Antonio Ledezma y el cojonómetro
Hace escasas semanas, la oposición venezolana encabezada por el vámpiro Antonio Ledezma amenazaba con presentarse en la Habana a lo arrecho e ir hasta el sitio de convalecencia de Hugo Chávez para constatar su estado físico y mental.
Como todo buen come mierda, Ledezma nunca concretó su amenaza, no sé si por falta de cobres para costearse el viaje o si fue, por falta de una visa, cosa que desconozco sí para el ingreso a territorio cubano es necesaria o en su defecto, por falta de cojones.
Lo cierto es que ahora con la llegada del comandante a suelo patrio, las condiciones al vámpiro Ledezma se le han facilitado: ahora no tiene por qué viajar; por tanto, no le hacen falta los cobres, pero lo que sí estamos convencidos que se mantiene, es la condición de carencia de cojones.
Este señor, el vámpiro Ledezma, es el prototipo, junto con Julio Borges, de lo que el venezolano denomina el perfecto come mierda.
Por come mierda, se entiende a todo ser humano que ante la carencia de argumentos para defender algún criterio, tiene que apelar a la fanfarronería y habladuría de pistoladas (guevonadas le llamamos los maracuchos) simplemente, porque su cerebro está lleno de eso, de mierda y por eso es un come mierda.
Ante el hecho comunicacional del día de ayer con la llegada del Presidente a suelo patrio, le hacemos un reto público a Antonio Ledezma, para que se arme de un par de bolas y acuda hasta el Hospital Carlos Arvelo en donde se encuentra convaleciente el líder Presidente y cumpla con su amenaza; ahí lo estará esperando un pueblo, un pueblo sediento de medirle su coraje y un cojonómetro que recientemente hemos adquirido para ver si es capaz de mover, aunque sea un milímetro, la aguja del dispositivo en su escala y poder determinar si, en verdad, es un machito con un par de bolas como aparenta serlo o simplemente un come mierda más.
Ahí te la dejo, come mierda.
¡El que tenga oídos, que oiga!
El autor es: Médico.
elieceralvarado@hotmail.com
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