El 7 de octubre los medios carroñeros se habían preparado para un escenario de violencia, con la mojiganga aprendida, que todos repetían, del «empate técnico», según el guión del Departamento de Estado (¿quién más?). Golpe en Curazao; el periódico franquista ABC, el New York Times y varios medios europeos, dieron la voz de apresto al anticipar la victoria de Capriles, como previsto. Eso debía construir el marco adecuado para guarimbas y operaciones de bandera falsa tipo Llaguno, es decir, muertos que se achacan al «Dictador». Ya les funcionó en Venezuela el 11 de abril de 2002, en Libia y por ahora en Siria. Finalmente la invasión, con marines marchando triunfales por el este del Este. Suben créditos con la Balada de los boinas verdes al fondo. Epílogo: el Edén de la IV, porque, como se sabe, los problemas, incluso de la IV, son culpa de Hugo Chávez: amenaza a la propiedad, delincuencia, sequías, inundaciones, incendios petroleros, apagones, lucha de clases. Éramos felices y no lo sabíamos, dicen los que dejaron ajar sus neuronas por usucapión o por mero desuso.
No se pudo. Porque no se puede. Una mente militar lúcida abortó el plan. No tienen carne de cañón como el 11 de abril de 2002. Su gente vota pero no guarimbea. Solo guarimbean tres mentes fritas en piyamadas con fogatas campestres de Boys Scouts en plena urbe. No hay masa crítica de paracos para justificar una campaña tipo Libia o Siria. No somos un país musulmán. No ser cristiano es tan peligroso como siempre fue. Israel goza de una tregua mientras sea útil como gendarme en el Medio Oriente contra musulmanes ricos en petróleo, igual que los saudíes y otros reinos muslimes serviles. Cristiano no fundamentalista es ateo.
Capriles transformó un componente estratégico del sistema de la oposición cuando la declaró no insurreccional, al menos «por ahora», lo que la convierte en un espantapájaros inofensivo mientras reencuentra condiciones para el friíto de la puñalada. La oposición se debilita con cada brusquedad: Golpe, Plaza Altamira, Paro, asesinato de Anderson, paracos comecachitos, guarimbas, cantar fffRRRaude, retiro de las parlamentarias y otras pataletas. Pierden recursos, van quedando cada vez más desnudos y sus seguidores cada vez menos proclives a berrinches. Solo salen a votar, así sea en sillas de ruedas y bombonas de oxígeno. Pero hasta ahí. No tienen oficiales para Altamira o para un golpe. Finalmente, invadir a Venezuela contra Mercosur, Unasur, CELAC y Alba luce escarpado. El León Británico no osó invadir ni una embajada en Londres para capturar a Julian Assange, apenas Nuestra América escoltó al Ecuador en la OEA.
Desde que Capriles reconoció que perdió, cambió todo: admitió que Chávez puede ganar de modo legítimo y con ello desautorizó toda violencia, repito: por ahora. E inevitablemente deprimió y agrietó sus tropas. Ahora no les queda sino votar y a nosotros merecer los votos por la Revolución porque no hay en Venezuela 6,5 millones de oligarcas.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com