Imagina una máquina de vapor así: una espiga tiene en la punta dos ramas, cada una rematada con una bolita. Mientras más calor genera la caldera, más rápido giran las bolitas. Si estas al levantarse por la fuerza centrífuga reducen el calor, la máquina se controla y no hay problemas porque tarde o temprano alcanza un equilibrio. Se llama servocontrol. Como el flotador de los tanques de agua. Se llama también retroalimentación negativa.
Pero imagina ahora que si en lugar de reducir el calor, lo aumenta cuando sube el giro. Es decir, mientras más calor, más calor. Pues la máquina descontrolada estalla. Toda fuerza tiene que ser controlada porque si no estalla. Se llama retroalimentación positiva.
Fue lo que pasó con el sistema financiero descontrolado promovido por Bush y por la oposición venezolana.
Los religiosos suelen decir, o debieran decir, que la soberbia es el más capital de los pecados porque conduce a todos los demás. Es soberbia la que distingue a los grandes financistas que están desbarrancándose ahora. Como Lehman Brothers, que estuvo durante diez años dándonos lecciones de economía, vaticinando precisamente lo que les está pasando a ellos. Sus pronósticos resultaron ciertos, pero sobre ellos, no sobre Venezuela. Tal vez no supieron explicarse. O nosotros fuimos tan brutos que no entendimos a sabios tan esclarecidos.
Lo mismo pasa con bates quebrados como Teodoro, bajo cuya gestión se perdió Viasa, la inflación estaba en 103% y el petróleo a $ 7. Pero Teo da lecciones de economía al gobierno, no solo en su cátedra universitaria, sino en su pasquín clandestino que se me olvidó que lo olvidé. Mientras más fracasa más soberbio se pone. Así pasa con los demás golpistas, mientras más torpezas cometen, más arrogantes se vuelven. Mientras más bobolongos, más insolentes. Ser altivo es ya un mal en sí mismo, pero si encima es idiota, bueno... No sé cómo llamarlo.
Retroalimentación positiva será.
rhernand@reacciun.ve