¿Venezuela se dejaría gobernar por Donald Trump?

La historia, sigue juzgándolo como el emperador más monstruoso de todos los que gobernaron el imperio romano, Cayo Julio César Augusto Germánico, "Calígula", como acostumbraba llamarlo la tropa romana, ya que desde niño vestía su uniforme y acompañaba a su padre en la expediciones y utilizaba unas sandalias llamadas entonces "caligae"; los soldados, lo apodaron así, que en latín significa algo parecido a "botitas". Pero, aunque suene su sobrenombre o alias algo coqueto, para los historiadores ha quedado como el más brutal y depravado de todos los emperadores romanos. Su reinado, ha sido definida como la época del terror. Los psiquiatras, que le han estudiado, concuerdan en que era un psicópata, alguien carente de remordimientos o empatías, se creía por encima del bien y del mal. Suetonio, en su recopilación histórica: "Los doce Césares", pone en boca de Calígula, una frase que le define como supremacista: "Recuerda que todo me está permitido, y con todas las personas". Se le acusó de acostarse con las esposas de sus súbditos y de tratar de convertir el palacio en un gran burdel. ¡Se creía un Dios! No estuvo carente, su reinado, de conspiraciones e intentos de golpes de Estado, por llamarlo de la forma que lo hacemos en estos tiempos. Detrás de cada conspiración, Calígula, acudía a un nuevo escándalo para desviar la atención de sus súbditos. A finales del 39, se descubre una conspiración en la que estuvo involucrado su primo Emilio Lépido, se corrió el rumor de que Calígula mantenía relaciones homosexuales con él, las cuales no eran tomadas a mal, en la Roma de entonces, eran muy común, a excepción si el hombre que las realizaba cumplía el rol de pasivo. Tal rol, se juzgaba como muestra de debilidad, si el hombre juzgado era una autoridad romana. Eso bastaba para destituirle. Calígula, sentenció a muerte a su primo Lépido, quien antes de morir reconoció que, Calígula, había cumplido un papel de pasivo en sus relaciones. Calígula, Quiso demostrar a sus súbditos que era un hombre cabal y dirigió sus acciones al terreno militar, planificó la invasión de Britania. No obstante, la campaña militar, fue prontamente abortada y Calígula terminó culpando de la derrota a Neptuno. Pero, otro escándalo ya tenía preparado para distraer la atención de sus súbditos, mayor que el precedente. Calígula, anuncia entonces, que ha decidido nombrar a su caballo Incitatus, Senador. Tal desprecio a la magistratura del Senado, despertó nuevas conspiraciones que generaron nuevos escándalos, hasta que el 24 de enero del año 41 d.C., un tribuno de la guardia imperial, le apuñaló hasta morir. Los Senadores, cobraban venganza de las innumerables vergüenzas que les había hecho pasar, Calígula.

Recordar aquellos tiempos de brutalidad imperial y depravación sexual de las élites gobernantes, sin dudas, nos remontan a la Casa Blanca, Washington D.C., los tiempos de Donald Trump. Si Roma, se horrorizaba al enterarse que su emperador, Calígula, mantenía relaciones incestuosas con sus hermanas Agripina, Julia Druila y Julia Livila; apreciamos, que en Washington tomaban como normal que su presidente, Donald Trump, diga: "Si Ivanka no fuera mi hija, quizás saldría con ella". No sabemos, entonces, cuál imperio era más depravado, Roma o los EEUU. De hecho, el caso Jeffrey Epstein, el millonario amigo de farras de Donald Trump y Bill Clinton, acusado de tráfico y abuso sexual de menores, que fue encontrado ahorcado en su celda, ya muerto, se digiere en los EEUU como un hecho rutinario, propio de la sociedad estadounidense. Al punto, que Donald Trump, cuando aún no era presidente de Estados Unidos, se refería a Epstein, en términos muy bondadosos: "Es un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Se dice incluso que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas están entre las más jóvenes". Roma, al igual que los EEUU, fue objeto de crisis económicas. Dion Casio, historiador romano, reseñaba sus causas en la generosidad y extravagancias de la política de Calígula, quien agotaba las reservas financieras del imperio, provocando hambrunas y revueltas populares. Calígula, acudía a las guerras de anexión para restituir el dinero malgastado en prostíbulos. Son tantas, las analogías de los tiempos romanos y los del imperio moderno estadounidense, que, casi nos atrevemos a afirmar, que el imperio de los EEUU, es hijo putativo de Roma.

