Anda lloriqueando porque le mojaron el flux en el aeropuerto. El victimario que sueña con que las bombas imperiales caigan sobre nuestras cabezas haciéndose la víctima. No le hicieron nada de acuerdo a lo que se merece. Doble delincuente, que tiene prohibición de salida del país por parte de las autoridades legales de la República y sin embargo sale y vuelve. Tipejo de segunda que recorre parte del mundo, en la gira propagandística que le montó Trump, promoviendo agresiones contra nuestro país. Acaso sueña con que lo encarcelen, ahora más que nunca, en el momento de su declive, del eclipse inevitable que se le acerca a pasos agigantados. Que se cuide, porque puede terminar como Leopoldo López, que se quiso disfrazar de "Mandela venezolano" y terminó olvidado de Dios preso en una embajada.
Ahora que se viene el Carnaval, se le ve peor que nunca antes el disfraz de Presidente. Si hubiera llegado a Maiquetía como el presidente "en disputa" (como dicen de Maduro en la Voz de América) de la Asamblea Nacional en desacato, seguramente nadie le hubiera parado ni media bola, pero ese es el problema de cuando te pones un disfraz que no te cuadra, como si yo me disfrazara de monjita.
A ver, para bien del disfraz le hubiera servido llegar a Rampa 4, que es adonde llegan los presidentes venezolanos de verdad. Hubiera volado no por una aerolínea comercial portuguesa, sino en un Air Force One, para decirlo en el lenguaje de sus amos, o al menos en un camastrón como viajaba el Chávez recién investido. No, compró pasaje como el cualquiera que es, pasó las maletas por un detector, esperó como un pendejo que anunciaran el abordaje y se sentó en primera clase como el exitoso corrupto (su único éxito) que es. Llegó al aeropuerto de La Guaira, mandó a algún secuaz a retirar el equipaje en la correa correspondiente y pasó por inmigración como cualquier pelagatos, donde además le retuvieron y picaron la cédula como si nada ¡Qué extraño "Presidente" es este! Presidente real no vuela en aviones comerciales, no llena formularios de aduana, no tiene que cargar cédula ni tarjetas de crédito ni un carajo, es Presidente, todo eso lo tiene resuelto sin despeinarse.
Hay algo que describe muy bien el verdadero carácter de este disfraz. Al aeropuerto no fueron a recibirlo los venezolanos opositores, lo cual les facilitó el trabajo a los nuestros, ni siquiera "sus" diputados ni su "Junta Directiva", solo Williams Dávila, quien puso pies en polvorosa a la primera escaramuza ¿Quiénes estaban, además de los escoltas? Los embajadores de Portugal, Rumania y Francia, y un representante de la Unión Europea, ahí está el detalle. El tipo es presidente solo para Trump y sus aliados, por ahora, porque cuando termine de rodar le van a dar una sonora patada por el rabo y apelarán a algunas de las opciones que "están sobre la mesa". Para la absoluta mayoría de los venezolanos es un papanatas intrascendente, sobre todo para los de la oposición, que le viven dando hasta con el tobo en las redes digitales.
Al fin y al cabo, este tarambana es un artista del disfraz mal elaborado. Ya una vez se disfrazó de culo enseñando las nalgas. También se disfrazó de caperucita roja (versión gris) para reunirse a escondidas con Diosdado. Y de saltamontes para tratar de entrar a la fuerza al Palacio Federal Legislativo y tampoco pudo. Pero no tendrá que disfrazarse de fracasado, que es su verdadero atavío. De pronto se medio salva, termina postulándose otra vez a diputado y que siga el negocio.