Pildoritas 51 (año VII)

De que se puede, se puede

La gran fiesta o toma de Caracas, aunque no logró sus objetivos que era llegar hasta el Municipio Libertador para generalizar el caos, que como sabemos está reducido a los municipios que dominan los alcaldes fascistas, terminó en una especie de harakiri más, en una acción de vandalismo autodestructivo de espacios públicos, actividades en las que los refuerzos llevados a la marcha capitalina, desde varios estados del país, con toda seguridad tuvieron participación activa.

La advertencia que humildemente hice lamentablemente se materializó con hechos que prácticamente no tenían precedente en anteriores acciones terroristas, como ya no cabe duda son las que a diario protagonizan los tarifados de la derecha.

Tanta ha sido la flagrancia en la comisión de esos terribles hechos que muestra la televisión, que por fin parece que el gobierno nacional, va a pasar de estrategias de ablandamiento para un desgaste que nunca llega y el TSJ toma decisiones que hace tiempo debió haber tomado por noticia criminis , sin esperar que se lo pidieran, decisiones que por cierto apenas se circunscriben a los municipios contra los cuales se pidieron medidas de amparo, dejando a otros sin que por lo menos tengan sobre sus cabezas esa especie de espada de Damocles legal que es una orden judicial.

Ya no es posible seguir dándole largas a los sucesos que a diario se repiten, desde hace más de un mes, por el temor de que se tilde a la Fuerza Armada y demás organismos de seguridad de violadores de los derechos humanos, ¿por qué por ejemplo no se procede a militarizar una ciudad para garantizar la vida y los bienes de la mayoría de la ciudadanía?.,

No se pueden dejar de tomar todas las acciones necesarias porque ello ya es un clamor general, se deben utilizar todas las estrategias desde la inteligencia para detectar las guaridas donde se guardan los insumos para su guerra, su logística y fuentes de financiamiento, así como los modus operandi utilizados para entregarles el dinero, a la par de tomar los espacios con suficiente personal, también utilizar cuadrillas de helicópteros que desde el espacio alerten a las tropas en tierra sobre movimientos de desplazamientos que se puedan observar.

No hay que ser ducho en estrategias de guerra para saber cuántas acciones son posibles para reducir focos de violencia, porque ya vimos lo que sucedió estos últimos días en el edificio donde funciona el Ministerio de Vivienda y Hábitat y en la Torre Británica, que no hubiese pasado si la fuerza pública hubiese tomado las previsiones de resguardar los espacios proclives a las acciones de los vándalos a sueldo.

Vimos que cuando llegaron las fuerzas del orden, una hora después de iniciadas las acciones destructivas, ya el mal estaba hecho, ello se pudo evitar.

Esperemos que lo de estos últimos días en que tenemos que lamentar el asesinato de más venezolanos, sea la gota que rebase el vaso y por fin se proceda con mayor fuerza y personal, sin abandonar el respeto a los derechos humanos; de que se puede, se puede.-

Por otro lado, cuando todo esto pase el Gobierno Nacional no puede resolverle a los alcaldes de los municipios involucrados en el terrorismo, el problema de la reconstrucción de los espacios dañados, entre otras razones por su negligencia y colaboración, sino que debe dejar que con sus presupuestos lo hagan y de tener que hacerlo el ejecutivo, tomar la iniciativa pero descontándoles de lo que se les baja, para que sientan que sus acciones por esa vía, tuvieron un costo que para nada puede ser asumido por quienes no tienen velas en el entierro.


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Saúl Molina


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