El 14 de abril el chavismo "light" y el fraude de la MUD

El “fantasma” de la Reforma Constitucional de 2007 nos rondó el pasado 14 de abril, en el marco de la Elección Presidencial. Luego de una jornada histórica en la que la Patria se debatía entre el socialismo y el fascismo, nos hicimos de una victoria que nos impregnaba una cohibida sapidez amarga en las bocas. Por poco, las esperanzas y los sueños fueron destrozados por los irresponsables, de aquí y de allá, que no han comprendido la encrucijada en la que nos hallamos. Las Operaciones Psicológicas de la CIA han convertido a Venezuela en el tercer escenario de guerra de cuarta generación promovido por el imperialismo, a escala mundial, después del antiguo bloque socialista de Europa del Este y Cuba. El ataque ha sido deleznable, perturbador y sin tregua alguna.

El cerrado resultado electoral del 14A puede ser el blanco de variados y severos enfoques, aunque sí hay que poner sobre relieve, y reiterar, que en democracia se gana por un voto y con ello se es mayoría indiscutible. Sea con un puñado de boletas o con millones de éstas, la condición de ganador no se cede y como tal debe ser reconocida por el adversario. Platicábamos antes del “espectro” de la Reforma Constitucional de 2007: entre las razones por las que perdimos esa consulta, está la de que nos confiamos de las encuestas y nos abandonamos al triunfalismo. Por ajustados guarismos de 14 mil votos (Bloque A) y de 19 mil (Bloque B), no pudimos dar ese salto cualitativo en la Revolución. La derecha, en 2007, hizo alharaca con un trofeo muy frágil, minúsculo. El domingo 14 de abril, algunos fueron prisioneros de la desmovilización numerológica de los estudios de opinión y del garrafal yerro de “contabilizar las crías antes de nacer”, aunque –por fortuna- no caímos en el descalabro comicial de 2007. O sea, no fuimos derrotados aritméticamente. La burda estratagema de la derecha de descalificar la victoria de Nicolás Maduro por su estrecho margen, no es de extrañarse: los oposicionistas harán todo lo posible para invalidar los resultados y negar la sustantividad de la Revolución Bolivariana. Siempre lo han hecho y no debería causarnos estupefacción tal berrinche politiquero de la Mesa de la Unidad: la lógica predecible de las viudas de la Cuarta República es desacreditar al Consejo Nacional Electoral cuando pierden y “beatificarlo” cuando ganan.

Adecos, copeyanos y sus derivados, no pueden pontificar acerca de desenlaces muy reñidos en elecciones presidenciales. Recordemos que Rafael Caldera, en 1968, se alzó con 30 mil votos de diferencia y hasta el Departamento de Estado se deshizo en elogios hacia nuestra “robusta democracia” con la leyenda de la manoseada “alternancia” partidista. Venezuela fue “la vitrina” de la plutocracia en América Latina, hasta 1989, y Estados Unidos nunca recriminó la conducta forajida del fenecido Consejo Supremo Electoral, cuya infamia impuso presidentes y sacralizó trampas en Venezuela, al igual que lo hizo el funesto PRI mexicano hasta el arribo de la pantomima de la transición en 2000. El casi 2% de brecha de Nicolás Maduro en relación con Henrique Capriles, está legitimado por el mejor sistema electoral del orbe. En 2006, durante la elección presidencial en México, Felipe Calderón sacó 35,89% y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) obtuvo 35,33%. Está documentado –con pruebas fehacientes- que el gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y el Instituto Federal Electoral (IFE) pusieron en práctica sofisticadas artimañas para dar como vencedor a Felipe Calderón y éste último, con un ínfimo 0,56% de distancia del candidato AMLO, fue respaldado –de inmediato- por Estados Unidos, verbigracia. ¿Cuál es la hipocresía de Washington, entonces? En 2000, en la carrera a la Casa Blanca, la brecha entre Al Gore y George W. Bush, era de 0,50%; el abanderado demócrata –Gore- se hizo de más votos populares que Bush, el republicano, sin embargo, una voltereta jurídica de la Corte Suprema impidió otro escrutinio en la Florida, y se otorgaron los votos electorales de ese circuito a George W. Bush (*). Tanto en México como en Estados Unidos, las autoridades electorales carecen de toda credibilidad, no obstante, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE), por ejemplo, nunca han cuestionado los procesos comiciales en dichos países. ¿Por qué ahora sí esgrimieron tantas reservas para admitir que Nicolás Maduro aventajó en buena lid? El hecho único y real es que ganamos, ¡eso nadie nos lo quita! Seguimos siendo mayoría, así le duela a muchos.

