Comenzaron a sonar las cacerolas aquella primera noche, esporádicas y dispersas, tímidas; como si en realidad nadie hubiera querido tocarlas. Revisé todos los canales de noticias para ver como se desarrollaba aquel evento en las otras ciudades, como siempre unos tratando de exagerar, de darle una dimensión que no tenía y otros sencillamente no la tomaban en cuenta. Me sentí tranquilo, pensé que aquello no pasaría de ahí y seguí alternando los canales para ver como se terminaba de desenvolver todo aquello.
Poco a poco se fue acercando un sonido inexplicable; hacía rato que ya el cacerolazo había terminado, por eso no lograba entender el origen de aquel sonido que cada vez se oía más y más cerca, como el augurio de que algo malo comenzaba a suceder, fui rápidamente a la entrada de la casa y me quedé impactado con aquello que vi.
Ante mis ojos, un desfile de adolecentes y señoras, en su mayoría, pasaban haciendo sonar toda clase de cosas que hicieran ruido. No era un grupo realmente numeroso, pero sí significativo, además eran acompañados por una caravana de vehículos, donde personas de evidente estatus social distinto a quienes iban a pie, también hacían sentir su protesta a través de las cornetas de sus carros.
Me quedé espectando todo aquello, tratando de leer en sus rostros la motivación que les llevaba a estar ahí, sobre todo a esos y esas adolecentes y otros muchachos más mayores; vi desconcierto y gregarismo. En algunos, sobre todo los que andaban en los carros, llegué a ver odio, pero vi en su mayoría a gente humilde marchando sin convicción ni consignas, nadie decía nada sólo caminaban y tocaban el objeto que tenían en la mano, como zombis globotizados, programados minuciosamente para actuar de aquella forma.
Mi compañera al verme tan preocupado, me dijo que estábamos en Carúpano y que aquí la gente buscaba cualquier excusa para armar un bochinche y si bien aquel comentario me tranquilizó un poco, no pude dejar de pensar que aquella destartalada comparsa-caravana estaba pasando frente a la casa donde vivo, porque la Guardia los obligo a desviarse de su ruta original, la cual era la plaza Bolívar, donde estaban concentrados un nutrido grupo de defensores de la Revolución y frente a la cual hay un CDI.
La siguiente noche sólo los vecinos más recalcitrantes y sus niños, tocaron las cacerolas hasta que se fastidiaron y se fueron a dormir, pero ya en el resto del país lamentablemente se hablaba de numerosos muertos y heridos, aquí en Carúpano no pasó del asedio y hostigamiento a algunos trabajadores de PDVSA, la Alcaldía y otras instituciones.
Pero se me quedó grabada en la mente aquella imagen de jóvenes y adolecentes desplazándose como autómatas, como a la espera de encontrarse con algo contra qué chocar, esos son los mismos muchachos que viven metidos en los cybercafe, jugando a matar gente, a explotar cosas a destruirlo todo y luego a vivir una vida ficticia a través de las redes sociales.
Ayer un amigo me pidió que lo ayudara a instalar una antena de televisión de CANTV, al llegar nos pusimos a trabajar y de pronto un chamo que estaba ahí, se colocó a mi lado y comenzó a ayudarme, yo acepté agradecido aquella ayuda, pero lo que más me sorprendió fue la capacidad y la eficiencia con que aquel chamo me estaba ayudando, eso me alegró mucho porque ver a una persona activa que se comprometa con lo que está haciendo, aún siendo un chamo, es para mí, motivo de satisfacción.
Al terminar de montar la antena nos pusimos a hablar y empezaron a surgir algunos desacuerdos en cómo veíamos lo que estaba pasando en el país, todos los que estábamos allí reunidos pertenecíamos al mismo estrato social, sabíamos lo que era vivir en un barrio, vender nuestra fuerza de trabajo por un sueldo miserable o simplemente no tener trabajo o ninguna oportunidad para desarrollar nuestro potencial.
El chamo que me estuvo ayudando tenía una opinión favorable a Capriles y yo le pedí con mucho respeto que por favor tratara de decirme que era lo que lo llevaba a tener esa opinión y el chamo se convirtió en un libro abierto en el que pude leer una realidad impactante.
El Chamo tiene 18 años, es decir que lleva la mayor parte de su vida en esta Revolución, pero según las cosas que me fue describiendo, él ha vivido en estos catorce años, casi la misma sensación de exclusión que yo viví en mis años de juventud allá en la cuarta república.
Claro los jóvenes de barrio de esta época, no tienen que correrle a las redadas de la policía, para evitar que les apliquen la ley de vagos y maleantes o de la recluta cada tres meses, pero si ven perder su potencial ante la falta de orientación y ante un sistema de educación que no convoca a la juventud, sino que es como un trago amargo que hay que pasar para obtener unos conocimiento que en muy poco ayudan a vivir.
Y así comienza el ciclo; vender tu fuerza de trabajo para obtener algún dinero con el cual sostenerte precariamente a ti y a quien esté contigo y drogarte, bien sea con la televisión, con la internet o con algún videojuego o alguna sustancia psicotrópica o alcohólica para no hacer conciencia de la miseria en que vives, ni soñar con otra realidad.
Y es así como viene algún Capriles a decirles a estos jóvenes que la culpa de lo que están viviendo es del Socialismo Bolivariano que el Gobierno tiene catorce años tratando de impulsar, y les hace creer que si lo apoya a él las cosas van a mejorar y todo va a ser bonito.
Y yo le digo al Chamo ¿tú en verdad crees que ese tipo que nos tiene asco a los pobres va a mejorar nuestra situación? y el Chamo que no es ningún tonto, desde un reconocimiento profundo, me dijo que NO.
Y claro que tuve que darle la razón a muchas de sus críticas sobre ineficiencia y corrupción, sobre cosas mal hechas, incluso él mismo es una prueba de la incapacidad que hemos tenido de hacer las cosas mejor de lo que las hemos estado haciendo.
Esos son los chamos que Nicolás dice que debemos ir a buscar, pero no podemos ir con las manos vacías.
Es necesario emprender un Proceso Popular Constituyente de la Producción, que en un principio apunte a resolver lo elemental como lo es el abastecimiento de alimentos y desde ese ensayo, discutir y superar los actuales modelos producción y consumo.
Un Proceso Popular Constituyente de la Producción Integral de la Vida, donde involucremos a estos chamos, no sólo como fuerza de trabajo, sino como pensadores y creadores de su propia realidad.
La Producción vista como la expresión concreta y sistematizada de los “Poderes Creadores del Pueblo”, el rentismo está enquistado en el funcionamiento del Estado, por lo que tenemos que reformular la producción desde las bases de ese Estado, es decir desde las Comunidades y desde allí, sistematizar y articular procesos ascendentes de planificación desde los cuales redefinir la arquitectura productiva del país.
El Capitalismo no está en crisis, el Capitalismo es la crisis.
noelando2003@yahoo.es