Abril, mes de calores. Mes de amores y de olvidos. Mes de luchas y de recuerdos. Mes imprescindible para entendernos en la contemporaneidad de nuestra historia.
Abril de 2002 representa una puerta a la dignidad y a la irreverencia de este pueblo venezolano, al que se le ha querido estigmatizar y convencer, sin éxito, de ser flojo, pacífico, sumiso, tranquilo, acomodaticio, guabino y…tantas cosas más….
Ese cuarto mes del año 2002 se avizoraba conflictivo. En su atmósfera flotaba un vaho rancio y pesado, de conspiración, de traición, de trampa. Estaba allí, alimentado por los signos evidentes de una confabulación mediática, empresarial y plutocrática, que vertía todos los días, sobre nuestras vidas, su odio y su desprecio, destilados diligentemente. Y sin embargo, casi desprevenidamente, la rutina seguía. No se concebía la posibilidad de que aquel monstruo de mil cabezas, conformado por los medios privados de comunicación, partidos de la derecha, renegados de la izquierda, oligarcas, empresariado, burguesía parasitaria, representantes ilegítimos de la clase trabajadora, meritócratas, desclasados, etc., encajara sus afilados y hambrientos dientes en la yugular de nuestra revolución.
Y, sin embargo, pasó. Aprovechando una extraordinaria convocatoria, una movilización de miles de personas que marchaban impulsadas por el odio sembrado en contra de Chávez, la indigna dirigencia que asomó en las tarimas propició el cambio de ruta y enardecida e irresponsablemente la conduce hacia Miraflores.
Y pasaron tantas cosas incomprensibles, irrepetibles e inenarrables. Tantos sucesos aparentemente accidentales, pero cuyo análisis posterior no deja muchas dudas acerca de la premeditación y alevosía que hubo en su concreción. Se hizo sangre y muerte, profunda y odiosa realidad, el dicho que reza: la derecha no tiene compasión con la miseria…Le dieron vida al “todo se vale”…incluso, matar a sus propios partidarios(as)
Y vertimos tantas lágrimas de desasosiego primero, de alegría incontenible, después. Angustias que movieron a un pueblo inerme, dispuesto a ponerle el pecho a las balas traidoras. Dispuesto a enfrentar con uñas y dientes a cualquiera que oliera a traición. Fueron horas de espera desesperada, pero esperanzada. Horas de profunda aflicción y tristeza. El silencio más contundente y ensordecedor que jamás se haya oído sobre esta tierra fue trocado en algarabía infinita. ¡Tantas emociones juntas, en tan poco tiempo!
Abril fue tiempo propicio para ver materializar la valentía, arrojo, entrega y compromiso de este pueblo. Una mujer, de rostro cruzado por cientos de arrugas que le hacían dibujos insospechados, prácticamente inválida y aparentemente sin fuerzas nos habló en la 42 brigada de Paracaidistas en Maracay. Ella nos dijo: quizá crean que esta vieja es solo un estorbo aquí en esta silleta de cuero. Quizá digan: ¿qué va a hacer esta doñita aquí? Yo les respondo: aquí tengo este bastón. Y con él, aunque sea a uno me llevo, antes de que me maten, pero moriré defendiendo un mejor país para mis nietos y no en mi casa, de rabia o de pena.
Lloramos y celebramos esas palabras, que nos inyectaron de ánimo y ternura. Morir para garantizar el futuro. Suena contradictorio, pero esa era la disposición de quienes rodeábamos aquellas instalaciones militares, sin siquiera un arma en las manos.
Abril…sigue siendo en nuestro corazón el recuerdo de lo posible y de lo imposible. Sigue siendo clarinada. Sigue siendo mes de alerta y de desvelo. Y este año, por obra y gracia de la apetencia imperial y sus lacayos de la derecha venezolana, parece que tendrá varios abriles que tratarán de impedir que se concrete octubre. Calendario caprichoso que arma la canalla. Solo que, siguen sin aprender que este pueblo no es el mismo de 2002. Y se siguen equivocando. Nos subestiman porque su arrogancia no les permite aceptar que somos y queremos seguir siendo.
Abril…será la antesala de un octubre más prometedor y contundente, aunque para ello tengamos que demostrar, una y mil veces, la fibra de la que está hecha este pueblo…
nymphamar3@gmail.com