El dirigente del partido de Rosalito, el señor William Ojeda, solicitó al Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) un plan de desarme nacional para tratar de desminuir la inseguridad.
Si William Ojeda es un político honesto, antes de acudir al CICPC debió dar el ejemplo y haber desarmado públicamente a Rosalito. Pues, según un artículo de Milagros Socorro publicado en El Nacional el jueves 21 de septiembre del año 2006, el filósofo zuliano es un hombre que anda armado y acostumbra arreglar sus problemas a tiros. (http://cuestiondemetodo.blogspot.com/2006/09/una-mirada-de-milagros-socorro-al.html).
El caso es que la periodista cuenta que “una noche de 1984, poco después de las elecciones de diciembre 1983, cuando salió triunfador Jaime Lusinchi, se hizo una sesión solemne en un teatro de Santa Bárbara del Zulia para instalar el Concejo Municipal del distrito Colón y nombrar su junta directiva”.
Socorro agrega que “Acción Democrática había obtenido la mayoría de los votos y, desde luego, el presidente del Concejo sería uno de sus militantes. Todo constaba en el acta protocolar que estaba a punto de ser leída y firmada. El teatro estaba lleno. Tampoco es que la oferta nocturna de Santa Bárbara fuera muy variada, de manera que al evento concurrieron los políticos de la subregión y una multitud de simples espectadores, Entre ellos se encontraba el joven diputado de la Asamblea Legislativa y jefe de AD en el sur de Lago, Manuel Rosales”.
Puntualizando, Socorro revela que “cuando se da lectura al acta, se produce una sorpresa: el nombre del presidente era distinto al que constaba en el Acta. Se había producido una pequeña conspiración y entonces comenzó la algarabía. La concurrencia se dividió en dos bandos y cada uno gritaba el nombre de los dos concejales: el que estaba dispuesto por el partido para presidir y el que a última hora había sido impuesto. Era evidente que todo aquello estaba montado. El conflicto fue cobrando intensidad. Se alzaban voces furiosas. Ya nadie escucha a nadie. La trifulca se había generalizado y el estruendo era atronador”.
Socorro resalta que “en medio de la algazara se oyeron unos disparos. E inmediatamente se hizo el silencio. La gente corrió hacia las puertas del teatro y dentro quedaron muy pocas personas. Sentado en una butaca estaba el autor de los tiros, Manuel Rosales”. Y remata solemnemente: “El hombre había cobrado”.
¿El hablar golpeado y chillón de Rosalito, es propio de individuos que se sienten guapos y apoyados? William Ojeda, pregúntale a tu jefecito político ¿qué hizo el arma que utilizó para imponer su voluntad política en el caso que narra Milagros Socorro? ¿Será porque Rosalito siempre anda armado que amenazó con cobrar el 3D?
Hablando de cobrar, William Ojeda te pedimos que desarmes urgentemente a Rosalito, antes de que les dé un tiro a los jubilados y pensionados de la gobernación del estado Zulia que diariamente protestan frente al Palacio de los Cóndores, con la finalidad de hacer efectivas sus pensiones y prestaciones sociales.
vchavezlopez@hotmail.com