Ocho días se cumplen hoy de la mesa de diálogo que reunió a Gobierno y oposición, un encuentro desde hace mucho tiempo buscado, y esperado por la mayoría de los venezolanos. Quién podía creerlo. ¿Y qué no se ha dicho en estos días? Desde las advertencias del vencimiento de un supuesto ultimátum que vence el próximo sábado, hasta el fantasioso retiro del Vaticano.
La verdad, en estos días se han estado reuniendo tres de las cuatro comisiones de trabajo designadas el domingo, coordinadas por tres ex presidentes y un enviado del Papa; precisamente esta última se instaló ayer porque el representante de Venezuela, la canciller Delcy Rodríguez, estaba en Ginebra. (Creo que fue un error que cada sector estuviese representado por una sola persona). El caso es que se trata de una labor exigente, cuidadosa, de dar y recibir, como en todo diálogo, nada fácil de armonizar. El sábado, cada una de ellas presentará su respectivo informe a la Mesa de Diálogo, seguramente para seguir avanzando.
Nada fácil mantener un ritmo de avances con tantos obstáculos y contratiempos, posiciones adversas y contradictorias, algunas irreconciliables. Con razón el ejecutivo de Unasur, Ernesto Samper, dijo que están “construyendo espacios de confianza para avanzar en temas fundamentales”. Se trata de un proceso difícil, espinoso, frágil, quebradizo, pero de una trascendencia que en ocasiones parecen olvidar algunos. Todo difícil, pero en situaciones parecidas, o mucho mas complejas, como las negociaciones en Colombia, El Salvador y Guatemala, donde hubo guerras con miles de muertos, han sido posible los acuerdos finales, después de mucho tiempo, con inagotable paciencia, y el convencimiento de que para recibir hay que dar, hacer concesiones. También ley fundamental de este diálogo. Y fue así, paso a paso, y pese a las presiones recibidas, como fueron posibles aquellos entendimientos que sus pueblos agradecen.
El éxito de estas negociaciones (tercera acepción del Drae) dependerá, en lo fundamental, de sus partes, de su discreción, naturalmente, de su voluntad de encontrar puntos comunes, y del uso del lenguaje. En la misma sesión preliminar del domingo convinieron en llamar la atención sobre esta peliaguda cuestión, y adquirieron el compromiso de disminuir el tono “de agresividad del lenguaje utilizado en el debate público”, que llevó a este diario a titular: “El Gobierno y la MUD acordaron bajarle dos”.
Sin embargo, algunas veces uno lee o escucha expresiones de uno y otro lado, que desbordan los límites que ellos mismos se impusieron. Tales frecuentes desviaciones en el discurso, en el fondo, no contribuyen al normal y esperado desarrollo de este tan importante proceso. Como si no tuvieran conciencia de lo que significaría para el país y para los venezolanos el fracaso de este esfuerzo, donde ambas partes están tan comprometidas.
Pdvsa no termina de explicar qué ocurre con la escasez de gasolina en varias ciudades. El viernes faltaba en Valencia, Lara y Aragua. Trasciende que la producción ha disminuido por la falta de un aditivo que viene de EEUU, aunque en la IV se producía aquí y se habría vendido la fórmula a EEUU. Increíble. ¿La petrolera podría explicarlo?
Al fin vimos el martes un verdadero desafío Caracas-Magallanes, con score de beisbol, y no como si fuera basquetbol, dos empates, 18 ceros, trece innings, solo 7 carreras. ¡Y el triunfo de los gloriosos!
Sólidas razones las del presidente Maduro para denunciar a tres calificadoras de riesgo de estar al servicio de los intereses de Washington: mientras Venezuela pagaba deuda externa por 60 mil millones de dólares, le subieron los riesgos de inversión en este país.
El más reciente consejo de lectores pareció una muestra de los problemas de la gente: numerosas calles y avenidas a oscuras, demasiados huecos y troneras; los cada vez más escandalosos precios, “deben llamarlos precio susto”, la extendida práctica de muchos comercios de reemplazar a los bancos por la falta de cajeros; inconsultos aumentos de pasajes: de Bs 60 a Bs 120 El Junko-La Yaguara; adolescentes que dejan de estudiar permisados para trabajar; los pensionados devaluados. De todo eso y mucho más, escuchamos.
¿Desde cuándo en Finlandia se interesan por lo que ocurre en Venezuela? Aquí la mayoría solo sabe que en ese país ganó Asnoldo Devonish medalla de bronce en las Olimpiadas del 52. Y sin embargo en la reunión de Ginebra sobre derechos humanos pidió que “se respeten las normas internacionales de la libertad de expresión”, sin mostrar un solo ejemplo de violación a esas normas.
Las elecciones impronosticables
Las de EEUU son las más importantes, no hay novedad en las de hoy en Nicaragua, donde Daniel Ortega debe ganar con más del 60%. Hace meses, cuando comenzaba la campaña en EEUU, escribí que si yo tuviera el derecho a votar, no lo haría por Hillary Clinton, y hoy, después de conocer sus marramucias contra el precandidato Bernie Sanders, sus nexos con las grandes corporaciones, sus sucios manejos con los emails y el abierto apoyo del poder financiero y de los medios y las encuestadoras (con apenas excepciones), no hago sino reafirmar lo que escribí.
Añadiremos que ella dijo que seguirá la política de Obama para América Latina, política que se expresó cuando proclamó que el argentino Macri debe ser el líder regional, ¡y es el mismo que dictó el decreto contra Venezuela por ser una amenaza a su seguridad! ¿Creen que ella lo revocará?
¿Y que decir de Trump? Muy poco. Nadie sabe cuál será su política hacia América Latina. Quizás por eso el presidente Correa dijo que lo prefería. En cambio, mientras ella, considerada un halcón, es capaz de desencadenar una guerra contra Rusia, el diario inglés The Independent va mas allá, cree que “podría desatar la tercera guerra mundial”. Trump más bien parece pensar que si los rusos no quieren pelea, él tampoco la buscará.
No es que lo crea un demócrata ni alguien de avanzada, todo lo contrario, pero es impronosticable. Pareciera que puede estar recogiendo el sentir de millones de estadounidenses, con sus salarios estancados desde hace décadas. Mientras las ganancias del “1% del tope se han incrementado en 156%, y las del 0,1% del vértice piramidal han crecido en 362%” (Alfredo Toro Hardy, “Trump y la legitimación del odio”, en El Universal). En esa situación, ¿no es lógico suponer que ese ciudadano relegado coincide con él, por ejemplo, en su política contra el ingreso y permanencia de latinoamericanos?