Billy Wilder realizó con Marilyn Monroe una película llamada La piquiña de los siete años. Algo parecido podríamos intentar en Venezuela: una opereta menor llamada La piquiña de los quince días. Si pretendemos más elegancia podríamos hablar del síndrome, que suena más galano que piquiña. Pero no vale la pena despilfarrar donosura para tema tan palurdo como la oposición venezolana, capaz de la bufonada de deponer a Luis Alfaro, me refiero al Ucero, y a Irene Sáez como candidatos.
Se han discutido mucho y ella misma ha confesado sus prodigiosos errores. ¿Errores?
Sí, en la medida en que yerran, que se equivocan, que fracasan, etc. Pero me lo pregunto porque no sé si la palabra error no gime como eufemismo ante tamañas catástrofes.
Lo han tenido todo: medios, dólares, apoyo de la primera potencia, Harvard, MIT, Chicago.
Arsenales, policías, gobernaciones y alcaldías, plana mayor de una de las empresas más poderosas del mundo, Pdvsa.
Devoción del capitalismo mundial. Respaldo del ejército más potente de la historia, en su etapa más enardecida. De una agencia de espionaje con experiencia heredada y acumulada desde la invasión a Cuba en 1898, pasando por el derrocamiento de Mossadegh en Irán en 1953, invasión a no sé cuántos países, derrocamiento y asesinato de no sé cuántos mandatarios populares.Yparemos aquí porque sólo tengo 2.300 caracteres. La debacle, pues, no tiene excusas.
Pero sí explicación. Dos estribos resplandecen en estos ineptos y los expongo sin prevención porque no saben que son brutos y sé que persistirán en su torpeza, que es lo que conviene a esta gran humanidad.
Lo primero es la arrogancia, que conduce a la debilidad, porque el engreído, por inteligente que sea, es incapaz de apreciar sus debilidades, precisamente, y se cree omnipotente.
Y eso nos acompaña hasta mi punto: como este gobierno cae en 15 días, ¿qué importa cometer delante de millones de personas las mayores burradas, como el Decreto Inmortal de Carmona, y dejar una reguera de pruebas de culpabilidad?
Las cubren con una cortina de estridencia mediática y listo.
Los cogen con la bomba en la mano y chillan cualquier despropósito, seguros de que tienen gente embrutecida suficiente para creerles.
Lo mejor es que siguen como si nada. Míralos.