Carajo: los gringos inventan clases como barrios

El pragmatismo, esa mezcla de empirismo y racionalismo, es el método new ideal de siempre del Estado estadounidense y sus ideólogos para determinar sus conclusiones en cualquier materia que les corresponda estudiar o dilucidar. A los imperialistas poco les importa ser inconsecuentes con la frecuencia del que sabe que vive cómodamente del trabajo ajeno y no tiene preocupación por el hambre y el dolor de los demás. Los imperialitas miden la importancia del técnico, del ingeniero y no del discurso de la dialéctica. Esta, para los empresarios gringos, existe pero no puede estar por encima ni por los lados de los intereses del amo de los medios de producción. Por eso, de vez en cuando, la dialéctica les propina golpes que requieren de conteo de ocho para superar el impacto.

 La ideología del imperialismo parte de que las personas, con mucha frecuencia, son incoherentes por lo cual, ¡he allí sus largas garras de forjadores de ignorancia y sumisión!, orientan toda la educación a evitar que la conciencia humana siga un cauce de homogeneidad porque, entre otras cosas saben, que la filosofía y la lógica tienen que fundamentarse en esa homogeneidad. El imperialismo vive del dinero y más dinero por eso deja a los filósofos la potestad de resolver los axiomas de todos los silogismos para que los soplos de los acontecimientos no alboroten el espíritu del marxismo.

Un marxista convencido de los grandes aciertos científicos de Marx es aquel que basa sus discusioness partiendo de premisas de clase y no de axiomas como tampoco de dogmas, mitos y, mucho menos, de supersticiones. Cierto es que ni Marx ni Engels dejaron un concepto acabado de clase social aunque mucho hablaron del tema. Fue Lenin quien lo aportó y lo incorporó, como enriquecimiento, a la doctrina marxista. Todo marxista sabe que en el capitalismo existen dos clases sociales principales (burguesía y proletariado) como también que entre esas dos clases existen y se mueven sectores o estamentos medios sin que ninguno sea igual a la burguesía pero tampoco al proletariado y, además, todos quisieran llegar a ser como la primera y aborrecen tener que pisar la tierra y vivir en las condiciones socioeconómicas del segundo. Por lo demás, en muchas naciones siguen existiendo residuos de latifundistas y de campesinos. Ojo: en, por lo menos, casi todos los países del planeta existe lumpen proletariado. Pocos o muchos se arrecharan, pero el Manifiesto Comunista sigue vivito y coleando en nuestro tiempo. Que Marx y Engels no estén con vida material, es otra cosa. Dios no pudo crear una fórmula para que el ser humano tuviera vida eterna. Y si ésta exitiera las guerras fuesen decididas por la cantidad más la inteligencia, porque no se hubieran inventado las armas para matar.

Los expertos, que son los ideólogos más arrechos del imperialismo, acaban de inventar un montón de clases sociales como si éstas fueran pelotas para béisbol, balones para básquet o fútbol o, simplemente, zapatos para cada categoría de personas. Son muy jodedores o mamadores de gallo los ideólogos gringos especializados en materia de clase social.

En honor a la verdad, los ideólogos gringos no tienen muchas capacidades para inventar en materia de categorías históricas, por lo cual recurren con frecuencia al plagio. Por eso se copiaron fielmente de la división de la sociedad que exitió en el Antiguo Egipto. De allí que en Etados Uidos hablan de la clase faraón, que se supone es la más alta, la que obtiene mayor entrada de dinero, la que más roba el plustrabajo del obrero. No olvidemos, por ejemplo, que en Egipto el faraón era tenido como divinidad y su función era, nada más y nada menos, que mantener el orden social del universo. Bueno eso es lo que trata de hacer el supermonopolio que domina la vida económica en esta Tierra. Eso es la oligarquía imperialista, especialmente, financiera y su Estado imperialista el gran guardián del orden mundial.

Debajo de la clase faraón ubican a la clase sacerdotal. Es más o menos como decir los sectores medios de la sociedad que es de donde el imperialismo obtiene los hombres y mujeres dedicados a la política para que ejerzan funciones de Estado o de Gobierno para administrar lo que se debe invertir en la sociedad. Estado o Gobierno que debe ser una interpretación correcta de los deseos de la oligarquía como también hacerlos cumplir y hasta tratar de darle divinidad eterna.

En el tercer escalafón o clase, de arriba hacia abajo, ubican a funcionarios y escribas, que vienen siendo todo ese conglomerado de personas que conforma la burocracia política, donde se incluyen: generales, gerentes, ministros, jueces, obispos, parlamentarios o altas personalidades que sirviendo fielmente a los intereses económicos de la oligarquía disfrutan de privilegios y de la poibilidad de robarse parte del patrominio de la sociedad.

A la cuarta clase la identifican como el Ejército, donde destacan soldados profesionales y cuya misión (ojo: con este embuste) es defensiva, porque no tiene necesidad de expansión el imperio. Todo el mundo conoce el intervencionismo del imperialismo en los asuntos internos de otras naciones. Incluso, el país de los faraones (Egipto) ha sido víctima de esa política.

La quinta clase la identifican como la más humilde, integrada por los obreros de la ciudad y del campo. Todos tienen la obligación de servir al Estado imperialista aunque jurídicamente sean libres para vender su fuerza de trabajo. Igualmente relacionan con esa clase a los artesanos y comerciantes. Está bien que lo hagan con los primeros pero no con los segundos que terminan siendo los reyes de la especulación.

Y la septima clase está formada por esclavos con la caracterítica que pueden tener algunos derechos y salario. Bueno toda la humanidad sabe que todo quien venda su fuerza de trabajo es explotado y, por consiguiente, esclavo.

Coño: mientras el imperialismo cuente con cerebros tan brillantes e ilutrados para inventar clases sociales como excusas o mentiras para invadir otras naciones (sin errar) corremos el riesgo de no salir de la clase de esclavos. Con razón en este mundo existen muchos criollos que quieren la cédula gringa para cremar –en sana paz con su conciencia- la cédula venezolana. Gato por liebre. Allá los que se dejen meter ese paquete chileno. Perdón : gringo.



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Freddy Yépez


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