La lucha contra el neoliberalismo fue inaugurada en Venezuela con la rebelión popular del 27 y 28 de febrero de 1989. En el inicio del siglo XXI, se dieron hechos inspirados en ese empoderamiento del pueblo y la defensa de la soberanía, que vendría después en Latinoamérica: la revuelta popular “anti-corralito” en Argentina; la epopeya del Agua y el Gas en Bolivia y el desmontaje del ALCA, hecho clave, como ruptura del “Consenso de Washington”. Una década de sacudidas; cambios en las políticas públicas regionales, triunfo de gobiernos progresistas, con un horizonte de cooperación geoestratégica con Alba, Unasur, Celac, Petrocaribe, Asa y Mercosur en el continente.
Las administraciones Bush y Obama han sido estremecidas en sus raíces, el debacle de las empresas de la economía electrónica; derrumbe de bolsas mundiales; lanzamiento del Euro; repunte de los precios petroleros; fin de la doctrina de defensa de USA con los sucesos del 11-S. Estados Unidos, segunda economía mundial fue desplazada por China, lanza con las “Sanciones” a Venezuela, una amenaza a América Latina. Obama, usa la máscara como “defensor de los derechos humanos” tiene la osadía de acusar al país.
Su rostro verdadero es este: suspensión de derechos políticos cercenando las libertades individuales; ha eliminado las garantías civiles y el debido proceso; no deslinda la seguridad interna y externa; es “Estado forajido” contemporáneo que no es signatario de Tratados Internacionales de La Haya; ni Kyoto; ni atiende disposiciones ambientalistas locales y sub-regionales; autoriza ejecuciones sin juicios; mantiene, pese a promesa electoral, abierto la cárcel de Guantánamo y protege al terrorista cubano Luis Posada Carriles –culpable y confeso- de la voladura del avión con 75 deportistas cubanos.
Ha acumulado escándalos públicos y notorios de las más atroces e ignominiosas torturas a prisioneros, relegados y “sin país” ni derechos. ¿Qué moral tiene USA para juzgar a funcionarios venezolanos?