Entre los grandes temas de estas semanas, junto a otros como el de la “disciplina”, está el del Poder Popular y al igual que en la mayoría de los casos el problema no es la diversidad de opiniones, enfoques y definiciones que se asumen para el mismo en el debate colectivo, el problema real surge de la utilización que de el mismo hacen muchos que detentan espacios de poder constituido.
El Poder Popular en primera instancia no es más que la invocación al Poder Constituyente u Originario reivindicado con espacios concretos en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por eso es que no es cuento que concebir al Poder Popular, como lo hacen algunos gobernadores, alcaldes, diputados y otros actores, como apéndices de las instituciones es el intento más grosero de “matar a la criatura antes de nacer”.
Pero además de eso el Poder Popular es la expresión organizada del pueblo para, como una experiencia concreta, participar a través de instancias en la gestión pública, en la solución concreta a sus problemas concretos y en darle materialización a las premisas fundamentales de nuestro proceso como la Participación y el Protagonismo, ese mismo que en la mayoría de los casos cuando apenas da muestra de “asomar la cabeza” no falta funcionario que aparezca “con un palo”.
Ahora bien, el tema del Poder Popular no esta aislado de la caracterización del proceso bolivariano y de la alianza amplia que lo acompaña, la cual va desde posiciones programáticas consecuentes con el planteamiento histórico del socialismo hasta sectores de derecha (así sin comillas); no sería ni sano, ni serio, ni justo ni mucho menos objetivo negar que ha sido en el marco del proceso bolivariano cuando el Poder Popular (que ha existido desde antes como expresión de lucha del pueblo), ha tenido no solo una formulación y práctica concreta sino un decidido impulso en voz del propio Presidente de la República y líder del proceso bolivariano; el problema estriba en pensar que el Estado capitalista que aún tenemos en Venezuela impulsará el surgimiento de formas de poder alternas y revolucionarias por su contenido transformador.
Por eso es que mientras en propagandas institucionales, en el estado Bolívar lo vemos a cada rato, se invoca al Poder Popular, en cualquiera de sus manifestaciones organizadas, no se le permite la más mínima disidencia sobre las ejecutorías y decisiones de los espacios del Poder Constituido porque esa maquinaria toda del aparato Estado sabe lo que se está jugando y entonces, como un experto mago, pretende hacernos creer que darle poder al pueblo es solo gestionar los recursos que por derecho propio le pertenecen a las comunidades para que estas los administren y ejecuten (casi siempre además con mayor eficiencia y control que las instituciones), pero además de eso los recursos que “bajan” a las expresiones del Poder Popular casi siempre están condicionados a de “quien sea” esa expresión organizada del pueblo.
Otra de las discusiones que con toda pertinencia hay que dar, en el marco del debate sobre el Poder Popular, es que este no debe ser solo la expresión organizada de las comunidades territoriales (por así decirlo), sino que en el intereses de transformar las relaciones de producción para que surja un Estado nuevo y revolucionario, debe existir Poder Popular en los centros de trabajo; es decir, Consejos de Trabajadores y Trabajadoras, que ya tienen expresión en dos leyes orgánicas: la del Poder Popular y la de las Trabajadoras, Trabajadores y el Trabajo.
Hay que tener mucho cuidado con los gazapos y contrabandos que buena parte del poder constituido pretende meternos con este tema de primer orden.
Militante del PCV
@edgarmelendez79