En Honduras se está definiendo no solo el futuro de América Latina, sino de la humanidad. El enfrentamiento entre la globalización neoliberal y la cooperación solidaria impulsada por el Alba y Petrocaribe, expresa el conflicto entre el capitalismo depredador de la naturaleza y de los seres humanos y la posibilidad de un avance progresivo de la acción de los pueblos para construir un mundo mejor.
Si los golpistas triunfan, se consolida una política fundada en la fuerza militar, el control mediático de la información, el uso tramposo de las instituciones y la manipulación electoral, como marco para la restauración conservadora. No les interesa la democracia, mucho menos su transformación en democracia participativa.
La base militar de Palmerola en Honduras, enclave del Comando Sur de EEUU, es la base del golpe. Simultáneamente, en Colombia se están instalando cinco nuevas bases militares de EEUU, estratégicamente orientadas hacia el Caribe, Venezuela y el Pacífico. El triunfo en Honduras sería una amenaza inmediata para Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Hay que detenerlos.
En Brasil, Argentina y Uruguay, las maniobras electorales pueden conducir al triunfo de la derecha.
La derecha estadounidense ha tomado a América Latina como campo para debilitar y cercar a Obama y consolidar y consolidarse en el mundo, pues América Latina se ha transformado en líder de los procesos de cambios mundiales.
Si los gobiernos progresistas eficientemente contribuyen a la solución de los problemas populares y los movimientos sociales se fortalecen construyendo y fortaleciendo procesos de autogobierno, no habrá poder mediático capaz de distorsionar la conciencia popular. Es vital la convicción de que son los pueblos quienes hacen la historia.
Ni los medios de comunicación, ni los ejércitos, ni líderes que puedan separarse de masas populares conscientes, en lucha por la liberación de la naturaleza y de los seres humanos.
Cada día que pasa favorece a los golpistas de Honduras. Tienen como objetivo adelantar o llegar hasta las elecciones de noviembre para generar un proceso mediatizado cuyos resultados son previsibles.
Un tiempo de pueblo está en marcha. Los líderes de hoy son responsables fundamentales de que ese tiempo se consolide en el espacio materializando la esperanza.
Jjulio.escalona@gmail.com