Armamentismo

Pensaba que para hablar o escribir de armamentismo habría que partir de su definición, pero no la encontré en el Diccionario de la guerra moderna, de Edward Luttwak, ni en la Enciclopedia mundial de las relaciones internacionales y Naciones Unidas, de E. J. Osmañczyk, lo cual me hace suponer que ese concepto lo maneja cada quien según intereses políticos. ¿Quién tenía razón entre EEUU y URSS en sus mutuas acusaciones? Como el tema ha estado en boga en estos días, actualizado en la ONU, fue fácil comprobar que es así. Vean si no.

La secretaria de Estado Hillary Clinton habló de armamentismo en América Latina, con especial énfasis en Venezuela. Obvió que un informe del Congreso de EEUU revela que ese país estuvo involucrado en 68,4% del mercado de armas en 2008; sus ventas de armas pasaron de 25.400 millones de dólares en 2007 a $37.800 millones el año pasado, pese a que por la crisis mundial hubo una caída de 7,6%. En 2005 tenían 737 bases militares; hoy, casi mil en 70 países. A lo cual habría que añadir que en 2007 su presupuesto de guerra fue de 650 millardos de dólares, superior a la suma de los de 10 países siguientes en gastos militares.

Pero eso no es lo más grave y contradictorio con lo que dijo la Clinton. El Pentágono no ha podido explicar cómo fue que después de 56 años inoperativa -pues no tenía razón mantener una flota en acción después de cesadas las causas que la activaron en la II Guerra Mundial, aquí en el Caribe, para combatir los submarinos alemanesen julio de 2008 resolvieran reactivarla. ¿Por qué? ¿Para qué? Tampoco han podido responderles a los presidentes suramericanos de qué se trata (como lo reiteró Alan García) el convenio con Colombia para utilizar las siete bases militares en ese país. Nadie les cree el cuento de que las utilizarán para enfrentar el narcotráfico y el terrorismo, además de tener el Plan Colombia.

Brasil acaba de suscribir un acuerdo con Francia para adquirir 9 millardos de dólares en armamentos, de un total de 12.317, que incluye apoyo en el desarrollo de la energía nuclear y en cooperación tecnológica. ¿Eso es armamentismo? Pueden llamarlo como quieran, aunque la Clinton no hizo referencia alguna, pero el presidente Lula lo explicó bien.

Esa alianza les garantiza a los brasileños la soberanía y la seguridad de la riqueza petrolera, recién descubierta y estimada en 50 mil millones de barriles de crudo. Por supuesto, nadie en Brasil piensa que esas riquezas estén amenazadas por Argentina y mucho menos por Venezuela. Brasilia no ha dejado de expresar su preocupación desde que hace más de un año se anunció la reactivación de la IV Flota. Y pese a sus solicitudes y a las del presidente Chávez, no hemos escuchado explicaciones satisfactorias del Departamento de Estado ni del Pentágono, que no siempre son lo mismo.

En esa misma línea de "preocupación" se mostró el presidente Uribe en la ONU. No puede dormir, le hace mucha bulla el ritmo de "la carrera armamentista", que algunos sustentan en la necesidad de modernizar sus equipos militares, mientras otros confiesan su "ánimo de guerra", en alusiones a Venezuela y Ecuador. Colombia puede renovar su flota aérea en Israel y recibir la tercera ayuda militar más cuantiosa de EEUU en el mundo; puede, igualmente, ceder siete bases a fuerzas militares de EEUU, y nada de eso se llama armamentismo. De cuantas declaraciones escuchadas o leídas sobre este asunto, ninguna tan cínica.

Naturalmente, esas declaraciones tienen eco en la oposición venezolana. Críticas por lo que consideran son excesivos gastos en defensa. Natural y lógico que lo hagan. Lo que nunca debieron hacer fue callar cuando EEUU restringió la venta de equipos bélicos a Venezuela para reemplazar los obsoletos, cuando dejó de suministrar los repuestos a los F16 a lo cual estaba obligado por contrato, ni cuando prohibió a Brasil y a España que nos vendieran aviones de transporte y de entrenamiento, ni lanchas patrulleras, con tecnología de EEUU.

Tampoco dijeron nada cuando el Pentágono anunció que reactivaba la IV Flota, aquí mismito; no les bastaba tener bases aéreas en Curazao y de vigilancia en Aruba. Eran tiempos en que se certificaban las cuantiosos yacimientos de petróleo en la Faja del Orinoco y se descubrían los de Brasil.

Igualmente guardó silencio con el anuncio de la cesión de Colombia de siete bases militares a EEUU. Esta oposición no coincidió ni con los más moderados en Unasur.

En conclusión, el concepto de armamentismo se utiliza con obvios fines políticos, casi todos dirigidos contra Venezuela.



edrangel@cadena-capriles.com


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Eleazar Díaz Rangel

Periodista egresado de la UCV. Ganador del Premio Nacional de Periodismo y menciones en diversas especialidades. Es Director del diario Últimas Noticias desde el año 2001. Profesor titular jubilado de la universidad central de Venezuela, cuya escuela de comunicación social dirigió (1983-86). Presidente de VTV 1994-1996. Presidente de la asociación venezolana de periodistas.

 edrangel@grupo-un.com

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