proyecto de reafirmación de la soberanía nacional que ha representado profundas reivindicaciones para el pueblo y que está permitiendo, con sus marchas y contramarchas en la compleja alianza bolivariana, el avance de propuestas que sirven para la acumulación de fuerzas a favor de un objetivo estratégico para los revolucionarios y las revolucionarias del mundo: el socialismo.
Militante del PCV
@edgarmelendez79