La cólera de los ricos

Tuve que ir hasta la cabecera de la página para cerciorarme de que estaba leyendo el diario español El País y no un portal crítico como Rebelión o Aporrea. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, en su artículo de hoy 26/09/10, “Los ricos iracundos”, reseña el malestar y las expresiones irracionales y destempladas que caracterizan la conducta política de los ricos norteamericanos y de los operadores políticos que asumen su defensa. Comparan a Obama con Hitler y lo acusan de ser un instrumento de una conspiración contra el establishment norteamericano. Todo ello por una tímida propuesta de aumento en los impuestos a quienes tienen los mayores ingresos en el país.

“…la minoría iracunda, constituida por personas que sienten que les están arrebatando cosas a las que tienen derecho, está realmente iracunda. Y clama venganza… Hablo de los ricos.”, dice Krugman.

Para ser más explícito en la reseña de la situación, el economista agrega: “Estos son tiempos terribles para mucha gente en EE UU. La pobreza, especialmente la pobreza extrema, se ha disparado durante la crisis económica; millones de personas han perdido su hogar. Los jóvenes no pueden encontrar trabajo; los cincuentones despedidos temen no volver a trabajar nunca más.

“Pero si quieren ustedes encontrar auténtica cólera política … no la encontrarán entre estos sufridos estadounidenses. En cambio, la encontrarán entre los muy privilegiados, gente que no tiene que preocuparse por perder su trabajo, su casa o su seguro médico, pero que se siente indignada, indignadísima, ante la idea de pagar impuestos ligeramente más altos.”

Después de hacer una breve descripción de lo que pasa, adelanta que todo esto influirá sobre las decisiones fiscales y presupuestarias que se adopten; pues, en relación a los ricos “es perfectamente posible que se salgan con la suya.” Krugman argumenta:

“Es que, verán, los ricos no son como ustedes y yo: tienen más influencia. En parte tiene que ver con las contribuciones a las campañas, pero también con la presión social, ya que los políticos pasan mucho tiempo frecuentando a los adinerados. Así que cuando los ricos se enfrentan a la perspectiva de pagar un 3% o 4% adicional de sus ingresos en impuestos, los políticos sienten su dolor; lo sienten mucho más intensamente, está claro, de lo que sienten el dolor de las familias que están perdiendo sus trabajos, sus casas y sus esperanzas.

“Y cuando la batalla de los impuestos haya terminado, de una manera u otra, pueden estar seguros de que la gente que actualmente defiende los ingresos de la élite volverá a pedir recortes en la Seguridad Social y en las ayudas a los parados. EE UU debe tomar decisiones difíciles, dirán; todos tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios.

“Pero cuando dicen ‘todos’, quieren decir ‘ustedes’. Los sacrificios son para la gente humilde.”

Este excelente artículo, escrito además con un derroche de fina ironía, tiene la virtud de reflejar, a manera de espejo, el comportamiento político de la oposición venezolana y, en general, el pensamiento reaccionario en cualquier parte del mundo. Obama está muy lejos de ser un revolucionario –es una ociosidad decirlo- y hasta ahora su política internacional no se ha desviado ni un milímetro de los intereses imperialistas de su país. Pero, si la simple proposición de un ligero aumento de los impuestos es capaz de desquiciar a los capitalistas norteamericanos ¡imagínense lo que supondría -para sus acciones políticas concretas- iniciativas sociales y económicas de mayor profundidad tales como la democratización de los capitales, mayor equidad en la distribución de la riqueza o el ensayo de experiencias de propiedad social! ¡O el desplazamiento de sus operadores políticos por auténticas expresiones y representantes de las mayorías y ejercicio real del poder popular!

Tal situación sería el acabose, el rompimiento de todas las reglas, la justificación de todas las acciones conspirativas imaginables. La democracia, aún con esas limitaciones de democracia representativa y falaz, saltaría en mil pedazos. Para salvar los sagrados intereses de los capitalistas vale todo: Mentir, irrespetar las leyes, conspirar, sabotear la economía, los servicios públicos, utilizar todo el poder mediático en sus manos para demonizar a los gobiernos revolucionarios, exagerar al extremo sus incapacidades y minimizar o negar sus aciertos. Esconder bajo la palabra libertad su pretensión de libertad para explotar a los otros, para ocultar la verdad, para callar a quienes protestan.

Ninguna clase se suicida ni renuncia a sus privilegios. Las minorías privilegiadas no están dispuestas a respetar las decisiones de las grandes mayorías. Usarán todos los recursos, todas las armas de que puedan disponer para defender lo que juzgan su derecho y restablecer las ventajas que les garantiza una situación anterior. En Venezuela tenemos diez años en esta lucha y hasta ahora, por vías democráticas y en gran medida pacíficas, se ha venido decidiendo a favor del pueblo. Continuar por este camino es seguir trabajando para que se amplíe la mayoría que hoy es poder y se fortalezcan los mecanismos democráticos de decisión y de poder que hagan posible una sociedad más justa, más humana, más democrática y solidaria. Es decir, socialista.

Vale la pena leer el artículo de Krugman. Se encontrarán con un vivo retrato de la burguesía criolla y sus lacayos. Aquí les pongo su enlace: http://www.elpais.com/articulo/economia/global/ricos/iracundos/e lpepueconeg/20100926elpnegeco_2/Tes


rhbolivar@cantv.net




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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

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