Demostrando de que el palo no está para cucharas, como dicen en Colombia, el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, en una concentración realizada el pasado viernes 21 de septiembre en la calle 72 de Maracaibo pronunció una frase que es un auténtico amasijo de despilfarro: “Hay que salir a la calle a defender la Constitución Bolivariana de Venezuela”.
Sin necesidad de realizar un examen meticuloso de nuestra historia reciente, decimos que esta Carta Magna que hoy Rosales pide preservar, es la misma Constitución que él, junto a todo el oposicionismo, violó durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 al refrendar con su puño y letra el decreto dictatorial de Pedro Carmona Estanga.
Como dicen que está prohibido olvidar, le recordamos a Rosales el “Artículo 3° de El Carmonazo: “Se suspende de sus cargos a los diputados principales y suplentes a la Asamblea Nacional. Se convoca la celebración de elecciones legislativas nacionales a más tardar para el mes de diciembre de 2002 para elegir a los miembros del Poder Legislativo Nacional, el cual tendrá facultades constituyentes para la reforma general de la Constitución de 1999”. Es decir, Rosales apoyó y revalidó a rajatabla la propuesta inconstitucional golpista “para la reforma general de la Constitución de 1999” contenida en el Decreto Carmona. ¿Nadie le dijo a Rosales en AD que la democracia debe ser un comienzo, no un final?
Como Rosales es básicamente un mentiroso, adelantándose al Carnaval, se disfraza de adalid de nuestra Carta Magna que fue abolida por el oposicionismo durante 48 horas en el año 2002.
Rosales pidió “salir a la calle a defender la Constitución Bolivariana de Venezuela”, pero no habló de estar arrepentido del delito que cometió el 11-A. Arrepentimiento es una palabra que no existe en el glosario de los que tutelan el oposicionismo fundamentalista y disociado.
Otro embrollo mental expresado por el filósofo de la Vereda del Lago de Maracaibo en la citada concentración fue el fogonazo de monstruosidad que sigue a continuación: "El funcionario de la Dirección de Inteligencia Militar, Claudio Macías, fue tratado con respeto durante su reclusión en el penal de El Marite".
Como un trueno al oído han caído estas canallescas y repugnantes palabras. Pues, hay que ser cínico, perverso y no tener entrañas, para decir impunemente la barbaridad, para articular el relincho de satisfacción de que un hombre asesinado fue "tratado con respeto?".
Como se recordará Claudio Macías, fue localizado ahorcado y con traumatismos en todo el cuerpo el pasado miércoles 8 de agosto, en el Pasillo 5 del Pabellón B del Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas El Marite de Maracaibo. El Ministerio Público ha imputado a nueve personas por la muerte del funcionario perteneciente a la DIM.
Señor Rosales, ¿de cuándo acá quitar la vida equivale a reverenciar o adorar a alguien? Después de emitir semejante monstruosidad, a Rosales sólo le faltó pronunciar la repelente arenga de los falangistas españoles: “Viva la muerte”.
Cabe destacar, que días antes Rosales les dijo a los periodistas zulianos: “Hay un diario de Maracaibo que sólo me saca en las páginas amarillas”.
¿Se refería a “la página roja” o de sucesos”? Si nos apegamos a los estudios de la Teoría del Color, tenemos que “la tonalidad amarilla se asocia, entre muchas otras, con la cobardía, el deterioro, la envidia y el celo”, por lo cual Rosales –según su distorsionado pensamiento- debe permanecer castigado en “las páginas amarillas” ya que es el color que mejor lo retrata y calza.
Después de escuchar las frases anteriores, queda claro y es atinado decir que, aunque parezca insólito y vergonzoso, el filósofo de la Vereda del Lago de Maracaibo vive en los sótanos del sentir y del pensar.
Si nadie lo remedia, lo grave del caso es que Manuel Rosales sigue sin dar muestras de querer salir del túnel o de desear resurgir del subterráneo mental en que se encuentra.
Para desahogo del filósofo de la Vereda del Lago de Maracaibo, muchos dirán: “No hay que pedirle peras la horno”. Razón tendrán.
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