De manera común o generalizada se asocia el tema del terrorismo exclusivamente con la violencia armamentísticas que difunden fuerzas irregulares, pero muy poco, por no decir nunca, se asocia con la aplicación de las políticas neoliberales, y en fin con el modelo de “democracia” élitesca que el imperio de los EEUU pretende imponer a bombazos, a punta de invasiones, de cañonazos y de Golpe de Estado, como ocurrió el 11 de Abril de 2002 en Venezuela contra el gobierno legítimo y revolucionario del Comandante Hugo Chávez Frías. Ciertamente, la aplicación de las políticas neoliberales trajo una gran destrucción del aparato productivo y profundos niveles de iniquidad para nuestros países. Se produjo, en síntesis, un verdadero horror y terror económico-social, que impide a una gran masa de ciudadanos la posibilidad siquiera de ser explotados. Por lo que la adopción de este modelo convirtió a muchos países en maquiladoras y en verdadera fábricas de excluidos. Tal catástrofe, una vez más, pone en evidencia que el verdadero terrorismo que azota a los pueblo es el neoliberalismo.

Lo más sorprendente de todo esto, es que los mismos creadores de aquellas aberrantes políticas que llenaron de miserias a nuestros pueblos, hoy nos plantean descuidar los cultivos agrícolas para el consumo humano y reorientarlo para la generación de combustible para los vehículos. En efecto, pretenden que inflijamos un duro golpe al medio ambiente y a la seguridad alimentaría de los ciudadanos, a fin de cubrir el consumo irracional de energía de EEUU. Ese mismo modelo también contempla, el allanamiento, la agresión y el asesinato de miles de individuos que se resisten a que su soberanía y sus recursos de hidrocarburos sean saqueados. Para justificar tales acciones tildan de terroristas a países, en especial, miembros de la OPEP como Venezuela, Irak, e Irán.

¿Por qué Bush y el Imperio consideran a estos países como terroristas?

Son dos las razones que mueven a Bush a considerar a los gobiernos de estos países como terroristas, por un lado se encuentra la realidad petrolera hiper desfavorable que tiene EEUU, por el otro lado prevalece el aspecto político, pues los gobiernos de los referidos países no son de su agrado, porque plantean la autodeterminación de los pueblos y han emprendido de manera soberana la defensa de sus recursos naturales. Ciertamente, esto explica como la CIA por instrucciones del gobierno estadounidense, perpetro un Golpe de Estado en Venezuela el 11 de abril de 2002 y luego se monto en una estrategia verdaderamente terrorista al poner en marchar un criminal paro y sabotaje petrolero contra la principal industria venezolana, acción macabra que le originó a Pdvsa perdidas cercanas a los 17.000 millones de dólares, además de originar una caída vertiginosa en la producción petrolera que llegó en febrero de 2003, a escasos 25 mil barriles diarios, nivel de producción casi nulo e inferior inclusive, al registrado en Irak tras la invasión. De allí que, fuimos nosotros testigos del mayor terrorismo que se le aplicara a un pueblo, por posee las reservas petroleras más grandes del mundo (318.000 millones de barriles) y por defender un modelo político bolivariano y revolucionario que se ha convertido en referencia para otros pueblos que sueñan con un mundo mejor.

Hoy, nuevamente el Imperio Norteamericano, pretende hacer una de la suya catalogando a Irán como eje del mal y esbozando que el enriquecimiento de uranio que con éxito ha logrado este país, es sinónimo de armas nucleares para la guerra y no de aprovechamiento para combustible civil, agricultura y fármacos. Que hay detrás de todo esto? Sencillamente, están las enormes reservas de petróleo convencionales y gas que posee este país miembro de la OPEP, Irán tiene 125, 8 mil millones de barriles de reservas probadas de petróleo y una producción de más de 4 millones de barriles por día. No hay dudas entonces, en que los EEUU con su unilateralismo y con su supuesta “guerra al terrorismo”, basado en la estrategia preventiva lo que busca es el asentamiento de un orden internacional hecho a la medida de los objetivos imperiales norteamericano, un orden dentro del cual el imperio ratifica los aspectos del orden legal transnacional que le conviene, como por ejemplo, la OMC, mientras que ignoran o sabotean aquellos que no le convengan, tal como lo han asumido frente al Protocolo de Kyoto.

No obstante, debe dejarse claro que EEUU cada día se deslastra más de la posibilidad de superpotencia que le acompañó tras la caída de los países socialista del este, pues su economía esta muy golpeada, al punto que su deuda es insostenible y su moneda se ha devaluado significativamente y mantiene un estatus artificial que cotizan y sostienen, principalmente, las economías del tercer mundo. Por otra parte, en cuanto a lo político la degradación no tiene parangón, cuando se le evalúa, por lo menos, en los últimos 100 años de su historia. Tal impresión pudimos visualizarla en la reciente gira que Bush con su equipo de exterminadores realizó por varios países de nuestra América Latina (Brasil, Colombia, Uruguay, Guatemala y México), en donde la constante fue la protesta y el rechazo masivo, lo que obligó a que cada una de sus cinco reuniones se realizaran a puerta cerrada y con un despliegue policial exagerado.

Finalmente, queda clara su estrategia belicista y terrorista, la cual viola los pautados del derecho internacional, e incluye desde la agresión contra países, pasando por el derrumbamiento de ciudades enteras, hasta el maltrato y abandono contra sus mismos ciudadanos, como sigue ocurriendo con los afectados por el Huracán Katrina. En este mismo orden de ideas, es posible destacar, el secuestro del Avión cubano en 1976 por parte del repudiado terrorista Posada Carriles a quien la administración Bus preserva muy bien, además de todo el terror y la desilusión que produjeron en nuestros países y a sus ciudadanos con el llamado consenso de Washington y su cosmovisión neoliberal, la Argentina de finales de los 90 y principios del presente siglo, fue un vivo ejemplo de ello. Al igual que nuestra Venezuela cuando se monto en la cresta de la Apertura Petrolera cuyo fin era la privatización de Petróleos de Venezuela.

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