La nueva etapa de las guarimbas

El fracaso  de las guarimbas es evidente, más del 85% repudia la violencia de un pequeño sector de la oposición. Sin embargo las motivaciones políticas que dieron origen a este plan de sabotaje, continúan intactas en la cabeza de los verdaderos jefes.

Guarimba es una palabra que carece de un uso etimológico concreto, pero la derecha fascista en voz de Ricardo Koesling, popularizó en una conversación telefónica, donde aseguraba que era necesario meterle bastante cañita a los que protestaban, para que se pudiera mantener la guarimba.

La acepción solo remite a una idea de refugio sagrado. Se entiende que es una táctica de acción violenta de trancas y obstrucción de vías que se ejecuta en un lugar seguro o lo más cerca de ese lugar, con el único fin de tener la retirada asegurada, y evitar las detenciones, ya que por sus características es una acción  vanguardista.

No son un fin en si misma sino que forman parte estructural de un plan estratégico más complejo, cuya finalidad es el control político del poder, para ponerlo al servicio de la élite mantuana. Una vez que la acción táctica fracasa, es necesario continuar desarrollando  las variables del plan macro para de lograr que se cumpla la misión.

La violencia es ejercida por un pequeño grupo de opositores, los más radicales, y los más fanáticos, utilizados muchos de ellos, para cumplir las órdenes de personajes tan desprestigiados y siniestros como Álvaro Uribe, Róger Noriega, y  Negroponte.

Esa violencia disimulada y escondida tras la idea del refugio sagrado, es la misma que recorre parte del continente Europeo, y que mostró sus fauces recientemente en Ucrania, cuando las imágenes mostraban la persecución y el odio con el que eran tratados los militantes del partido comunista, simplemente por ser activista de una idea que equivocada o no, sólo busca la instalación de un  mundo más humano en la orilla de acá, como diría Cortázar.

Ese sentimiento que gravita en las acciones tan dislocadas, criminales, y luctuosas, como la de sembrar guayas asesinas, llenar una playa de cruces, es el mismo que determina  el odio racial contra los gitanos o africanos, es el resarcimiento de una minoría que ha perdido privilegios, y se siente rabiosa.

El peligro de la nueva etapa de las guarimbas, es que esa minoría, sin control no esté dispuesta a reflexionar, y pase por voluntad propia o inducidos por sectores políticos a otra fase más violenta que incluya el sabotaje, los actos de terrorismo, los incendios, la venganza selectiva.

La utilización de francotiradores contra ciudadanos desarmados que se atreven a levantar las barricadas, el uso de aceite en las vías públicas, las amenazas a los empresarios para que cierren los negocios, la aparición de jóvenes con uniformes de franelas negras y pasamontañas, como ocurrió en Morro Humboldt, una urbanización de lechería, son los inicios de un fenómeno incipiente que anuncia la aparición de una nueva etapa de violencia, signada por el odio y el resentimiento de una minoría que se siente desesperada, y llena de odio. No podemos acabar la guarimba, sin derrotar el verdadero espíritu que la engendra.

 

   

 



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Luis Figuera


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