“Quien contradecir leyes de Estados Unidos, mi gobierno joderlo… y punto”

Vergación: estamos en el año 2012 y Estados Unidos (su Gobierno y sus monopolios imperialistas por supuesto y con un alto porcentaje de complicidad de su pueblo), no sólo sigue plagando de miseria al mundo sino, algo peor, continúa tratándolo como esclavo o instrumento de muy baja calaña. Que a la altura de este tiempo el mundo, salvo pocas excepciones, se deje tratar así con el gobierno imperialista estadounidense es cuestión de Estados epígonos pero no de pueblos con ansias de redención social. Si maldito, como dijo el Libertador Bolívar, es el soldado que dispara contra su pueblo, más maldito es el proletariado que se viste y se harta de nacionalismo para apoyar o guardar silencio ante las tropelías que cometen su gobiernos imperialistas en el mundo.

 El capitalismo salvaje, guiado por las pocas potencias imperialistas, agregó un nuevo condimento a sus políticas de expansionismo y de rapiña: burlarse con descaro y con cinismo del sufrimiento o dolor de la mayoría de la población del mundo. Esto no lo descubrieron ni lo inventaron los comunistas, ya que fue un obispo quien así lo dijo.

 El mundo actual requiere con urgencia, en todos los idiomas, un nuevo diccionario no para conocer viejas y nuevas palabras sino, exclusivamente, para saber las cosas que desagradan o que violan los gustos y las leyes de los imperialistas estadounidenses porque las que les agradan o gustan ya las han comprobado casi todos los países del planeta y, muy especialmente, donde sus botas, fusiles y soldados han andado izando su bandera intervencionista y haciendo caminos de sangre, lágrima, terror y muerte. 

 Se dice, en el argot político diplomático, que en el único país donde no se conspira contra el Gobierno es en Estados Unidos, porque allí no existe embajada estadounidense que defienda los intereses de sus monopolios económicos. En el resto del mundo, en cada embajada de Estados Unidos, tienen oficinas los conspiradores imperialistas.

 El imperialismo estadounidense quiere que toda la diplomacia internacional se realice regida por los principios nazis o sionistas de sus políticas. El terrorista embajador de Estados Unidos en Ecuador, Adam Namm, en un arrebato de ira incontrolada, se dio el lujo de gritar a los cuatro vientos (norte, sur, este y oeste) que el Ecuador corre el inminente riego de ser sancionado por los acuerdos firmados entre los gobiernos de Ecuador e Irán.

 ¿Cuál es el alegato jurídico-político para tal desfachatez del embajador Adam Namm? El siguiente cinismo: “Las relaciones diplomáticas entre Quito y Teherán contravienen las leyes de Estados Unidos…”. Estaba tan arrecho el embajador Adam Namm, que se le salieron los ojos por un momento y dijo la siguiente perogrullada como amenaza: “Ecuador está ahora bien informado sobre las leyes de los Estados Unidos, y ojalá que no vaya en contra de estas leyes".

 La diplomacia imperialista, especialmente la estadounidense, gusta de provocar reacciones airadas de otros gobiernos para profundizar en eso de meter su cuchara en asuntos que no son de su competencia. Todos los voceros del imperialismo, en la teoría, se muestran como respetuosos del derecho a la autodeterminación de las naciones, de las decisiones soberanas de otros gobiernos pero en la práctica se muestran como lo que realmente son: intervencionistas irrespetuosos de los asuntos de otros países.

 El gobierno imperialista estadounidense, por ejemplo, reacciona con ira cuando otros gobiernos le critican su apoyo a los crímenes y genocidios que cometen sus epígonos en otras naciones. En esos casos, sus voceros se vuelven furiosos y defienden a capa y espada y en forma amenazante, por ejemplo, las políticas sionistas del Estado israelita que se ejecutan contra el pueblo palestino. Baste ese solo ejemplo para tener claridad meridiana de que la diplomacia imperialista se sustenta en la grosera intervención en los asuntos internos de otros países y que no son de su competencia.

 Aun cuando se tenga contradicción con algunas políticas de diplomacia del gobierno del camarada Rafael Correa, el deber de todo antiimperialista o de todo socialista es solidarizarse con el pueblo ecuatoriano y su gobierno rechazando la injerencia del gobierno de Estados Unidos que intenta vulnerar la soberanía ecuatoriana. Lo dicho por el embajador Adam Namm es para declararlo persona no grata, por lo menos, en toda el área de las naciones que integran el ALBA. Esto sí sería, en concreto, política integracionista para defenderse de tanto intervencionismo imperialista en los asuntos internos de los países de América Latina y el Caribe.



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Freddy Yépez


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