El maltrato encubierto de los procesos colonizadores

En América es el pensamiento colonial heredado el que pervive en nuestra clase política que desprecia y somete a los pueblos cuando llegan al poder, eso se debe a esa personalidad sicopática que heredamos del colonizador. Es el pensamiento colonial que le da continuidad en el presente a esas formas de ejercer el poder.

En América Latina y particularmente en Venezuela, hay una conciencia colectiva adormecida, que ha sido sometida a la supremacía colonial en el ayer y en el presente, dándole paso a la hegemonía de un proceso recolonizador, impulsado por los grandes conglomerados como expresión del paradigma globalizador y que de manera solapada, poco a poco introducen prácticas de dominación y utilización por la imposición subliminal de matrices ideológicas que alienan y convierten al ser humano, en una especie de zombie.

El pueblo venezolano en sus inicios y primeros momentos de su acontecer histórico, fue subordinado a una serie de influencias destructoras y mortíferas que lo fijaron o estancaron inconscientemente a un tiempo remoto.

Es por ello, que el colonialismo y la modernidad en tiempos de globalización, en la práctica se fusionan a nivel de todos los planos en un mismo paradigma y con una misma disertación. En éste marco de una sociedad colonizada, brota en el subconsciente colectivo latinoamericano el oscuro complejo de servilismo, inferioridad y subordinación al creer que todo lo que viene de ese anglo/americanismo representa "la verdad absoluta" y por lo tanto hay que asimilarla como tal. En este contexto, es que muchas veces y en múltiples ocasiones admitimos como verdades dominantes las construcciones teóricas que vienen de ese pasado colonial que extendemos hasta nuestros días, pero lo peor de todo éste escenario, es que parte de ese "saber" ha edificado y formado en la mayoría de nosotros la naturaleza, la personalidad y el sello de lo que hoy somos, formando un sujeto atrapado y alienado en medio de un "conocimiento" que sólo le interesa y ejecuta el que coloniza, en un proceso donde la única relación social existente es entre dominante-dominado, es ese proceso alienante que no nos permite ver nuestra propia sumisión y servilismo porque en el subconsciente se manifiesta la fábula y el cuento permanente como buenos colonizados, que en 1492 el náufrago llamado Colón le manifiesta a Europa, que nuestro continente Abya Yala estaba constituido por una población de indios que eran caníbales salvajes, sin religión que necesariamente había que civilizarlos, domesticarlos y someterlos para que sirvieran a Dios y a la Corona.

LOS CONGLOMERADOS EXPRESIÓN DE LA RECOLONIZACIÓN

De esta manera, el colonialismo hoy recolonización como una estructura de dominación en el ESTADO MUNDO y donde no escapa ningún país del planeta, el control de la "autoridad" política, militar, de los recursos naturales y de producción, del control social y del trabajo de las naciones la detentan los grandes conglomerados como expresión del imperio del gran capital en ese Estado profundo del cual hemos escrito en otras oportunidades y que han convertido a nuestras naciones en Estados Forajidos, bajo la complicidad de los gobiernos llámense capitalistas o socialistas, siendo la piedra angular la expresión de ese poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones materiales y subjetivas de existencia, de la coexistencia social cotidiana que se extiende en los otros ámbitos del saber, el conocimiento y del propio ser.

En América es el pensamiento colonial heredado el que pervive en nuestra clase política que desprecia y somete a los pueblos cuando llegan al poder, eso se debe a esa personalidad sicopática que heredamos del colonizador. Es el pensamiento colonial que le da continuidad en el presente a esas formas de ejercer el poder. Sin embargo médicos psiquiatras e investigadores como Herrera Luque –entre otros- descodifica esa verdad histórica que el positivismo trata de ocultar. Herrera Luque traduce e interpreta esa realidad del pasado y la coloca en el presente en un clima de intimidación, sensualismo y crueldad pocas veces esbozado con tanta habilidad en la historia latinoamericana contemporánea. (Al respecto consúltese los trabajos de Herrera Luque: Viajeros de Indias y Los amos del Valle).

Como tal entendemos que Herrera Luque saca la historia de su propio conocimiento y ese conocimiento lo coloca a la luz de un hecho significativo, se ha producido en el estudio de nuestra historia los aportes de la sociología, de la teoría de la comunicación y sobre todo de la propia siquiatría, para poder comprender éste presente, donde los que poseen el poder se creen dioses y reyezuelos, perdiendo la condición humana, el polo perceptivo y que valiéndose de su posición caudillista, desde ese poder sienten placer por dañar a sus propios gobernados, es dentro de esa conducta expresada donde se manifiesta el gen perverso, cruel y malvado dejado por el colonizador en nuestras generaciones que hoy particularmente estrangula a los venezolanos y donde la propia psiquiatría en palabras de Basaglia "ha dejado de ser últimamente una ciencia médica en sentido estricto. (…) La psiquiatría como tal se divide, se desparrama en una asistencia que pasa por las distintas ramas de las ciencias sociales". (Basaglia, Franco (1973). Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat Editores. P. 12).

