China, busca afianzarse en África en cuanto abrir más el margen de comercialización y, distanciarse de sus rivales tradicionales, como son Francia y los Estados Unidos de América La clave está en el método que emplea Pekín para hacer negocios. Sus reducidos costes de fabricación han permitido a bienes y servicios adaptarse a las necesidades de las sociedades africanas, que están listas para consumir, pero no pueden hacerlo a precios occidentales. Donde el Primer Mundo solo veía caos y ruina, las empresas chinas han encontrado una ingente bolsa de nuevos compradores.
Pero hay otro elemento crucial que justifica el interés chino por África: su necesidad de abastecerse de materias primas para alimentar su maquinaria industrial. Pese al expolio que experimentó el continente durante la era colonial, su territorio sigue almacenando la mayor cantidad de recursos naturales del planeta. Y sus gobiernos no disponen de tecnología para explotarlos. China les ha facilitado los medios para hacerlos rentables.
Es más, desea favorecerse de los vientos del Sahara que direccionan hacia occidente.
"Mientras los franceses o estadounidenses (más bien sus empresas) persiguen intereses comerciales en su estrategia en África y en el resto del planeta, para China se trata de una cuestión estratégica. Hay que llegar a los recursos, hasta la fuente, para controlar la cadena de suministro, garantizar este y seguir abasteciendo a la fábrica del mundo", apunta Heriberto Araújo, coautor del libro La silenciosa conquista china. Además, aunque EEUU y Francia, que actúan de forma coordinada, también logran acuerdos comerciales, se trata de contratos mucho menos ventajosos para los países africanos. Pekín ha logrado ser un socio más atractivo porque no exprime las economías africanas. Más bien las acompaña.
África se ha convertido en el escenario de un silencioso conflicto que tiene como protagonistas a las dos mayores potencias del mundo actual, Estados Unidos y China. El enfrentamiento, que discute seriamente la hegemonía de Washington en la era postsoviética, se manifiesta de momento en términos amistosos. Pero ambas naciones consideran el continente africano una pieza clave en el tablero internacional del futuro y están luchando por conquistar cada centímetro de un territorio que, paradójicamente, llevaba siglos siendo despreciado.
Ousmane Maïga, director del principal diario de Mali, L’Essor, cree que este es uno de los motivos por los que Francia goza cada vez de menos simpatía en su país, pese a su condición de antigua colonia. "Los chinos son buenos socios y la gente los quiere porque perciben que ellos nos ayudan de verdad. Están tratando de echarnos una mano", apunta Maïga. "Con Francia es diferente".
Mali resume con exactitud el pulso que libran Occidente y China en el continente. A principios de 2012 los tuaregs iniciaron una revolución en el norte del país que provocó, por la vía de las armas, la secesión de dos terceras partes de esta nación. Los islamistas aprovecharon el caos y acabaron desplazando a los tuaregs, creando un parque temático mundial del yihadismo que ha provocado la intervención de la Unión Africana con ayuda de Francia. Por ahora París es el actor que más interés está demostrando en Mali, supuestamente con el fin de encontrar una solución al caos que sufre esta nación. Y Washington se ha unido a París en esta estrategia
Pero Francia también está en el origen de los problemas de Mali. En África son mayoría los que piensan que, en una oportunidad, Nicolás Sarkozy armó a los tuaregs para ayudarles a independizarse, crear un Estado nuevo y así poder explotar, sin la mediación del Gobierno maliense, los abundantes recursos naturales que alberga la zona, entre ellos petróleo, oro y uranio de gran calidad, similar al que Francia extrae en las minas nigerinas de Arlit. Lo cierto es que los principales dirigentes del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA) que aglutina a los tuaregs, residen en París, y lamentaron públicamente la derrota de Sarkozy, su gran valedor, tras las últimas elecciones francesas.
Esperando una mejor respuesta de Emmanuelle Macron y su grupo de asesores económicos.
EEUU también quiere participar en la reconquista del norte de Mali. Para ello, la Administración Obama en un principio y, ahora Donald Trump, cuenta con el Africom, un mando militar creado en 2007 para dirigir sus operaciones militares en el continente africano. En teoría su objetivo es ayudar a la pacificación de África, pero hay motivos para cultivar el escepticismo. "La historia de que el Africom tiene la intención de ayudar a África a desarrollar estrategias de paz es en realidad lo mismo que decir que un león tiene la intención de proteger a su presa", opina el analista político keniano Annah Mititi-Michero. Y sigue: "El objetivo es echar a codazos a China. EEUU está tomando medidas para tratar de frenar el control chino sobre los yacimientos más importantes y potenciales de los recursos minerales en los países africanos. Y Washington quiere expandir su presencia militar en el continente para lograrlo".
No le será fácil. China está construyendo infraestructuras cruciales en los países más pobres a cambio de tierras, petróleo y coltán, algo que precisamente sobra en las naciones africanas. Me refiero a las tierras, lo otro es Venezuela.
Nicolás Maduro Moros, presidente de La República Bolivariana de Venezuela viene entregándole a los chinos, algunas providencias de Venezuela sin consulta popular y, esto nos ha endeudado.
Desde carreteras a aeropuertos, pasando por colegios, líneas de ferrocarril y hospitales. Pekín ha regalado incluso 200 millones de euros para la nueva sede de la Unión Africana en Adís Abeba, la capital de Etiopía. De esto, hace unos años.
