El día 8 de enero de 1947 el Dr. Vicente Lecuna llevó al Dr. José Izquierdo, médico cirujano traumatólogo a la cripta de la familia Bolívar con la intención de inhumar y rotular unas osamentas que se encontraban confundidas en las bóvedas. Los acompañaban Monseñor Navarro, el Dr. Cristóbal Mendoza, un albañil y un carpintero.
El Dr. Izquierdo se sorprende al encontrar en un rincón huesos que se identifican como de perro, gallina y caballo, junto a ellos un cráneo que para la mirada inquisidora del médico aparece con un corte producido por una sierra, hecho que significa una autopsia.
Izquierdo comenta que el único que había sido sometido a una autopsia en la familia Bolívar era el Libertador.
Si ese era el cráneo de Simón Bolívar había ocurrido una violación de los restos que se encontraron en esa cripta en donde se encontraban los presente, situada bajo la Capilla de la Santísima Trinidad, en la Catedral de Caracas, hasta el año de 1876 que fueron trasladados al Panteón Nacional.
Izquierdo señaló que esta violación podía haberse producido desde el año 1843 hasta 1976. Desde ese momento saldría a la luz pública dos interrogantes:
¿Fue robado el carneo de Bolívar? ¿Había sido profanado el Panteón?
El médico traumatólogo denunció ante la Junta Revolucionaria y ante la Asamblea Nacional Constituyente. Su denuncia contaba con dibujos del cráneo y con los argumentos que esgrimía el famoso médico que ese era el cráneo del Genio de América.
La Asamblea Nacional Constituyente nombró una Comisión Especial que se dedicaría a investigar la denuncia integrada por Andrés Eloy Blanco, Rafael Caldera, Ambrosio Perera además de muchos científicos y de los embajadores de las Repúblicas Bolivarianas.
Izquierdo presentó pruebas científicas y el Dr. Dominicci integrante también de la Comisión propuso revisar si el cráneo de Bolívar se encontraba en el Panteón abriendo la urna.
El Dr. Angulo Ariza representante de la Corte Federal y de Casación se opuso a que se abriera la urna.
Era conocimiento de los presentes que el Dr. José María Vargas que había visto los restos del Libertador en 1876 le había colocado unas aldabillas de plata al cráneo haciéndole unos agujeritos y en el cráneo de la denuncia del Dr. Izquierdo aparecía un agujero de unos dos milímetros de clara apariencia artificial y no anomalías anatómicas.
Dos meses después la Comisión se dirigió al panteón sin la presencia de Izquierdo y abrieron la urna de bronce en donde reposa otra de plomo en donde se encuentran los restos, que no se abrió.
La Comisión alegó que desde afuera se veía la forma del cráneo, Izquierdo preguntó como se veía el cráneo a través de una hoja de metal y estos alegaron que la hoja era muy delgada y se tocan los huesos.
El traumatólogo refutó pero la Comisión rechazó sus argumentos presentando un informe que fue aprobado por la Asamblea.
Izquierdo siempre argumentó en contra de ese informe y dejo una gran interrogante.