Cualquier mandatario estadounidense, sea republicano o demócrata o de cualquier tendencia ideológica conservadora hubiese firmado el decreto infame contra Venezuela. Barack Obama no se gobierna solo, detrás están los famosos Halcones del Pentágono, Dpto. de Estado y la CIA.
Esa triada que ha hecho estragos en más de 70 países, invadiendo de forma frontal, o subliminalmente a través de sus cipayos y lacayos criollos a los países que se rebelan a sus designios. Como explica muy bien el profesor Atilio Boron, los EE.UU. tienen 5 condicionantes según sus relaciones con los países. Unos son amigos, otros aliados, algunos compiten, otros los adversan, y varios son catalogados como enemigos. Venezuela solo puede estar en el grupo que adversan las políticas injerencistas de los EE.UU. No somos enemigos, ni tampoco competimos, estamos distantes de ser amigo y aliado de la potencia del norte, debemos aclarar que el pueblo o los ciudadanos estadounidenses tienen todo nuestro apoyo y amistad, de hecho, Venezuela ha ayudado muchas veces en lo poco que pueda ofrecer al pueblo norteamericano. Nuestro problema no es la Casa Blanca, esta solo es un eco o portavoz de las políticas creadas en el Departamento de Defensa de los EE.UU. en Arlington, Virginia. Conocido como “El Pentágono” por su forma arquitectónica.
Muchos analistas políticos quedaron desconcertados cuando el Pentágono mando a Barack Obama a decretar la “Alerta Nacional” y declarar a Venezuela como “Amenaza Extraordinaria”. Todo esto en el marco de acercamiento de las relaciones Cuba-EE.UU. Como todo el mundo sabe, desde la llegada de la Revolución Bolivariana las relaciones entre Caracas y la Habana se volvieron más intensas, de hecho el Presidente Chávez logro importantes intercambios económicos-sociales. La ayuda de médicos y técnicos cubanos en varios planes sociales fue de gran peso específico, igualmente el envió de petróleo a la isla ayudo a paliar de algún modo la crisis económica donde ha estado sumergida Cuba desde el vil bloqueo yanqui. La hermandad Venezuela-Cuba hasta entonces se ha visto monolítica.
Es de suponer que una acción tan peligrosa en términos geopolíticos como la efectuada por el pentágono contra Venezuela podría socavar el inicio de las nuevas relaciones Cuba-EE.UU. Por eso el desconcierto de algunos pensadores políticos. Pero la verdad es que más allá de una carta de Fidel Castro mostrando solidaridad al presidente Maduro y una declaración en el marco del ALBA-TCP de Raúl Castro, las conversaciones de apertura económica entre Cuba y EE.UU. continúan viento en popa. Nada ha cambiado. Ahora bien, ¿por qué la búsqueda de relaciones con un enemigo ideológico más fuerte que Venezuela?, ¿ Por qué buscar un conflicto geopolítico con un seguro vendedor de petróleo desde hace un siglo?. Son interrogantes que nos llevan a pensar que la economía norteamericana tiene visos a futuro de no estar bien.
La fluctuación del dólar en el mercado mundial como moneda ha dado altibajos, la pretensión de China-Rusia de asestarle un golpe a la moneda gringa está en el tapete. El rebote de los precios del petróleo significaría una devaluación del dólar. Los precios de artículos de primera necesidad han sufrido un alza de casi el 10 %, la FED anuncia un aumento en la tasa de interés para mediados de junio. El sistema laboral está siendo acosado por las presiones de los salarios de los trabajadores. Las reservas de gasolina y gas han caído en picada. La fracturación de piedra pizarra en búsqueda de hidrocarburo no convencional no ha sido del todo exitosa, los miles de empleos que esperaban desarrollar con esta práctica aún no se le ha visto el queso a la tostada, los pagos de hipotecas de nuevas viviendas van hacia el alza, en fin, no todo es color de rosa para el modelo económico capitalista estadounidense.
Debemos imaginar que, el objetivo principal, del manifiesto injerencista y del peligro de amenaza militar en contra de Venezuela esta direccionado por esos problemas económicos, que sumados a los problemas sociales raciales pueden hacer de los EE.UU. un peligro no solo para la región sino para el mundo.
Esperemos que la Cumbre de las Américas sea el escenario de aclarar todas estas dudas.
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