¿Sera que olvidamos nuestras glorias libertarias, y ahora nos conformamos con volar muy bajo? ¿Cómo explicarse que un pequeño país, de tradición colonial y rudimentaria tecnología militar, tenga el tupe de amagarnos anunciando que movilizara tropas en la frontera? ¿Entonces donde quedo el orgullo de quienes nos ufanamos de ser cuna de libertadores en cinco naciones? Quisiéramos creer que fue un acto de bravuconada y supina ignorancia de Mark Phillips, Jefe de Defensa del gobierno usurpador, quien se atrevió advertir …”que el asunto de los límites de frontera entre Guyana y Venezuela fue resuelto en 1899…”¿Y porque desconoce de manera intencional el “Acuerdo de Ginebra” del 17 de febrero de 1966, suponemos que el irresponsable Phillips pretenderá reivindicar el leonino Laudo Arbitral de Paris de 1899, decisión que quedo en tela de juicio luego de hacerse público el Memorándum Severo Mallet Prevost y otros documentos que comprometieron la validez del laudo.
Aclaramos que el susodicho conflicto limítrofe se ventilo en tiempos de confusión e inestabilidad política, caldo de cultivo para que se consumara esa sentencia irrita y viciada de toda nulidad. Eran los días en que Cipriano Castro había derrotado en la Batalla del Tocuyito a un ejército dividido y que no obedecía las órdenes del gobierno tambaleante de Ignacio Andrade, alias el “Cucuteño”. Y fue apoyándose en la crisis de liderazgo y visible vacío de poder, como la llamada Revolución Liberal Restauradora pudo sepultar a casi medio siglo de hegemonía del liberalismo amarrillo. El 3 de octubre de 1899 se produce la arbitraria sentencia emitida por un tribunal creado dos años antes, según lo establecido en el Tratado Arbitral de Washington D. C. del 2 de febrero de 1897, en el cual Estados Unidos (en Representación de Venezuela) por una parte y el Reino Unido (como propietario de la colonia de Guayana Británica, actual Republica Cooperativa de Guyana) por la otra, habían convenido someter a arbitraje internacionalmente la disputa sobre la frontera al oeste de la colonia británica y el este de la independiente Venezuela, “como mecanismo de solución amistosa al diferendo territorial”.
Y porque no es poca cosa lo que está en juego, cabe recordar que la zona de esequivo--que comprende 160.000 kilómetros cuadrados--, hoy está bajo mediación de la ONU desde el “Acuerdo de Ginebra”. Desde entonces son muchas las aguas que han corrido por debajo el puente, pero es ahora cuando la disputa se pudo al rojo vivo después que la compañía estadounidense Exxon Mobil descubriera yacimientos de petróleo en aguas costeras de la zona del litigio. Que sea otra de las vulgares provocaciones a las que están acostumbradas las trasnacionales del mundo occidental, eso lo saben hasta las piedras. Lo cierto es que por re o por fa, estamos frente a otra concha de mango que busca arrinconar al Estado venezolano con fines inconfesables. Y porque conocemos el pájaro por la cagada, tampoco deberá extrañarnos que nuevamente la rabiosa oposición salga diciendo que queremos sacar candela con los guyaneses, en vez de medirnos con Colombia que lleva décadas comiéndonos el rancho. Total, para que desperdiciar más tiempo en tratar de encontrarle orilla a esa MUD, cada vez más apátrida y hedionda a lacaya?
A todas estas el pueblo patriota espera que los cacareados ejercicios de nuestras FANB, no sean puro buche y pluma, pues la experiencia señala que al contrincante no se derrota haciendo eso que llaman boxeo de sombra. ¿O no?