"¡Que el diablo me lleve!" Popeye
Avispados (como creen que son) unos cuantos operarios políticos del oposicionismo decidieron aprovecharse impúdicamente de la jocosa propuesta de Benjamín Rausseo (el Conde del Guácharo), inicialmente concebida por el artista como tema de su propuesta de esta temporada para el show que le ha hecho famoso, porque en su atrabiliaria disociación psicótica supusieron que la gente del pueblo sigue a Chávez exclusivamente por su condición de hombre humilde y populachero y no por sus extraordinarias cualidades de líder ni por su avanzada propuesta de cambio y de justicia social, pensando ingenuamente que en ello el Conde del Guácharo tendría enormes ventajas frente al Presidente más popular y querido de la historia contemporánea venezolana.
Quienes actuaron como burdos manipuladores de la oportunidad que abría el tema electoral para un vulgar es pectáculo nocturno, tratando de capitalizar la fama de un cómico como recurso de salvamento al terrible drama de la impopularidad de la oposición, asumieron extasiados que la masa electoral que mayoritariamente vota por Chávez es estúpida (y hasta retrasada mental, como lo han supuesto siempre) y que en virtud de ello, en vez de seguir buscando en vano al idílico líder que los representase por fin con cierto grado de calidad intelectual y verdadero talento, podían saltar de nuevo ha cia atrás y presentar arrogantes al torneo electoral la opción de un farsante de profesión, cuyo mérito más significativo a lo largo de casi veinte años es su proverbial manejo de la procacidad y el lenguaje más obsceno.
Pero, pasado ya el furor de esa, su más reciente irresponsabilidad, termina poniéndose de manifiesto, cada vez con mayor claridad, la persistencia del oposicionismo en el fracaso.
Ni siquiera en ese simple acto de reconocer como opción aceptable su descabellada idea de una candidatura ramplona que en verdad los auxiliase lograron ponerse de acuerdo y terminaron escogiendo, otra vez por consenso de cogollos, al más lerdo, insustancial e ignorante de sus dirigentes como candidato presidencial, intelectualmente por debajo incluso de las ya ridículas posibilidades que les ofrecía el cómico de Musipán.
Al final de cuentas, si son tan torpes... ¿cómo ha de ser su líder?
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