Thomas Shannon, el súper agente sputnik-man del Departamento de Estado ha sido el virtuoso diplomático que como Secretario de Asuntos no resueltos dentro del Hemisferio Occidental con su verbo, made in USA, le puso límite al juego que tenían trancado por cuatro meses, el golpista Micheletti y el presidente Zelaya y, como un ciclón centroamericano sin ira, llegó a Honduras con su delegación y con pasos firmes de imperial interventor, acabó con el relajo que se tenían entre manos algunos hondureños de centro derecha que resguardados por militares de vieja escuela y, avalados por la ineficiencia y ineficaz actuación de la inoperante OEA y su excelentísimo secretario Insulza con afán a la reelección, por lo que bastó y sobró la participación del Imperio del Norte para poner las cosas en el lugar que ellos querían estuviese para que todo siga como el que no ha quebrado un platico de loza y, lo demás es un triste cuentico para niños con música de fondo de la canción, lo que pasó, pasó, además, con borrón y cuenta nueva de propina.
-Y la espléndida OEA, how are you: very well, oh thank you-, dándose golpes de pecho como feligreses de una iglesia católica y bla bla, con felicitaciones y abrazos de por medio, no sé debido a qué o a quién, porque se cobraron y se dieron el vuelto de malas intenciones, en un episodio ridículo de voces encendidas de la encantadora burocracia de los ilustrísimos representantes de los pueblos de América –a excepción de nuestro embajador- que se tornó serio y, no quiso, ni se prestó a la farsa de bailar la música de una orquesta lastimosamente desafinada sin el director en su puesto de acción con alto bajo, una vez dada la orden desde Washington con precisión a Goriletti o, corres o, te encaramas nuevamente en el congreso o coges tus corotos y, te vas para otra parte, porque Zelaya vuelve al “poder” a aparentar y no a gobernar que, de eso se encargará un gobierno de unidad nacional como lo decida el congreso de tu país, hasta que se realicen las elecciones en el mes de noviembre, para que serviles y lame cueros de y, del Imperio, tengan de que hablar por un buen rato, hasta que verdaderamente la revolución que quiere el pueblo hondureño, que no ha cesado ni cesará por el retorno de su democracia, aunque Zelaya se vaya al mismo infierno con las dádivas de Obama y la Clinton.
El presidente Arias está explayado con sus juanetes inflamados de tanto bailar en el tusero de las componendas con su séquito de inmorales que se prestaron para el ardid y la cayapa contra el pueblo de Honduras y sin vergüenza ninguna cobrará sus recompensas y, para el futuro inmediato buen candidato para ser secretario general pro yanqui en la OEA con la consigna como decimos por acá: “a cobrar que llegó diciembre”.
Lo cierto es que la rumba se prendió y como siempre, quien puso la fiesta, se comió la torta compartida por pedacitos, ya sobre eso habrá mucha agua para navegar a viento tendido.
Quien está consciente y conforme, pero no aturdido con las triquiñuelas de todo ese enredo que preparó la Casa Blanca, es nuestro burgomaestre principal Antonio Ledezma, que se siente despreciado dentro del triángulo sin definir, cuyos vértices son el Departamento de Estado, san José y, OEA y, que dado todo su dilatado eufemismo que, arrinconado por años, es actualmente el soporte de la oposición venezolana como próximo candidato y, por lo tanto no ha sido tomado en cuenta como invitado a Honduras a participar como veedor dentro del embrollo de las elecciones a realizarse en ese país con la tutela del presidente ofendido, ni por el déspota de turno allá mismo.
Mientras, Zelaya espera impaciente y, a él en la bajadita, no sabemos para qué, ¿Sí lo sabe alguien: aflójelo?
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