Pensar que nuestra amiga Piedad Córdoba pudiera ganar el Premio Nobel de la Paz es como pensar que Washington no estuviera detrás del golpe de estado en Honduras. ¿Buena fe? ¿Esperanza? Piedad merece ese premio, y mucho más, por su compromiso, sacrificio y dedicación al proceso de paz en Colombia, pero recibir un reconocimiento del establishment global sería romper con las barreras imperiales que nos intentan contener dentro de una falsa realidad, en donde él hombre que da la orden para aumentar el bombardeo en Afganistán – no importa cuántos niños y niñas se mata arbitrariamente - él que instala 7 bases militares en Colombia y 2 en Panamá para combatir el “terrorismo” en la región, apoya un golpe brutal en Honduras y un régimen dictatorial, amenaza con atacar a Pakistán e Irán, y hasta bombardea a la luna en búsqueda de agua, es el hombre de la paz, el premiado, el noble.
Esa “esperanza” nos ha hecho perder meses esperando que la diplomacia de la OEA resuelva la crisis hondureña.
¿Porqué perdernos el tiempo con esas reuniones diplomáticas si apenas hace días, hubo un encuentro secreto en la base militar del Pentágono en Honduras (Soto Cano) entre el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, el embajador de EEUU en Honduras, Hugo Llorens, y el dictador Micheletti?
Es una burla a los demás países de la región que han estado con sudor y corazón buscando resolver la situación en Honduras.
¿Dónde está el reclamo? ¿Acaso que aceptan que hubo esa reunión entre Insulza, el Departamento de Estado, el Pentágono y Micheletti? ¡Países del ALBA, levanten la voz! Ya no debemos dejarnos permitir que Washington arregle todo para el pueblo latinoamericano tras puertas cerradas.
La “solución” que busca imponer Washington es legitimar las elecciones presidenciales el 29 de noviembre. Un nuevo presidente, amnistía para todos los golpistas y ya, olvidada la constituyente, olvidada la represión contra el pueblo de Honduras, olvidados los asesinados, los torturados, los perseguidos y los violados.
La justicia según Washington jamás es la justicia del pueblo.
Y la paz no existe en un mundo con imperio.
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