Por no hacer frente a las consecuencias de la crisis económica, todos deberíamos estar de preaviso:
La escalada está armada, Los medios de comunicación están activados y ya vislumbran un resquebrajamiento de lo que empezó como un sentimiento nacional y ahora se ha transformado en la reacción de otras personas con otros sentimientos nacionales. Si lo vemos desde el punto de vista de la juventud estudiantil (supuestamente representada por un jovencito impulsivo que aspira a ser de una especie de farándula política para ser reconocido más como estrella que como luchador político y social perteneciente a una casta de dirigentes racionales cómo lo es la cantera de líderes que prepara la UCV y que la mayoría está en el anonimato sano y seguro pero no apreciado por quienes deciden en unos medios quién es más ocurrente y sensacionalista) estamos ante una rebelión, ya que éste jovencito se encuentra en la palestra pública vociferando generalidades en nombre de un sector estudiantil que va a las aulas a estudiar, a prepararse y a contribuir de manera alienada, aunque muchos lo nieguen, a una suerte de ascensor social, porque así lo ha impuesto la dinámica y el ánimo pitiyanqui, a graduarse y buscar la manera de adquirir “objetos” que los haga aparentar ser exitosos. Éste chamo no debería satisfacer ese ego y ese personalismo político, que atiende a la tipología de serie de televisión gringa que alguna vez a todos nos ha enganchado, donde destacan los chic@s populares.
Por otro lado, ya se activó el sector empresarial representado por unos testaferros y viudas del paro petrolero, quienes ocasionaron el mayor sabotaje petrolero en la historia venezolana, que trajo consigo escasez y recesión económica auto infringida, por quienes llevados por ambiciones de poder no miden sus actuaciones, en detrimento de otros, que pareciera no importarles. Sencillamente se trata de las jugadas más aventuradas y desesperadas de un grupo reaccionario, que ha alentado sueños de poder y un supuesto heroísmo patriota en los más jóvenes.
Independientemente del liderazgo de Chávez, todos estamos de preaviso porque no salimos a votar, porque desde nuestros puestos de trabajo con nuestros carnets en el pecho con una cadena como la de los cortaúñas y el gran cuero con el escudo, donde en letras doradas nos dice a qué grupo selecto de burócratas pertenecemos con lo cual nos hacemos llamar funcionarios, no hacemos más que revisar el “cara e libro” o chatear nuestra experiencias que cubrimos con los cestatickets o el bono, sin expresar ningún tipo de arraigo o conciencia “revolucionaria” ni tampoco sensibilidad social para con los que menos tienen (que deberían ser pocos en la actualidad de acuerdo a la meta socialista más ambiciosa en un país con tanto dinero). Pues, sí señores, toda esta carga de resentimiento que se puede encontrar desde el más letrado de los artículos de opinión hasta llegar a las puertas de baños públicos en restaurantes, universidades, etc. es una expresión más de la necesidad de apuntalar bien nuestras acciones ciudadanas como revolucionarios, como venezolanos y hacerle frente de manera argumentativa a toda esa tramoya que arrancó con grandes titulares sensacionalistas como por el ejemplo: “la franja de Vargas” o esos que desde hoy quieren alientar a la generación “i-pod”, “blackberry” “sambil”, a pronunciarse a la ligera, contra un proyecto nacional que quiere protegernos de la debacle de las ideas capitalistas consumistas. Entonces el llamado desde estas humildes reflexiones panfletarias es a reafirmar nuestro compromiso con Venezuela y con la Revolución bolivariana, a la venezolana, es cierto, independientemente de los aciertos, que a su vez, pareciera que arrecia la lucha de clases, pero políticas en la coyuntura, ni modo, como se trata de un país con mucho dinero pero, como lo dijo algún día el poeta Alí Primera, lleno de “mentes estólidas”
