La política es una actividad que debe estar sustentada por una concepción ideológica con la finalidad de resolver los problemas de convivencia de un colectivo. Es decir, la política, en término general, debe buscar el bien común. Imposible concebir la praxis de la política sin la participación ciudadana. Y si la vinculamos con el ejercicio de la democracia, la política no puede concebirse sin la cooperación del poder popular. De lo anterior se deduce que es inadmisible concebir a un político cuyo intelecto no esté ordenado hacia el ejercicio adecuado del poder, con capacidad probada para distribuir y ejecutar decisiones que apunten a mejorar la calidad de vida y el logro de la felicidad de una población.
No sabía la razón de haber comenzado este artículo con el anterior párrafo, por fortuna, pasado el tiempo, recordé que estaba en campaña electoral. Cómo impedir que viniera a mi depósito de pensamientos el candidato de derecha. Fue entonces cuando pensé en la nada, es decir en la ausencia o inexistencia de algo, un vacío de todo, en términos matemático, la nada es algo así como el cero, es decir un valor nulo o una completa nulidad. Ciertamente un político con aspiraciones de poder no puede tener como fundamento ideológico la nada y cuyo único propósito de su propaganda electoral es el engaño.
Es evidente que la campaña llevada a cabo por el candidato del imperio, es decir Capriles, está demostrándole a sus electores su capacidad de mantener su mente en el vacío más absoluto, vale decir, en la nadería perfecta. Y si el recipiente de pensamientos se mantiene ocioso siempre estará disponible, es factible ocuparlo y desocuparlo con facilidad. Por esta razón es un privilegio, para unos pocos, no tener criterio propio, ni tomar decisiones sobre algún tópico durante una campaña electoral, de eso se encarga el asesor. En nuestro caso específico me refiero al canalla y tarifado nauseabundo J.J. Rondón. Para muestra varios botones:
Cuando el “tesorito” J.J. Rondón le pide a Capriles que se comporte como un fascista, bajo este proceder resulta que es peor que Mussolini y como consecuencia, propicia golpes de estado contra un gobierno democrático de mi comandante Chávez; apoya y financia la huelga petrolera; vilipendia al Consejo Nacional Electoral cuando las encuestas no lo favorece; dirige el acoso a la embajada de Cuba; viola los derechos humanos del ex ministro Chacín y de otros funcionarios del gobierno de Hugo; él, junto con sus acólitos de PJ (puro joder), cuando pueden intentan desestabilizar el gobierno socialista; financia la presencia de paramilitares en Venezuela para sabotear y asesinar; busca apoyo y financiamiento de banqueros prófugos, del Departamento de Estado y de los oligarcas rastreros del país; cierra los locales donde funcionan la misiones en el estado donde él desgobierna, entre otras perlas puestas en evidencia durante el eterno vacío de poder en el Estado Bolivariano de Miranda. En este período su alma y cuerpo se posesiona de los mandatos y lineamientos de la organización fascista TFP a la cual perteneció en su mocedad.
Pasado un tiempo la mente de Capriles permanece vacía y tiene necesidad de rellenar el centro de acopio de pensamientos. En ese estado de nadería es cuando la "joyita" J.J. Rondón le pide que se comporte como un furibundo rebelde y así, resulta que Caprichito se convierte, por arte birlibirloque, en un indómito revolucionario, más chavista que Maduro y asume su nuevo eslogan de campaña: “con mi comandante Chávez no se metan”. Pareciera que al candidato de la derecha no le cuesta rellenar el vacío mental con las recomendaciones de su asesor y comienza, durante sus arengas electorales, a defender las misiones sociales del gobierno bolivariano de mi comandante Hugo; a utilizar en su campaña los símbolos de la Revolución Bolivariana; a enaltecer el CNE cuando gana en las alcaldía y gobernación; a defender los catorce años de la revolución bolivariana; a respaldar la misión vivienda; a proteger las pensiones de los jubilados del Seguro Social, que en catorce años (durante la revolución) aumentó de doscientos cincuenta mil a casi tres millones de beneficiados; a ofrecerle la nacionalidad venezolana a los médicos cubanos, que, cuando estaba poseso de fascista, los perseguía; a continuar los tratados comerciales internacionales refrendados por mi comandante Chávez, entre tantos de los logros con los cuales Capriles se hace solidario durante su encarnación Chavista.
No cabe duda, el mejor papel que desempeña Capriles es el de fascista, dado que es que viene ejerciendo desde hace mucho tiempo y con mucho ensañamiento.
De acuerdo con la anterior la nadería de Caprichito, antes Chocobobo, le permite despojarse de sus envestiduras y puede pasar con facilidad de demócrata a dictador, de fascista a revolucionario chavista, de patriota a pitiyanqui, de chocolate dulcito a chocolate amargo, de flaquito amoroso a flaquito chapucero, de político ignorante a político rastrero, de socialista a capitalista, de empleador a obrero, entre muchos de sus plagios. Tal estrategia mimética sólo puede llevarla a cabo una mente posesa de la nadería, capaz de vaciar el recipiente de pensamientos y rellenarla con otros conceptos.
Es imposible pensar en el candidato de la derecha sin cavilar en términos, que de lo normal parecieran ofensivos. Trataré en lo que queda de la campaña en vez de tildarlo de ignorante me referiré a él como indocto; me prometo no reprocharle su conducta fascista y simplemente lo llamaré contra revolucionario; para personas estúpidas podré utilizar una palabra más elegante como estólida; me prometo no llamarle mentiroso sino mendaz; no utilizaré la frase vasallo del imperio sino aúlico de la corte, para qué usar corrupto si existe el vocablo deshonesto; un hombre falso como Capriles es un simulador; no esgrimiré el epíteto de canalla sino ladino por ser más musical; el calificativo de copión lo sustituiré por timador el cual se presta más a su talante, en fin debo aprovechar los finales de la campaña para descubrir en el último momento qué tendencia ideológica le rellenó la nadería.
De algo estoy seguro, detrás de Capriles, no está la nadería sino algo concreto y peligroso, detrás de este inepto está la derecha nacional e internacional con un solo propósito, aprovecharse de las riquezas de este país para compartirla, no con los pobres, ni con los excluidos, mucho menos con la clase media asalariada, sino para repartirla entre los chulos oligarcas de Venezuela y las grandes transnacionales de la finanzas, de las industria y todo aquello que se preste a buenas ganancias para sus acólitos.
Es de lamentar que, cuando escribo sobre Capriles me venga a la mente la pobreza de la formación de profesionales de nuestra educación universitaria. La Universidad Católica Andrés Bello deberá revisar los planes educativos de la casa que vence las sombras, no puede ser que de ésta egresen licenciados de la baja calidad académica y profesional como la del candidato de le derecha. No es posible que un mediocre con las características señaladas anteriormente se pare en una tribuna y tome un micrófono para arengar interminables burradas que desdice de su educación y más aún, la de un abogado de la república. Por suerte, tengo la certeza que no ganará, dado que existen diez millones de enchufados con la Revolución Bolivariana y de nuevo Chávez estará dignamente representado por su hijo Maduro. El reto del próximo domingo es salvar de nuevo a la patria para no perderla en manos de la contra revolución, debemos tener presente en nuestro cerebro el mandato de mi comandante Chávez: solo con el gobierno de Maduro el socialismo está seguro. Honor, gloria e inmortalidad a mi comodante Chávez.
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