Trump y su laberrinche

El presidente Donald Trump llegó a comandar la guerra del Imperialismo Norteamericano contra el mundo, en el momento histórico en que los dioses habían declarado irreversible su derrota. Es por eso que desde que asumió la presidencia de EE.UU no ha ganado una sola batalla estratégica para detener el derrumbe de ese Imperio...Los dioses ciegan al perdedor.

Las causas son históricamente evidentes y los hechos de palpitante actualidad. La humanidad no soporta más los efectos degradantes y destructivos de la explotación del Imperialismo Norteamericano. La desigualdad social ha llegado a extremos entre ricos y pobres, una minoría insignificante de la humanidad dispone de toda la riqueza y medios para vivir en la opulencia, mientras las grandes mayorías, colmadas de carencias, viven en un mundo de pobreza y miseria. La pobreza con sus lacras y vicios, necesidades y luchas ha hecho conciencia en las masas de los pueblos agredidos y marginados del mundo, dando cuenta de sus problemas y de sus agresores. También los pueblos que sufren los rigores de la explotación y la ignominia de la pobreza, han aprendido que el mundo no es ya una aldea globalizada con un hegemón que impone su voluntad con la venia de centros de poder a su disposición. Esa situación está cambiando en un proceso de transformación impredecible.

Hoy el mundo multicéntrico y pluripolar es un hecho. La estructura sociopolítica de la periferia imperialista, no es obediente a las presiones y designios del Departamento de Estado de los EE.UU como hace unas décadas. El marco político-institucional del mundo no resiste el peso de su anacronismo. El proceso histórico de cambios demanda nuevas y adecuadas instituciones a la realidad existente y espacios neutrales para el ejercicio operativo de sus funciones.

Trump pretende regresar la historia y además, devolver a los EE.UU el poder hegemónico que logró sobre la economía después de la Segunda guerra mundial. A juzgar por estas pretensiones, una opinión lógica sobre su formación cultural para el desempeño de sus funciones, es que el personaje tiene una ignorancia supina con respecto al tiempo histórico y su condición de Estadista es infame. Sin embargo, la revolución requiere de contendientes como Trump, con sus características y cualidades. Son estos personajes factores importantes y necesarios para los procesos revolucionarios y cambios históricos de la sociedad. Ellos representan el motivo del cambio, lo que hay que cambiar. Un líder reaccionario con poder y anárquico a sus patrones como Trump, es el prototipo ideal para simbolizar lo viejo en sus formas y estructura; es la antítesis de lo nuevo. De la obra de estos personajes dependen las condiciones objetivas donde se fundamente la formulación del proyecto revolucionario, de la táctica y de la estrategia, de la práctica y las formas de lucha. Sin lucha revolucionaria, no hay formación práctica del revolucionario, y sin práctica revolucionaria no hay revolución.

Para realizar su sueño Imperialista el atormentado Presidente cuenta con tres fantasmas: el dólar, la mentira y el Pentágono; tres poderes que perdieron su vigencia. Un poder financiero que navega en una burbuja monetaria que no tardará en explotar. Un poder mediático sustentado en la mentira, la alienación, los falsos positivos (fake news) y un poder bélico, el más poderoso del mundo, pero cualitativa y éticamente neutralizado por sus aberraciones criminales de lesa humanidad y su poder atómico de exterminio planetario. ¡¿CON QUÉ NALGAS SE SIENTA LA CUCARACHA?! El querer se fundamenta en el poder y el poder en el tener. Si Trump no cuenta hoy con la aberrante trilogía del poder financiero-mediático-militar, sólo le quedan para exhibir ante el mundo sus muecas y berrinches.

El Comandante Hugo Chávez sembró la sentencia: Quien se mete con Venezuela se seca y Donald Trump ha hecho del proceso revolucionario bolivariano y de la salida de facto de Nicolás Maduro de la Presidencia de la República, más que una cuestión de honor, una obsesión enfermiza. Hasta ahora esa sentencia se ha venido cumpliendo religiosamente. Las evidencias son muchas y por sabidas se callan. Pero Trump, no solo se secó en su patio imperial, sino en su "patio trasero", con las carroñas colombianas de Uribe y sus maleantes y el llamado Grupo de Lima.

 



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Rafael Godoy Villasmil


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