Ahora resulta que ser “revolucionario” te permite, y pareciera que en Bolívar hasta te exige, ser perseguidor de revolucionarios; ahora resulta que hacerle campaña a Chávez en la pasada elección presidencial fue un pecado mortal para quienes vimos el “desinterés” de aquellos que podían (con muchos recursos) desplegar la campaña y no lo hicieron; ahora resulta que a Chávez y su gobierno se defiende diciendo si “disciplinadamente” a los lineamientos que este proponga pero boicoteándolos en la practica cuando no son favorables a intereses de clases ajenos al planteamiento histórico de la revolución; ahora resulta que el Plan Guayana Socialista es contrarrevolucionario; ahora resulta que el PCV es enemigo de la “revolución” y los saboteadores del paro petrolero pueden ser “aliados”; ahora resulta, que como casi siempre, habrá amnistía para los poderosos y persecución para el pueblo que quiere y lucha por más revolución; ahora resulta que los traidores son los que en los días aciagos del golpe plutocrático de 2002 arriesgaron su vida en defensa del proceso y los ejemplos de virtud y heroísmo son aquellos que renegaron de Chávez; ahora resulta que proponer Control Obrero de la producción como medida transicional a la superación revolucionaria de las actuales relaciones de producción capitalistas es casi una herejía; ahora resulta que aquellos personajes venidos de la rancia derecha venezolana son de un día para otro mucho más necesarios y preparados para el socialismo que los cuadros que han militado toda su vida en la causa del socialismo; ahora resulta que el socialismo no tiene nada que ver con trabajadores y trabajadoras y si con empresarios y transnacionales; ahora resulta que hacerle campaña a candidatos opositores a la gobernación en empresas públicas es un derecho que todo funcionario debe respetar (ciertamente la libertad de pensamiento y de posición política es un derecho constitucional) lo que pareciera no ser un derecho, mejor dicho lo que pareciera ser casi un delito, es acompañar públicamente al candidato revolucionario distinto a la opción presentada por el partido de gobierno (en Bolívar); ahora resulta que se invita al pueblo a ser parte activa del control sobre las gestiones pero el que denuncia se “friega”, ahora resulta que los oportunistas, al igual que los adecos y copeyanos, están convencidos que el pueblo es pendejo.
Ahora dolorosamente resulta que el líder histórico de esta etapa, quien ha inculcado con verbo y acción en el pueblo todo lo contrario a lo que los oportunistas hacen, tiene una recaída en la enfermedad que creíamos superada y el pueblo, además de preocupado y triste ante el impacto de la noticia, tiene la gran tarea de aportar como parte de su responsabilidad revolucionaria e incluso como factor emocional indispensable en la fase de recuperación del presidente la realización concreta de las premisas que llevaron al proceso bolivariano al poder y que hoy son indispensables para su fortalecimiento, lo que es lo mismo decir contra su desgaste: lucha contra la corrupción y el oportunismo, instauración real y definitiva del protagonismo y participación popular vinculante, fortalecimiento de los organismos de integración latinoamericana bajo un esquema distinto al propuesto por el capitalismo desintegrador, eficiencia revolucionaria en la gestión y lucha contra el burocratismo, surgimiento y fortalecimiento de instancias de verdadera participación revolucionaria en la vida pública: Consejos de Trabajadores y Trabajadoras, Comunas, entre otros que no son más que Poder Popular como conquista histórica del pueblo en esta etapa de transición que debe profundizar dialécticamente la liberación nacional para alcanzar el socialismo.
Ahora resulta que nos toca comprobar en la practica que hacer una revolución, sí esta es verdadera, es una tarea compleja especialmente cuando ella se pretende hacer, porque así sirve a algunos, desde las estructuras del capitalismo que decimos combatir y que son aparatos reproductores de viejos vicios y desviaciones.
Militante del PCV
@edgarmelendez79