Hoy, el imperio estadounidense, se resiente de las secuelas que está dejando Covid-19, sobre su desbaratada economía. Un primer trimestre, con una contracción del 4,8 por ciento del PIB anualizado, que dio al traste con una bonanza económica de más de una década. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió que en el segundo trimestre en curso, la actividad económica puede contraerse a un nivel "sin precedentes". Oxford Economic, señala que: "La recesión global por el coronavirus golpeó a la economía estadounidense con una fuerza tremenda, terminando con 10 años de crecimiento sostenido". El mercado laboral de los EEUU, rompe los registros de la Segunda Guerra Mundial; en abril, perdió la asombrosa cifra de 20,5 millones de empleos, la mayor caída en las nóminas desde la Gran Depresión, y la señal más marcada de cómo la nueva pandemia de coronavirus está golpeando a la economía de los EEUU, es, como decimos en criollo, un cuero seco, que lo tocas por un lado y se levanta por el otro.

Del tradicional odio racial, que levantó las mayores movilizaciones de los pueblos de EEUU, el indio, el asiático, el afroamericano, el blanco, el latino, en fin, no ha habido etnia estadounidense alguna, que no se haya hecho sentir tras el atroz crimen de George Floyd. Donald Trump, al igual que la pandemia por coronavirus, que no pudo controlar y rebasó sus designios; las protestas raciales, que le han dejado en minusvalía. Al punto, que antiguos aliados republicanos le han abandonado y se han pasado al campo demócrata, y su candidato Joe Biden. Pero, su debacle política aún no concluye, por lo que Trump debe acudir a la política de los escándalos para desviar la atención del público estadounidense de los problemas fundamentales. He allí, el rol que cumple en la actualidad John Bolton. De aquella "fuerza sin precedentes y sin igual", de la cual se jactaba George W. Bush, queda muy poco; como se lo demostraron, los ejércitos sirio y venezolano, derrotando sus fuerzas invasoras paramilitares. Y, qué decir de la poderosa respuesta del ejército iraní ante el asesinato de Soleimani, bombardeando sus bases militares en territorio iraquí, inhabilitándole -a su antojo- sus defensas aéreas, su mayor humillación en mucho tiempo. No está en condiciones, Trump, de hacer lo que acostumbraba Calígula para desviar la atención de los súbditos romanos, valga decir, emprender una guerra de invasión de nuevos territorios.

Donald Trump, es un producto de las clases medias estadounidenses, campesinos desilusionados, obreros industriales, empleados de servicios y clase trabajadora, "los olvidados", que habían sido marginados de la "prosperidad" que disfrutaron las élites costeras y urbanas. Su elección, fue un homenaje a la desigualdad económica y las fallidas políticas neoliberales de sus colegas precedentes, que trajeron pocos beneficios a las clases medias y clase trabajadora. Trump, propagandizó la frase del "hombre olvidado", en base a la frase del presidente Andrew Jackson, "el hombre común", y puso énfasis en el nacionalismo y el patriotismo, creando su icónico llamado electoral: "Make America Great Again," lo cual se traduce en: "Que América Vuelva a Ser Grande." Llegaba Trump, a unos EEUU con un público cansado de las guerras de Bush y Obama, y se encontraba con un pueblo que deseaba, que los Estados Unidos, adoptaran una postura más aislacionista. Trump, intentó cumplir sus promesas pero se encontró con un Complejo Industrial-Financiero-Militar, Pentágono, distante y comprometido con la agenda globalista, que llevaron a cabo quienes le precedieron en la presidencia. La confrontación, no tardó en hacerse visible, y fue el propio pueblo estadounidense, quien llevó esa confrontación a las calles de todo el territorio de EEUU. Hoy, contradictoriamente, el propio Pentágono, se ha unido al pueblo de los EEUU para contradecir a Trump y sus deseos de Ley y Orden. "La opción de usar las fuerzas armadas de servicio activo en una función de aplicación de la ley solo debe usarse como un último recurso y solo en la más urgente y grave de las situaciones", y añadía, el jefe del Pentágono, Mark Esper, en abierto desafío a Trump: "No estamos en una de esas situaciones ahora. No apoyo invocar la Ley de Insurrección". Y, efectivamente, la orden del Pentágono, se acató. Donde manda General, no manda marinero. "El fascismo alemán, como el italiano, se elevó al poder sobre las espaldas de la pequeña burguesía, que se convirtió en un ariete contra las organizaciones de la clase obrera y las instituciones de la democracia. Pero el fascismo en el poder es, menos que nada, el gobierno de la pequeña burguesía. Por el contrario, es la dictadura más despiadada del capital monopolista…" (León Trotsky, 1933: ¿Qué es el nacionalsocialismo? Dossier Segunda Guerra Mundial).