EL CHAVISMO “LIGHT”, EL TRIUNFALISMO Y EL FRAUDE DE LA DERECHA

La autocrítica con respecto al 14A es justa y necesaria. Si contrastamos las cifras de este evento con las de octubre de 2012, caemos en cuenta de un panorama ineludible: bajamos por más de 600 mil votos y la derecha subió 710 mil. ¿Qué aconteció? Varios factores fueron determinantes para tal escenario y cerrarse a esa discusión es hacer el juego a la contrarrevolución interna. La nefasta trilogía que obró en contra nuestra fue: a) la migración a la derecha o segunda desbandada del chavismo “light”; b) el triunfalismo; y c) la movilización de la base oposicionista. Explicamos.

-La migración a la derecha o segunda desbandada del chavismo “light”: en 2007 habíamos definido a los chavistas “light” como aquellos opositores a quienes les agradaba Chávez. Suena contradictorio, pero así es. Ciudadanos, de las capas medias y bajas, que habían sido beneficiados con casas, automóviles, créditos blandos, ayudas económicas, salud y educación gratuitas, gracias a la Revolución Bolivariana. Gente que estaba –y está- en nuestras filas y consideraba el chavismo como algo pintoresco, una moda. Fueron los primeros que se asustaron con los diferentes tipos de propiedad estipulados en la propuesta de Reforma Constitucional, de 2007. Sus corazoncitos “de derecha” se impusieron sobre la empatía con Chávez y optaron por el “no” en aquella oportunidad. Curiosamente, ninguno tuvo la delicadeza de leer los textos de la Reforma y corroborar que fuesen verídicos los mitos de la derecha. En 2013, al morir el Comandante, el chavismo “light” ya no se siente obligado a guardar fidelidad a un proyecto de país y endosa su voto irresponsable al abismo, a la destrucción. Ser antichavista es “trendy”.

-El triunfalismo: el bombardeo de encuestas positivas, como en pretéritas oportunidades, fue contraproducente. Los simpatizantes no disciplinados dieron por sentado que la consolidación de Maduro ya estaba asegurada y no cumplieron su deber con Chávez, con la Patria. La flojera, la apatía, se instalaron en grupos de la población que habían llorado la pérdida del Comandante y que –lamentablemente- no fueron consecuentes con su legado. Uno de los elementos de mayor peso en el declive del 14A fue el abstencionismo. Desde luego, la ausencia de formación ideológica en los chavistas “light” y los simpatizantes no disciplinados, es la respuesta al porqué de tanta abulia, tanta irresponsabilidad.

-La movilización de la base oposicionista: una considerable masa de la derecha que no había participado antes, ni siquiera en la elección del 7 de octubre de 2012, se movió para depositar su voto en las urnas. ¿Cuál era la motivación? ¡Simple! Si Chávez había fallecido, ya no había obstáculo –según ellos- para que Capriles pudiese lograr la Presidencia. Por desgracia, un enorme porcentaje de estos oposicionistas anhelaba la desaparición física del Comandante Supremo, muy obedientes a la grotesca conseja popular de: “Muerto el perro, se acaba la rabia”. C’est-à-dire, un optimismo inusitado se adueñó de oposicionistas que tenían un largo rato alejados de las mesas electorales (**). En el mismo tenor que el chavismo “light”, las bases oposicionistas (en los estratos altos-medios, medios y pobres) tampoco saben por qué votan y ofrecen su apoyo “ciego” al caos, a la guerra civil, a la balcanización de la República. El único votante consciente en la derecha es el capitalista, ¡dejemos los rodeos!

