Es claro y evidente que la oposición venezolana, liderada desgraciadamente por un reducido grupo que no soporta unos tés psiquiátricos, busca afanosa-mente romper con el hilo constitucional que la mayoría del país nos hemos venido dando a través de los procesos electorales, libres y soberanos, que se han llevado a cabo a lo largo del tiempo en la república.
Julio Borges, desde la clandestinidad, al igual como lo hace Antonio Ledezma, son los “conspicuos” opositores que promueven por la vía del golpe la caída del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Para ello, estos verdaderos vende patria, no han tenido el menor recato y decoro, para pedir de rodillas ante el imperio y ante la Unión Europea que a Venezuela se le invada de una vez por todas, sin tomar en consideración lo nefasto que sería para el país que se diese un proceso de tal magnitud.
Olvidan incluso el mal ejemplo que vive Colombia, desde hace más de 50 años, con una guerra interna, fratricida e interminable, que perfectamente se pudiera reeditar en Venezuela.
Borges, con su cara de “gurrumino”, pretende hacer creer ante la comunidad internacional que en nuestro país se vive una dictadura, que viola los derechos humanos, que impide -incluso- que la gente no pueda ni siquiera respirar.
Lo peor es que los mensajes mediáticos y conspiradores los venden en el extranjero haciendo creer que los venezolanos somos unos verdaderos tontos y estúpidos, que apoyamos semejante propuestas.
Lo grave del asunto es que el bendito imperio, con la sed de sangre que siempre los ha caracterizado, dicta la pauta en esa dirección, para buscar el justificativo de cumplir con una invasión armada, que solo dejaría luto, dolor y frustración.
El gobierno venezolano, hasta ahora, por fortuna, ha tenido la capacidad analítica y la sapiencia para desmontar la guerra mediática que promueve Borges y Ledezma, desde el exterior.
No obstante es necesario que cada venezolano tome clara conciencia del problema, y salga a rebatir con contundencia los nefastos llamados que hace la oposición.
Acabamos de ver que el Grupo de Lima, que es incluso contrario a las políticas de Venezuela, ha rechazado todo intento violento de que se cumpla una invasión en perjuicio del país.
Pero por el contrario, el nefasto secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, demostrando poca sapiencia y tino, acaba de pedir, sin recato y sin cordura, que se lleve a cabo la intervención.
Desde luego a Almagro le importa poco que cientos de vida perezcan debido a semejante acto y las consecuencias que se pudieran generar, en el futuro inmediato, en perjuicio de la región, que entraría, sin lugar a dudas y de manera irremediable, en una lucha armada.
Es evidente, que tanto Borges, como Ledezma, incluyendo también a Almagro, como verdaderos “perros de guerra”, representan no solo los intereses del imperio, sino de los grupos armamentistas que desean vender cada días más sus nefastos “juguetes”, para acabar con la vida de los pueblos libres y soberanos, que hasta ahora se mantienen en sana paz.
*Periodista
