Debieron pasar más de tres décadas para comprender lo que nos explicaba un viejo y recordado maestro de nuestra formación ideológica inicial, durante la época de estudiantes universitarios a comienzos de la década de 1980, al asegurarnos que: “una señal inequívoca del avance revolucionario lo representa la reacción de los adversarios”, para lo cual el Camarada Paco nos refería frecuentemente el pasaje de El Quijote que intitula esta reflexión.
Lo anterior se nos hace evidente en los violentos episodios acontecidos en el país durante la última semana, lo que debemos asumir como expresión de la escalada reaccionaria para frenar el avance de la “preocupante” Revolución Bolivariana expandida in crescendo por toda Latinoamérica y El Caribe como lo demuestra el fortalecimiento de las instancias de integración internacional, corroborado con el reciente éxito en la cumbre de la CELAC en La Habana, donde los latinoamericanos y caribeños le dijimos al “Tío Sam” que ya no somos su tradicional patio trasero…
Resulta obvio que nuestra Revolución sea preocupante para el Departamento de Estado de USA, pues el proceso de integración regional y subregional (ALBA, UNASUR, MERCOSUR y CELAC) tiene su génesis y liderazgo precisamente en Venezuela y sus “cabeza calientes” bolivarianos con Chávez y sus hijos en primera fila de combate, quienes le vinieron a embochinchar desde 1998 la fatídica “tranquilidad neoliberal” del patio, razón por la que consideran es hora de frenar ese bochinche para demostrar quién es el amo de la hacienda antes bananera y ahora petrolera.
Considerar que esto de las guarimbas sifrinas es fortuito y casual representaría un imperdonable error para las y los revolucionarios bolivarianos y chavistas. Debemos entender que la globalización del sistema capitalista neoliberal no perdona, ni perdonará jamás, que intentemos globalizar los beneficios y participar de ellos, aunque provengan de nuestras propias riquezas. Por eso quienes históricamente se han considerado nuestros amos internacionales, invierten grandes sumas de capital para que sus lacayos nacionales aprieten la escalada contrarrevolucionaria en Venezuela, pues según dicen “la culebra se mata por la cabeza”.
Ahora bien, si por un instante las y los bolivarianos, con énfasis en los universitarios, perdiésemos la perspectiva del escenario internacional, creyendo que la reacción contrarrevolucionaria es sólo un acto de malcriadez de los sifrinitos venezolanos a quienes les dio ahora por tirarle piedras al metrobus, saquear las instituciones públicas y prender fogatas para asar sus malvaviscos mayameros, estaríamos muy fuera de foco y caeríamos en la emboscada de los financistas de la violencia.
Estemos claros: “nadie le lanza piedras a un árbol que no da frutas”, ni mucho menos “a un perro muerto”, dice la sabiduría popular. No obstante la matriz de opinión bien difundida, incluso entre nuestros camaradas, de que las guarimbas sifrinas son solo la respuesta a la Ley Orgánica de Precios Justos y la regulación al margen de ganancias es, a nuestro modesto entender, una trampa cazabobos que intenta desviar la atención hacia un tema coyuntural olvidando lo verdaderamente estructural.
De ningún modo negamos que la norma derivada de la Habilitante para enfrentar la guerra económica, constituya un elemento detonante aunque para nadie es un secreto que a los grandes empresarios les conviene y hasta favorece, pues en buena medida garantiza una mayor y más rápida circulación de sus inventarios de mercancías. No olvidemos que la guerra económica nacional no es sino una arista del “golpe suave” internacional y continuado.
Además con lo pichirres y cortoplacistas que suelen ser los empresarios agrupados en FEDECAMARAS, no creemos que vayan a “invertir” tanto dinero para financiar el guarimbeo que estamos viviendo desde el 12-F. obviamente les resulta más fácil y económicamente productivo seguir parasitando al Estado como lo han hecho históricamente, pues son innegables los beneficios obtenidos por contratistas y proveedores de las misiones y como el de Vivienda y Agrovenezuela, además de las obras del Metro (Caracas, Valencia, Los Teques, Maracaibo), el plan ferroviario y muchísimas obras más donde la empresa privada nacional se ha reactivado, especialmente en la construcción y suministros (uniformes, alimentos, propaganda, equipos, etc.), lo que abarca a todos los empresarios, quienes que no se dan abasto para satisfacer las demandas de bienes y servicios de esta dizque economía estancada del “régimen dictatorial chavista”.
Por lógica razonable, y ni por brutus extremis que fuesen, a quienes siguen parasitando del Estado no les conviene este bochinche de los sifrinitos del este y los carne de cañón contratados en los barrios populares, pues saben que en la cuarta República sus empresas estuvieron congeladas y nunca antes jamás hubo tantas oportunidades de participar en la actividad económica tan dinámica que se ha generado durante los últimos 14 años, máxime con posibilidades de expandirse a exportaciones gracias a los convenios internacionales y la integración regional.
Pero al gran capital internacional, esos que invierten a largo plazo sin reconocer fronteras, sí les “preocupa” que avancemos y además contaminando a los vecinos con la sed de independencia y soberanía, ya que eso les dificulta apropiarse nuevamente de nuestras ingentes riquezas.
Ahora bien, como nosotros estamos claros que este avance es indetenible, dejemos que los perros ladren, aunque debemos estar pendientes de que no sigan mordiendo vidas útiles a la Patria, para lo cual ya deberíamos recogerlos y enjaularlos definitivamente...
“Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado…”.
(Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Artículo 57.)