La derecha anda dando la batalla: Aznar, Fox, Sarney y demás cipayos han tomado la bandera de RCTV para agredir a Venezuela. Nos quieren enseñar cómo es que se gobierna “en democracia”, lecciones que no estamos dispuestos a aceptar. Esta cruzada contra Venezuela, su gobierno y su presidente, ha silenciado un poco los ataques sistemáticos a los que el gobierno de Bush estaba acostumbrado. Se ve desde lejos, que están cumpliendo el papel que les tienen asignado.
Mientras que la derecha iberoamericana juega fuerte y cohesionada, hay cierta “izquierda” que no termina de asentarse. Ante tantas incertidumbres, falta de liderazgo y de visión de futuro, han tomado el sendero que conduce al abismo, a la disolución, al estancamiento y a la derrota. En las recientes elecciones francesas se observó un fenómeno generalizado de esta izquierda, que en lugar de pensar y hacer lo que debería ser, opta por congraciarse con ciertas ideas y posiciones de la derecha, con las consecuencias que lógicamente se produjeron.
En España, la cúpula dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) está actuando como apéndice de José María Aznar al inmiscuirse groseramente en los asuntos internos de Venezuela, mostrando “preocupación” por la libertad de expresión, por la democracia, etc. ¿Qué pasaría si el gobierno de Venezuela, por órgano de su canciller expresara “preocupación” y se “lamentara” por el conflicto del país vasco, donde se han violado derechos humanos fundamentales, como la libertad de expresión. ¿Qué pasaría si Venezuela acogiera al sub-comandante Marcos, le prestara apoyo y solidaridad? ¿Qué dirían los españoles si nos preocupáramos por las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que se cometen a diario contra inmigrantes sub-saharianos y latinoamericanos en general? Ni que hablar de los enclaves coloniales que España todavía mantiene en territorio marroquí en Ceuta y Melilla, donde han construido muros para separar, dividir, agredir y explotar a los pobladores árabes de esos territorios.
Quien menos autoridad moral tiene para hablar de democracia es el gobierno español y su derecha. Durante siglos se alimentaron y se enriquecieron a costa del trabajo de nuestros pueblos. Con el oro de América se tapizaron las catedrales españolas y con nuestro petróleo, el otro Imperio, hizo lo propio con su economía.
Mientras en otros países hermanos la izquierda se fragmenta, y se forman nuevos grupos y partidos, en Venezuela se acaban de inscribir como aspirantes a militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) mas de 5 millones de personas, equivalentes a un tercio (1/3) del padrón electoral, aproximadamente. Mientras en Venezuela las fuerzas revolucionarias se solidifican en torno del liderazgo de Hugo Chávez, existe una izquierda que no quiere mirar hacia ninguna parte, menos hacia el sur, como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México.
Mientras cierta “izquierda” latinoamericana se somete al chantaje de la derecha fascista para “gobernar”, en Venezuela estamos dando una batalla contra esa derecha, que es la misma en todo el continente y contra el Imperio que la aúpa, con un impresionante desbalance de fuerzas en contra nuestra. Mientras en Venezuela levantamos las banderas de la solidaridad y el compromiso con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Haití, Bolivia y demás pueblos de habla inglesa del Caribe, cierta “izquierda” se arrima al Imperio y a la derecha para comer de las migajas que caen de su mesa. Mientras que en Venezuela hacemos nuestras las luchas de los movimientos sociales y de “los condenados de la tierra”, a decir de Frantz Fanon, cierta “izquierda” hace mutis y los ve con recelo. Como dice el refrán: “como gallina que mira sal”. Mientras en Venezuela la Constitución garantiza plenamente los derechos de los pueblos aborígenes a su territorio ancestral, a su espacio vital, a sus costumbres y a sus lenguas, cierta “izquierda” mira a un costado y no se dan por enterados de su existencia ni se comprometen con sus reivindicaciones.
Esa lucha nuestra, debería ser asumida en todo el continente. No es Chávez: es una realidad que si no es advertida terminará por arrasarnos a todos. Mientras cierta “izquierda” duerme, la ambición de la derecha servil al Imperio no descansa.
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