Una de las revelaciones, hechas por John Bolton en su libro: "La habitación en la que ocurrió: Memorias de la Casa Blanca", devela que, Donald Trump, ambicionaba –anexionarse- a la República Bolivariana de Venezuela, una vez que la destruyera, mediante una invasión militar, como Estado-Nación. Un capítulo entero, dedica a Venezuela, John Bolton: "Trump me insistió que quería una opción militar para Venezuela", escribe, al principio del capítulo titulado: Venezuela Libre. "Yo expliqué por qué la fuerza militar no era una opción, sobre todo por la oposición a la idea en el Congreso. Yo estaba convencido de que podíamos lograr los objetivos trabajando con los oponentes de Maduro" […] "Trump pensaba que Guaidó era ‘débil’ en comparación a Maduro, quien era fuerte…", escribe Bolton. En la cumbre de jefes de Estados, en Corea del Norte, manifiesta Bolton que, en medio de la misma, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, le pasa un mensaje referido a lo expresado por Trump a Kim: "Solo dice mentiras".

En abril de 2002, los EEUU, intentaron gobernar a la República Bolivariana de Venezuela, eligieron un empresario, tan igual a Trump, quien para entonces fungía como presidente de Fedecámaras, se llamó Pedro Carmona Estanga; el pueblo venezolano, le puso el remoquete de "Pedro el breve", pues, apenas 47 horas duró en el cargo que pudo alcanzar mediante un sangriento golpe de Estado. Venezuela, su pueblo, formado en mil batallas antiimperialistas, pueblo independiente, curtido en el ejercicio de la Democracia verdadera, partícipe ya de 25 procesos electorales en los últimos 20 años, es un pueblo culto, democráticamente hablando. Nada que ver, con un pueblo como el estadounidense, que desconoce de valores democráticos, pues, nunca ha ejercido la Democracia y, las pocas veces que se le ha convocado a ejercerla, debe hacerlo de manera indirecta, depositar sus votos en un Colegio Electoral, quien es, al final de cuentas, quien decide. Donald Trump, fue electo presidente con 63 millones de votos (46,4 por ciento), mientras su contendiente más cercano, Hilary Clinton, obtenía 66 millones de votos (48,5 por ciento), un poco más de 3 millones por encima del hoy presidente, por la gracia de los Colegios Electorales. De qué "democracia" hablamos, cuando hablamos de los EEUU y su régimen político? Mucho, pero mucho tiene que aprender de Venezuela, y su Democracia verdadera, el pueblo de lo EEUU. ¡Mucho menos de 47 horas, pudiera mantenerse una dictadura fascista, como la que hoy gobierna a los EEUU, con Trump a la cabeza, si se atrevieran a dar un golpe de Estado y triunfaran en Venezuela. El búnker, se convertiría en la residencia oficial del "botitas" de la Casa Blanca!

Caracas, 21-06-2020



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Henry Escalante


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