En vez de mudar la DEM, mudemos el guarimbódromo

Hasta ahora el alcalde Muchacho se lleva la palma. Le ganó a Ocariz, que no logra levantar la insurrección en Petare; a Smolansky, que tiene que incursionar en los barrios del municipio Libertador porque en El Hatillo nadie le para bolas (la última vez que anduvieron con él, la gente terminó bañándose en El Guaire). El alcalde Muchacho sólo compite con el de la ciudad de Mérida, donde en dos avenidas tienen azotados a los ciudadanos lanzando a cada rato morteros y quemando basura en las calles. Hasta a su jefe le ganó el alcalde Muchacho: Capriles no levanta ni una mosca en Miranda a cuenta de Gobernador; tal vez eso le pasó por robarse la candidatura. Lo cierto es que el alcalde Muchacho está feliz, es decir, un Muchacho comiendo mocos: su ideal de niños y jóvenes jugando una gran partida de videojuegos, en donde todos interactúan entre sí, jugando a los héroes duros y malos, con una abuela sobreprotectora que resultó ser la Fiscal General, parece haberse cumplido. Muchacho logró en sus pequeños espacios muy bien demarcados tener su propio parque temático: el Guarimbódromo. ¡Bravo, Muchacho! ¡Lo lograste! Ahora seremos un referente del turismo. El turismo de Carnaval se lo lleva Rio de Janeiro, para ser disfrutado en febrero; y el guarimbeo se puede promocionar en Caracas durante la temporada marzo-julio; porque después vienen las graduaciones y, por mucho que guarimbeen los niños pacíficos de 17 años, tienen que graduarse de bachillerato; sino, no les darán más permiso para luchar por la libertad.

Resulta incómodo lo de tener el municipio Chacao como "Ciudad Guarimba", porque eso de fungir como espacio de drenaje psicológico multitudinario resulta costoso a los habitantes de la Gran Caracas. La desconcentración de acciones violentas de carácter fascista sólo llega a la autopista Francisco Fajardo, donde se localiza un importante grupo de pacíficos agresores bajo el ala de la impunidad que les brindan las policías del rrrrrrégimen de Capriles, el dictador de Miranda. En vez de Chacao como "Ciudad Guarimba", pudiera construirse un Guarimbódromo en las afueras de Caracas, o en sitios muy protegidos por el rrrrrégimen de Capriles; por ejemplo, en los alrededores de La Lagunita, donde hay excelentes caminerías, y los niños pacíficos pueden quemar a sus anchas toda la vegetación, y echar cohetones cerca de las casas y los edificios de personas que no dependen de la bolsa del Clap o de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Allí pudieran reunirse hasta el otro día, amanecer haciendo barricadas y nadie los reprimiría. Todos allí entenderían que los muchachos necesitan drenar sus angustias juveniles ante las cosas que no comprenden, y sus padres y vecinos colaborarían con ellos en drenar sus propias frustraciones por no poder irse demasiado.

1,4 kilómetros mide el Guarimbódromo de Chacao, es decir, desde Plaza Altamira hasta la entrada de la avenida Libertador. Resulta demasiado recorrido de horror para los mismos disfraces de terroristas de siempre: rostros ocultos y torsos juveniles desnudos, con las mismas bombas molotov y los mismos morteros mata-niños que siempre les da el alcalde, el Muchacho ese…



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Carolina Villegas

Investigadora. Especialista en educación universitaria

 saracolinavilleg@gmail.com

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