Comienzan a pasar para nosotros los nubarrones plomizos que igual que los rebullones en la novela Doña Bárbara, presagiaban malas nuevas para nuestra Patria. Sopla viento, una, dos y tres veces, sopla para que se vayan lejos todas esas amenazas que nuestros pueblos no causaron. Pasan, pasan y si apenas nos rozaron casi ni los sentimos, gracias a las acertadas decisiones de ponernos un paso, dos pasos delante de este gran caos que aún azota a gran parte del mundo capitalista.
Para felicidad de nuestro pueblo y para desgracia de los muchos apátridas que esperaban llegar el momento para ver sucumbir a nuestra Revolución, y con ella a nuestra Patria, vamos con paso firme y decidido venciendo esta marejada que nos amenazaba. Es ésta la razón por la que he decidido, más que una simple y rutinaria reestructuración, dar una real y verdadera sacudida al edificio burocrático del Consejo de Ministros, y hacer nuestro, apoderarnos del espíritu bolivariano y socialista. Se trata de convertirlo en un organismo con la mayor eficacia política y la más alta calidad revolucionaria.
“El problema de la Independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”, decía Martí en su magnífica obra, Nuestra América (1881). Es, aquí y ahora, el mismo problema del socialismo como camino hacia nuestra definitiva Independencia. La dinámica institucional tiene que encarnar plenamente el cambio de espíritu que el pueblo ha hecho suyo. Una y otra vez quiero enfatizarlo para que todos lo tengamos presente como la clave prodigiosa de nuestra revolución: el pueblo no es el músculo de una inteligencia que es ajena a él; el pueblo es músculo e inteligencia de la emancipación; es él quien le está dando cuerpo al socialismo. En esta sagrada misión su perpetuidad es indiscutible.
Recordemos al Simón Rodríguez de Sociedades Americanas de 1828: “El GOBIERNO es una función compuesta de TODAS las Funciones Sociales. La más complicada, la más delicada, la más laboriosa de que pueda encargarse un hombre. No puede desempeñarla SOLO, ni aquellos, a quienes confía una parte de sus cuidados, hallan en los negocios uno, que exija completamente su atención”.
De modo que no es una pura y simple inercia lo que nos proponemos ahora reimpulsar, reestructurar y revitalizar. Se trata de fortalecer todo el andamiaje gubernamental para seguir enfrentando victoriosamente con toda nuestra artillería —del pensamiento, de las finanzas, de la economía, de lo social…— los nuevos retos que se nos avecinan rumbo al cuarto semestre del 2009 y con miras al año 2010, para adentrarnos con paso firme y decidido a la era bicentenaria de nuestra Independencia, que como nunca comienza a ser una realidad en todos los sentidos. “La suprema autoridad —pensaba Bolívar—debe ser perpetua; porque en los sistemas sin jerarquías se necesita, más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y los ciudadanos, los hombres y las cosas”.
Y así como buscamos vías efectivas para la organización y la mejora de la gestión interna, puertas afuera buscamos cumplir, con similar intensidad, el mismo esfuerzo por contribuir en el enlazamiento del orden mundial multinuclear: se trata de acelerar los pasos, con la mayor firmeza posible, hacia la constitución de un mundo multipolar vinculado desde la horizontalidad de la soberanía de los pueblos; desde el respeto y la corresponsabilidad mutuas en la protección y en la producción pacífica. Un mundo despojado de todo lastre belicista: un mundo de dignidad.
La firmeza en las relaciones con el mundo africano, uno de los elementos constituyentes de nuestra esencia mestiza, nuestroamericana, caribeña; uno de nuestros pilares culturales. Más, mucho más tenemos por hacer viendo hacia nuestro continente hermano, la Madre África, que dirigiendo nuestra mirada hacia el universo occidental y capitalista.
Bueno es recordar las palabras del popularmente conocido como “el Che Guevara Negro”, el gran líder de la revolución de Burkina Faso, Thomas Sankara. Sankara da en el centro de la diana de nuestro propósito dentro de este mundo que está en transición hacia la multipolaridad: “Preferimos buscar formas de organización mejor adaptadas a nuestra civilización, rechazando de manera abrupta y definitiva toda suerte de imposiciones externas, para crear condiciones dignas, a la altura de nuestras ambiciones. Acabar con la supervivencia, aflojar las presiones, liberar nuestros campos de un inmovilismo medieval, democratizar nuestra sociedad, despertar los espíritus sobre un universo de responsabilidad colectiva, para atreverse a inventar el futuro. Reconstruir la administración cambiando la imagen del funcionario, sumergir nuestro ejército en el pueblo y recordarle sin cesar que sin formación patriótica, un militar es sólo un criminal en potencia. Ése es nuestro programa político”. Así se manifestaba este mártir de la Revolución africana y mundial en su memorable intervención ante la ONU el 4 de octubre de 1984.
Y ante esta perspectiva, nuestro Padre Libertador nos da una clave integradora: un elemento que hace comunidad cultural y por lo tanto con mayor potencial económico, político y social. Lo vemos claramente en este breve pasaje del Discurso de Angostura (1819): “La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla…”. Bolívar nos conmina a recordar qué nos constituye, qué nos ha hecho hijos de Nuestra América: nos conmina a nunca olvidar que siendo en parte africanos, mestizos que somos, existe una alianza natural que debe robustecerse con decisión en el plano de la práctica. Nuestros problemas son comunes, las causas y sus raíces hacen comunión. Juntos liberamos este continente una vez, lo volveremos a hacer, ya lo estamos haciendo, y en el proceso los pueblos de la vasta África liberarán de nuevo, junto a nosotros, su tierra y su historia. Porque si existe una manifestación que anticipe y anuncie la multipolaridad, no es otra que rescatar y salvaguardar nuestra identidad, nuestra historia, nuestro mundo: el mundo de los pobres. Éste es propósito central de la próxima cumbre África-América.
¡¡Patria, Socialismo o Muerte!!
¡¡Venceremos!!