Mucho. El Poder Popular no es una entelequia. Es, en Venezuela, el protagonista consciente y organizado, de sus destinos. Aún así, es importante puntualizar algunos elementos. Sobre todo porque el Estado venezolano sigue siendo de clases y su estructura está determinada, por ahora y en última instancia, por la clase dominante, por los dueños de los medios de producción, por el capitalismo. Sobre todo porque nuestra propuesta de sociedad socialista –con sello de identidad Bolivariana y Chavista- aunque ha definido en la Constitución de la República Bolivariana, líneas general de "navegación" hacia un Estado de nuevo tipo, éste no existe aún.
Solamente la actual Asamblea Nacional Constituyente, en funciones plenas, en consulta popular masiva, participativa y protagónica, consulta, legisla y continuará haciéndolo para definir al Estado de nuevo tipo, a ese Estado que sentará los cimientos para la necesaria transformación cultural, radical, en pensamiento y valores, para producir, distribuir y consumir bajo principios de igualdad, bajo principios socialistas.
Bueno es recordar que la figura del Estado está contemplada como institución de "equilibrio" o conciliación de clases. El Estado sólo es imaginable en sociedades de ese tipo. En la última y más perversa de las sociedades de clases, en el capitalismo, el Estado ha adquirido un nivel de desarrollo tal que es allí donde se conjugan los aparatos políticos, económicos y militares con los que el filósofo francés Louis Althusser denominó "aparatos ideológicos" (como la escuela y la iglesia, entre otros). Represión y consenso establecen una armónica relación de complicidades para el dominio y la hegemonía, característicos del capitalismo.
Por eso es que cuando el Poder Popular desarrolla sus propuestas de acción revolucionarias y contrahegemónicas, lo hace pensando en una sociedad sin clases y, por consecuencia sin Estado. El referente utópico comunista, aparece así mediado por una transición entre la vieja sociedad que está muriendo y la que se está gestando. En ese período se avanza en socialismo, lo cual es una incipiente construcción en la formación social venezolana.
Es el Comandante Hugo Chávez, con su propuesta y victoria Constituyente de 1999, quien mayores pasos de avance y profundización ha logrado dar en Venezuela, en unos 200 años de vida republicana. Sus ideales Bolivarianos junto a la identidad de clase proletaria (y campesina) que siempre le caracterizaron como individuo, ayudaron al diseño de una Constitución como la vigente en nuestra 5ª República. Y, aunque esa Carta Magna en ninguna parte menciona la soñada sociedad postcapitalista como socialista, sin embargo, la fórmula bolivariana de "la mejor forma de gobierno" le impulsa a proponer y desarrollar nuevas formas de organización y funcionamiento del Estado, como las fundamentadas en las distintas Misiones sociales y en decisiones sobre el aparato represivo de éste, al cual se le prohíbe expresamente el uso de la fuerza para el control del orden público, entre otros actos atenuantes como la condena a la discriminación y la búsqueda de equilibrio legal para las sanciones.
Las presiones imperiales de poder económico y político internacional se arrecian contra Venezuela en un deseo por frenar toda reforma del Estado que atente contra los intereses de clases de los dominadores capitalistas y, por supuesto, que impidan el establecimiento de un Estado de transición a la sociedad Comunista, como la denominada socialista.
Esa última es la causa fundamental del poco desarrollo socialista en Venezuela, pese a las propuestas gubernamentales iniciadas por Hugo Chávez y continuadas por Nicolás Maduro, en el ejercicio constitucional de sus mandatos en la 5ª República con orientación de la Constitución promulgada por el pueblo venezolano desde 1999.
Hoy entendemos que la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, basada en el poder originario del pueblo, concede la potestad a ese suprapoder constitucional, para incorporar decisiones y leyes en beneficio del mejor vivir venezolano, de la soberanía económica, judicial y comunicacional, entre otras fuentes de fortalecimiento socialista del Estado de nuevo tipo.
Entonces, cuando nos preguntamos ¿qué le importa el Estado al Poder Popular?, la respuesta aquí argumentada es ¡Todo! El Poder Popular, cuando se le consigue una subordinación que le invisibiliza como tal y se impide su organización consciente –como ocurrió durante todos los casi 200 años de padecer la IV República- es muy difícil que tenga interés por el Estado. Si acaso llega a tener interés por los gobernantes y sus efímeras acciones pero no exactamente por el Estado. El interés del Poder Popular por el Estado, es un interés de clase. No es el interés por el cambio de gobernantes, sino por el cambio radical de sociedad. Es un interés revolucionario. Es el interés por alcanzar un nuevo Estado y, sobre todo, una sociedad nueva.