La Mesa de la Unidad (¿o Mesa de Alacranes?) volvió a ser abatida por la Revolución y el pueblo organizado. Sus falacias olímpicas han sido desenmascaradas una y otra vez: va como corderito a la contienda electoral y –al menor descuido- se coloca el disfraz de “lobo feroz” al percibirse vapuleada, acorralada. Miente de manera reiterada a sus seguidores y estos –cuales focas- son incapaces de pedir explicaciones a una dirigencia torpe, ineficaz. ¿Hasta cuándo la base oposicionista va a aguantar la impunidad de líderes de pacotilla? ¿Tan masoquistas son? ¿No necesita la derecha replantearse sus metas después de 14 años de reveses? (***). La Mesa de la Unidad es el fraude político continuado más vil y soez del que se tenga memoria en Venezuela, después del Pacto de Punto Fijo.

AUTOCRÍTICA: LA INEXORABLE RADICALIZACIÓN REVOLUCIONARIA

Una de las lecciones de la Elección Presidencial del 14A, es la perentoria renovación de los partidos del Gran Polo Patriótico: la discusión franca y responsable debe propiciarse en todos los ámbitos. Hay que investigar a fondo por qué el “uno por diez” no funcionó como debía y que los responsables paguen por ello; hay que “tomar por los cuernos” la debilidad en la formación ideológica; hay que neutralizar a los infiltrados del enemigo. Igualmente, los gobiernos regionales revolucionarios deben ser eficientes en la gestión pública y ser más implacables con las desviaciones burocráticas. El camarada Nicolás Maduro debe expropiar las empresas estratégicas de producción de alimentos que han estado conspirando contra el país, por ejemplo. La estatización de la banca es otra medida imperiosa para aplastar la especulación financiera y desarticular la mafia del “dólar paralelo”. La proposición del bolívar, como moneda de reserva, tampoco puede quedar en el tintero. En la arena comunicacional, hay que hacer hincapié en los medios estatales, comunitarios y revocar –o no renovar- concesiones a operadores de la sedición como Globovisión.

Sólo haciendo irreversible el proceso bolivariano, podremos mantener intacta la vigencia –en verbo y obra- del gigante de Sabaneta. No te fallamos, Comandante. ¡Ganamos y seguimos venciendo! ¡Viva el socialismo!

ADÁN GONZÁLEZ LIENDO
@rpkampuchea



P.D. Al “yuppie” psicópata de Henrique Capriles se le vuelve a deslizar la careta, como en 2002. Lo fascista lo transpira a flor de piel: aceptó “rapidito” los resultados del 7-O porque venían las regionales del 16D… ¡no por demócrata! Sus pataletas post-electorales, en 2013, provocaron el deceso de nueve camaradas del PSUV y la destrucción de ocho Centros de Diagnóstico Integral, a escala nacional. Pretende crucificar al CNE a las puertas de unas elecciones municipales. ¡Otro “harakiri” político para la vasta colección de la MUD!

(*) En 2000, Estados Unidos fue el hazmerreír del globo terráqueo debido a que habían transcurrido cinco semanas, después de la elección presidencial, y todavía no se había proclamado un ganador de la contienda. Los votos de los Colegios Electorales (Grandes Electores) son los decisivos en el proceso, no los sufragios populares (o sea, los del “hoi-poloi”).

(**) En nuestro centro de votación la abstención de chavistas fue de más de un centenar, en un universo de casi 3 mil electores. Falla imperdonable que debe solventarse. La participación del 7-O estuvo en 80,49% y la del 14A, fue de 79,78%. Casi un punto porcentual que se traduce en más de 177 mil sufragantes menos, lo cual nos perjudicó.

(***) Las Operaciones Psicológicas de la CIA han tenido una tremenda influencia en la masa oposicionista; tal vez por ello se explique la pasividad y actitud zopenca de un colosal sector de esa tendencia política.


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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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