Entender este cuadro de realidades pasa por comprender que cualquier proceso que intente descolonizar y que quiera tener en cuenta las verdaderas necesidades del ser humano, no puede puntualizar ese proceso descolonizador solo en términos de explotación económica, manipulación ideológica y represión política, dejando de lado la multidimensionalidad de la presencia humana y sus formaciones sociales, tiene que considerar la dominación y opresión psicológica, rompiendo con la división entre lo individual y lo político.

EL SUICIDIO DE LA RAZÓN

Los procesos independentistas nuestros, no se ocuparon de abrir una mentalidad nueva, libre de viejas actitudes coloniales. La independencia, se ocupo de romper solamente sus lazos con el poder que representaba -en el caso nuestro- con España, en esos tiempos de ignorancia, tiranía y poder. Tal proceso nos trajo una "libertad" condicionada más no una emancipación de la inteligencia, no se elimino la herencia que dejó España, en el orden ético, axiológico, copiamos su estructura jurídica de cómo organizar el Estado, su idolología de la dominación y ya para ese entonces el maestro Simón Rodríguez lo había advertido. Nos condicionaron nuestra forma de pensar, nuestra forma de razonar, nuestra forma de actuar, es decir suicidaron nuestra razón de realmente ser. Nos pusieron a pensar y actuar como ellos y no como nosotros.

El historiador Leopoldo Zea al respecto nos señala: "Todo el panorama hispanoamericano oscila entre dos términos: la anarquía o la dictadura. Dictadura de cualquier especie: conservadora, constitucional, liberal o personal. Dictaduras para mantener un orden que semeje al español, o dictaduras para establecer la libertad. Dictaduras que expresan el "retroceso", o dictaduras que expresan el "progreso". A nadie importaba el pueblo, a nadie importaba la libertad del hombre que apenas ayer se había lanzado a su conquista. No, definitivamente, nada tenía que ver el hispanoamericano con ese mundo que le había encandilado. Nada tenía que ver con el mundo de las luces y el progreso. Su lugar parecía estar determinado al lado de ese mundo teocrático que le había impuesto España en su mente, hábitos y costumbres. La cultura moderna era algo superpuesto que había permitido al americano hacerse la ilusión de que podía ser otro hombre.

El mal lo llevaba el americano en la sangre, en la mente, en los hábitos y costumbres. Sólo cambiando de sangre, mente, hábitos y costumbres, podía ser otro distinto del que era. Surge así una pléyade de hombres que en Hispanoamérica aspiran a realizar esta emancipación, una auténtica y segura emancipación de España. Sarmiento, Alberdi y Echeverría en la Argentina, Varela y Luz y Caballero en Cuba; Bilbao y Lastarria en Chile; Montalvo en el Ecuador; Rodríguez en Venezuela; Mora, Altamirano y Ramírez en México, y otros muchos más en todos y cada uno de los nuevos países hispanoamericanos.

Estos nuevos emancipadores se daban plena cuenta de la realidad y aspiraban a darle una solución. La revolución de independencia, decían, ha sido animada, más que por el espíritu de libertad, por el espíritu imperial hispánico que cada uno de nosotros lleva en la sangre. Por esto sólo ha resultado una revolución política y no una revolución social. Hemos arrancado el cetro a España, pero nos hemos quedado con su espíritu. Los congresos libertarios, los libertadores y guerreros de la emancipación política de Hispanoamérica, no han hecho otra cosa que actuar de acuerdo con el espíritu que España les había impuesto. La lucha ha sido entre dos Españas. Nada ha cambiado al terminar esta lucha. Quedan en pie los mismos privilegios gravados con otros nuevos. Los mismos libertadores han mantenido este status. Hispanoamérica sigue siendo colonia mental de un pasado que sigue aún vivo. (ZEA, Leopoldo (1953). Emancipación mental de América. América como conciencia. México: UNAM, 1972. Primera edición: México: Cuadernos Americanos, 1953. pp. 133).

Hoy día el concepto de colonialidad se vincula o la vinculamos a la recolonización que ejecuta los grandes capitales expresada en los grandes conglomerados en ese paradigma de la globalización y su pensamiento único con el poder del gran capital y la hegemonía política del angloamericanismo.

Después del colonialismo, ciertamente lo que hay son razones coloniales que permanecen en el tiempo. El colonialismo no es puramente una obligación de un pueblo sobre otro, sino la imposición de lógicas culturales, sociales y económicas que una vez que el colonialismo termina, estas lógicas permanecen en el tiempo producto de la enajenación mental.



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Enrique Contreras Ramirez

Militante de Ruptura

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