Si el apreciado y desaparecido colega Arístides Bastidas estuviese vivo, aplaudiría ese encuentro que se está dando, en los actuales momentos, entre el mundo científico-tecnológico y la producción venezolana.
Imagina uno que Bastidas podría estar escribiendo que el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC, se puso alpargatas y sombrero de cogollo y se fue al campo de la mano del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, INIA, como pudimos apreciar al titular del Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Productiva y Tierras, Castro Soteldo, el domingo en la mañana, en el programa Cultivando Patria.
Resulta que hemos visto un decidido y gran interés práctico de Castro Soteldo por fortalecer la producción agrícola y pecuaria a través del apoyo de las actividades científicas y tecnológicas, que ha sido puesto de manifiesto con el apoyo otorgado a la cría de tilapias y otras especies. Escuchamos planteamientos acerca del uso del satélite Miranda a los fines de optimizar los cultivos y el desarrollo de un sustrato entre IVIC e INIA que contribuye al fortalecimiento de las plantas.
Hay un drástico cambio que se viene dando en el área económica venezolana y que viene siendo reforzado, en momentos en los que el país está siendo afectado por una guerra económica urdida e instrumentada por quienes se oponen a la revolución bolivariana.
Y ese drástico cambio viene acompañado de un real encuentro entre los hombres, las mujeres, la aplicación de ciencia y la tecnología así como el rescate de la siembra y la cría, echados a un lado por el caduco modelo rentístico nacido de la explotación de las riquezas generadas por el petróleo
Y ese real encuentro viene dándose en diversas áreas de nuestra realidad social, donde después de largo tiempo, la decisión política que venía de la mano de Hugo Rafael Chávez Frías le echa un abrazo a los más variados niveles de la vida venezolana, incluidas en el mismo, la ciencia y la tecnología con sus indudables potencialidades.
Hay que reconocer, que las actividades científicas y tecnológicas debieron tener uno de los más grandes apoyos financieros en el pasado, aunque nunca fue así; tenía su presupuesto, pero no el suficiente que le permitiera el despegue necesario para hacer un real y verdadero aporte para la transformación del país.
En el pasado nos hicieron -pese a los esfuerzos de mucha gente que si creía en ciencia y tecnología- “…consumidores pasivos de lo que las grandes potencias producían con nuestras materias primas”, como lo reflejó el prólogo de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, impresa en febrero de 2006.
Como quiera que destacara, inicialmente, a un fallecido periodista de alta talla, como lo fue Arístides Bastidas, cierro este artículo con uno de los planteamientos que arropaba siempre todo lo que él escribía:
“El oficio de nosotros los periodistas, no es el de oscurecer las aguas para que parezcan más profundas usando un lenguaje ininteligible; todo lo contrario, llevar la claridad a donde existe confusión y llamar las cosas por el nombre con que las conocen los lectores”.
La Ciencia Amena
BASTIDAS Arístides
Caracas, 1976