En nuestro artículo del lunes pasado nos referimos a la muerte y el terror que viene sufriendo el pueblo de Libia, donde la cobardía de algunos gobiernos occidentales, fundamentalmente los Estados Unidos de Norteamérica, se han ensañado de manera criminal con una política de aniquilamiento contra los ciudadanos de ese país. Los 50.000 muertos que van hasta este momento –según número estimado por los propios asesinos rebeldes y los de la OTAN- habla de una guerra de destrucción, de exterminio y de rapiña.
. Precisamente,
en el marco de esos bajos instintos de rapiña y destrucción por parte
del gobierno norteamericano, se juntan o confluyen algunos gobiernos
europeos que vienen siendo arrastrados por las agonías purulentas del
sistema capitalista, que ya no es capaz de sostener seguridad ni
bienestar a sus propios ciudadanos. La misma situación de agravamiento
de la crisis ha acelerado o precipitado la guerra hacia el mundo árabe,
enfocándola hacia el pueblo de Libia por ser el manjar más apetitoso. De
esa manera, se combina la crisis y la guerra, donde al parecer el
inicio de “operaciones” no solo reactiva sentimientos de
odio y temor sino también el aparato productivo de los países. Es algo
así como que “alguien” tiene que reponer las balas
que han matado a 50.000 ciudadanos libios y destruido la
infraestructura de ese país. Y ese gran “constructor” es precisamente el
gobierno norteamericano, perdón quise decir el pentágono, que en verdad
es el que manda, el que tiene el poder real en los Estados Unidos.
Esa
práctica combinada de crisis y de guerra no es novedosa, ni un invento
en estos tiempos borrascosos del Siglo XXI, sino que es una patente del
gran complejo militar y tecnológico que tiene Estados Unidos. Esa gran
industria militar cuyo epicentro es el pentágono es un poder oculto,
pero real y monstruoso, tan así que el Pentágono –según lo narra Juan
Bosch en su libro: El pentagonismo, sustituto del imperialismo- dispone
de más dinero que el gobierno federal norteamericano; lo que indica que
el Pentágono es un poder real y efectivamente más poderoso que el
gobierno federal. En base a planes ya elaborados desde la Guerra de
Vietnam, ese poder militar que opera abiertamente con el
gobierno civil
direcciona acciones de guerra que a su vez activa otros anillos del
núcleo de poder, entre los que figuran los “financieros, industriales,
comerciantes, escritores, periodistas, agentes de propaganda, políticos,
religiosos”.
Mediante
el control mundial de las noticias, se silencia la historia de abusos,
de asesinatos y terror que cometen sus poderosos ejércitos. Y eso es lo
que esta ocurriendo en Libia, donde a fuerza de intensos bombardeos y
fuego cruzado se les abre el camino a los asesinos rebeldes para que
vayan masacrando a niños, mujeres y ancianos libios. Aunque usted no lo
crea, a medida que van cayendo los cuerpos ametrallados, las ganancias
se cotizan altas y la economía norteamericana deja de tambalearse. Esa
es la verdad y la realidad que se vive. Yo no exagero y además me apoyo
en otras voces y análisis que se han hecho y que se hacen todos los
días.