En algunos países ese era el papel que desempeñaba Gadafi hasta su derrocamiento. Las naciones subsaharianas llegaron a venerarlo por su visión panafricana, que escondía, no obstante, la búsqueda de condiciones favorables para sus inversiones personales en la región. China se ha propuesto ocupar el hueco dejado por el dictador libio.
En este sentido, Mali aporta otra simbólica clave. El 22 de septiembre de 2010 el país celebró el día de su independencia en un acto multitudinario que contó con la presencia de Gadafi. El dictador entregó solemnemente al Gobierno de Bamako las llaves de una nueva ciudad ministerial pagada por entero con fondos libios. Solo un año después, con Gadafi ya muerto, el acto central del día de la independencia de Mali tuvo otro protagonista, el ministro de Asuntos Exteriores chino, que viajó hasta Bamako para inaugurar oficialmente el tercer puente de la capital, el más largo y ancho, levantado gracias a la generosidad de Pekín.
La cooperación se ha convertido en una pieza fundamental en la expansión china por el continente y Estados Unidos trata de frenarla. "Hillary Clinton realizó en el pasado, una gira por África que utilizó para subrayar en repetidas ocasiones la importancia del continente para Estados Unidos", apuntan fuentes de la embajada de España en Bamako, la capital maliense. "Es evidente que el propósito de ese viaje era contrarrestar los efectos del V Foro sobre la Cooperación China-África (Focac) que se había celebrado [en julio] en Pekín", concluyen. En esa cumbre, Pekín acordó conceder a los Estados africanos 20.000 millones de dólares (15.000 millones de euros) en créditos con condiciones favorables. La agencia oficial de noticias china, Xinhua, se quejó inmediatamente de que EEUU estaba tratando de "abrir una brecha entre China y África". Xinhua llegó incluso a calificar el mensaje de Clinton de "grosero" y "fuera de lugar". La tensión entre las dos superpotencias crece por momentos.
"Las empresas chinas a menudo se mueven en países africanos como parte de un acuerdo global con el apoyo del Gobierno. Así, han acaparado el mercado de grandes proyectos de infraestructuras, han hecho avances significativos en el sector de las telecomunicaciones y ahora están desafiando en la banca", señalo David Shinn, profesor de la Escuela Elliott de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington.
"¿Cuál es la importancia del sistema financiero chino en esta expansión?", se pregunta Araújo. La respuesta la ofrece él mismo: "Fundamental". "Está controlado estrechamente por el Gobierno y los bancos –apunta–. No siempre responden a intereses comerciales, sino que conceden créditos a dedo, a instituciones y empresas que el Gobierno elige". El coautor de La silenciosa conquista china asegura que "casi todas las firmas que hacen grandes operaciones en África reciben créditos en condiciones mucho más favorables que los del mercado. Por ello las empresas estatales chinas son la punta de lanza de su expansión por el planeta: tienen acceso a recursos financieros ilimitados y baratos y, además, tienen el apoyo de Pekín. La capacidad financiera es la carta ganadora de China en su expansión", concluye Araújo.
Y lo logró con Venezuela.
Las autoridades chinas brindan otro motivo para que los gobiernos africanos prefieran al gigante asiático. David Shinn subraya que, mientras que EEUU "suele entablar relaciones comerciales con la exigencia de avances en materia de derechos humanos, esta no es una cuestión que inquiete" a Pekín, que después de todo sigue contando con un régimen autoritario y no ha firmado un amplio número de tratados internacionales. "Al contrario –prosigue el profesor de la Universidad George Washington–, China practica una política de no intromisión en asuntos locales y eso ha permitido que tenga mucha más influencia que Estados Unidos en países, por ejemplo, como Sudán y Zimbabue", gobernados por criminales.
Francia y EEUU libran su propia guerra por liderar la representación de Occidente. Al menos por ahora, Francia es el segundo socio comercial de África gracias a sus fluidas relaciones con sus antiguas colonias. Pero su influencia va claramente cuesta abajo. Togo, Gabón y Ruanda, entre otras, están abandonando el eje francófono para pasarse al anglosajón. Y algunos de los últimos acontecimientos que ha experimentado el continente, como la guerra de Costa de Marfil y la propia crisis de Mali, tras los que asoma la sombra de los servicios secretos franceses, deben interpretarse como un síntoma del nerviosismo de París por su retroceso. "En la zona existe la sensación –señalan fuentes de la delegación española en Bamako– de que la herencia institucional que dejó Francia en sus antiguas colonias ha impedido su desarrollo democrático, al contrario de lo que ha ocurrido con las antiguas colonias del imperio británico. Nigeria y Ghana son antiguas colonias de Londres que han logrado construir democracias estables, por ejemplo. Pero de los antiguos territorios franceses no puede decirse lo mismo".
Washington, lógicamente, está en mejor disposición para frenar el avance chino, con Trump haciendo virajes económicos. La Administración estadounidense está convencida de la importancia del territorio africano para sus intereses en el medio y largo plazo y ha aprobado iniciativas para intensificar las relaciones con el continente. La más importante de ellas es la African Growth and Opportunity Act (AGOA) que fue aprobada en 2000 y está siendo utilizada para multiplicar las transacciones comerciales entre uno y otro lado del Atlántico. A la AGOA han seguido luego otras iniciativas similares.
Pero Estados Unidos no logra desprenderse de la imagen de potencia imperialista, algo que los africanos no perciben en China. La sensación en el continente es que las empresas chinas quieren negocios en una situación de igualdad, con beneficios para todas las partes. Y esa excelente acogida abona el terreno para que el control geopolítico se manifieste y se concrete en una realidad.