Earle Herrera y el 109 los volvieron locos

La jauría neofascista ha comenzado a reaccionar del shock que les produjo la modificación e inclusión en la propuesta de Reforma Constitucional del artículo 109, que reafirma la Autonomía Universitaria, democratizando las universidades. No podía esperarse menos de este sector minoritario de la sociedad venezolana, afectado en su subconsciente por las radiaciones televisivas emanadas desde Globoterror, factor que se ha erigido –por la gracia del Departamento de Estado estadounidense- como dirigente del oposicionismo “venezolano”.

Así hemos visto desfilar en la prensa diaria y universitaria, así como en la y TV, a los más connotados voceros de la rancia oligarquía profesoral: Antonio París, Cecilia García Arocha, Víctor Márquez, Domingo Maza Zabala, Luis Fuenmayor, Luis Britto García, Amalio Belmonte, Jesús Villarreal, Benjamín Sharifker, Roberto Briceño León, Jorge Pavon, entre otros; expresándose en contra de la Reforma Constitucional y manifestando su odio visceral en contra de aquellos que comparten espacios de trabajo en las universidades, siendo sus argumentos por lo demás bien disparatados, tales como que: la Reforma eliminaría la libertad de cátedra, elimina la autonomía, que los trabajadores no tienen competencia ni conocimientos para elegir las autoridades universitarias, que se creará clientelismo, que los estudiantes tienen una vida universitaria corta y no están maduros para este tipo de elección, y el más generalizado es el que en las universidades prevalece es la academia.

Este último argumento merece nuestra atención, ya que es el más empleado por quienes se oponen rotundamente a la reforma propuesta, ya que pudiera calar en aquellos quienes no conocen la realidad universitaria, en aquellos que no conocen por ejemplo que el rector de la UCV se definía hasta hace pocos años en el CEN de Acción Democrática, que un pequeñin personaje quien fuera vicerrector administrativo, por su condición de responsable político de AD, era quien decidía el que se sentaría en la silla de Vargas durante cuatro años. Mientras esto ocurría, los partidos políticos se encargaban de llevar a los dirigentes estudiantiles a las mejores tascas de la capital y en esos lugares, también se decidía el rectorado de la UCV. Mucha academia, y de la mejor, se destilaba en la elección del rector y demás autoridades universitarias.

Más recientemente, fuimos testigos de la penetración del sector financiero en la elección de las autoridades universitarias, mucho dinero aportaron para la elección de su candidato y el pago posterior podemos verlo en las numerosas agencias y cajeros automáticos que inundaron los espacios ucevistas, asimismo en los carnets que pomposamente llevan sobre sus cuellos algunos miembros de la comunidad Ucevista, curiosamente, ese exrector hoy es un finado banquero y connotado oposicionista. Todavía está en mora la Contraloría General de la República con los universitarios en la revisión de las finanzas de esa gestión; así como, en la evaluación y análisis de la Declaración Jurada de Bienes de esas autoridades.

Pero si analizamos el caso de las autoridades locales, valga decir, los decanos, la diferencia no viene a ser mucha, puedo contarles el caso de una Facultad ucevista, cuyas elecciones se realizaron hace un año. Allí se presentaron tres candidatos, dos de oposición y uno pro oficialismo. Clasificaron para la segunda vuelta los dos oposicionistas, lo que significaba que la decisión de quien sería el decano quedaba prácticamente en los votos oficialistas. Al activarse la academia, muchos cargos (coordinaciones y direcciones) le fueron ofrecidos a este sector de votantes. En definitiva, este grupo de votantes se decidió por una de las opciones, hasta un ex ministro del Gobierno Revolucionario llegó a la Facultad, a fin de ratificarle al candidato seleccionado los votos de este sector, que en definitiva sería el ganador; ya el decano no se decidía en el CEN de AD, ahora se definía en el cubículo del ex ministro, el mismo musiu con diferente cachimbo, como dice la conseja popular. Viva la academia!

Ah, se me olvidaban los estudiantes...Pues bien, para garantizarse su apoyo un mes antes se les acomodaron sus locales, se les dotaron de computadoras y, una vez electo, el decano les dio un local donde montar el tremendo negocio del fotocopiado. Viva la academia!

Esta es la academia y la autonomía, que hoy con gran fervor defienden el oposicionismo y los seudo revolucionarios, que afuera son socialistas y adentro de las universidades se comportan como conservadores, más bien derechistas. El pueblo tiene la palabra, solo queda de parte de los universitarios explicarles lo que sucede al interior de las universidades. Viva la Reforma!

henryesc@yahoo.es


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Henry Escalante


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