Iraq, Afganistán, Fort Hood, bases colombianas: "guerra imperial y crisis social"

Edward H. Carr, en su texto: “Qué es la Historia” nos sugiere reflexionar sobre el “hecho histórico”; es decir, cómo y porqué se llega a aceptar un acontecimiento social como un “hecho histórico” y cuáles implicaciones tendría ese hecho histórico en un contexto más general de la Historia de la Humanidad tanto en un escenario nacional como en la realidad internacional. Por ejemplo ¿cuál “hecho histórico” sería más importante: la actitud de Chamberlain frente a Hitler, sí así la consideramos, y/o la invasión de la Alemania nazi a Polonia? ¿cuál sería más importante como “hecho histórico”: la violación del suelo patrio del Ecuador por fuerzas conjuntas de Colombia y de los EEUU de América y/o la decisión hecha pública de la instalación de tropas, militares y civiles, norteamericanas en territorio de Colombia convirtiendo al hermano país colombiano en una “semicolonia” norteamericana? Por cierto, en Israel aunque hay intensa colaboración militar bilateral entre el Gobierno eskenazi israelita y el Pentágono norteamericano, parece que no hay bases norteamericanas en suelo patrio judío.

La “masacre de Fort Hood”, acto de todo repudiable no porque haya participado un norteamericano de religión islámica, consideramos, se ha convertido en un “hecho histórico”; quizás sería prudente calificarlo como “el hecho histórico” con profunda incidencia en las realidades sociales internas de la sociedad norteamericana porque va directo al propio corazón de la ideología en la que se sustenta toda la razón de ser del Estado norteamericano cual es la de decir que es el país abierto a todas las migraciones, todos los pensamientos, todas las religiones, todas las voluntades para el disfrute del “american way of life”. Nada se le podría negar, nada se le podría añadir ni excluir. Miles de millones de “seres humanos” migraron hacia el “paraíso terrenal” donde los “excluidos europeos”, italianos, suecos, vascos, judíos, por mencionar, pudieron conocer el “ser social” que les había sido negado y/o arrebatado por aquellas realidades que, permanentemente, se desarrollaban en las Europas del siglo XIX y siglo XX pre-guerra mundiales. Claro, no todo fue “color de rosa” cuando llegaron al “paraíso gringo” como nos enseña la Historia pero nada se le puede negar que enorme cantidades sociales se vieron beneficiadas por el “ideal americano”(sic): pastores vascos; italianos adscritos o no a mafias, suecos hambrientos y desesperados, judíos perseguidos por mil y una causa. Los EEUU de América los cobijaban. Pero el sistema capitalista es un “cuerpo vivo” que se genera, degenera y reconstituye regenerándose, es decir, evoluciona a pesar de quien lo creo y lo disfruta: el ser social.

Es evidente que con el “hecho histórico” del “Plan Marshall”, el sistema capitalista mundial dejó atrás las expansiones militares-religiosas y comerciales del siglo XIX avanzadas por los imperios europeos, los rusos, los japoneses y los “primeros pinitos” del expansionismo yanqui. Cabe la pregunta ¿Por qué no se aplicó un plan Marshall en Asia tal como lo propuso Chiang Kaishek? Así mismo cabe la interrogante ¿Por qué los EEUU de América impusieron un gobierno socialista en Japón al término de la rendición japonesa para, prácticamente, días posteriores, “tumbarlo” y colocar a los industriales militaristas como conductores de un nuevo gobierno que extendió su presencia hasta fechas recientes? ¿Aquellas acciones estaban en coordinación con la Guerra de Corea y la instalación de la base militar gringa en Okinawa? En última instancia ¿es esa la forma como el Imperio norteamericano juega sus piezas de ajedrez?

Pero regresemos a las realidades sociales “en pleno desarrollo” en la sociedad norteamericana. El Plan Marshall revolucionó tanto la economía capitalista como la geopolítica en ambos lados del Atlántico. El Poder (Müller Rojas dixit) con la ejecución del Plan Marshall buscaba dos objetivos fundamentales en el marco de su diseño de su política imperialista: controlar el aparato productivo de la Europa llamada “occidental” con el apoyo tácito de Gran Bretaña y contraponer el modelo económico capitalista con el desarrollo económico y social del “socialismo real” impulsado desde Moscú. En ese tablero internacional, el poder norteamericano lograba imponerse como la “potencia mundial” capitalista manteniendo su “patio trasero” bajo “perfecto control”.

Obvio que el sistema capitalista ha evolucionado en sus últimos casi 60 años como obvio es el impacto de diferentes “hechos históricos” que se han sucedido en ese lapso de tiempo histórico entre los cuales, evidentemente, debemos señalar la importancia, significación y el impacto de la “Caída del Muro de Berlín” (el “muro malo” porque el “muro bueno” es el que se ha levantado entre la sociedad mexicana y la sociedad norteamericana en la frontera entre ambos países: México y los EEUU de América) En esa evolución del sistema capitalista en sus fase imperialista y globalizadora nos hemos enfrentado a realidades que han y están cambiando la geopolítica internacional con importante impacto en el desarrollo “natural”(sic) del sistema capitalista; esos hechos históricos han tenido y aun tienen su visión desde Washington en sus sustentos ideológicos en dos textos: “Choque de Civilizaciones” y “Fin de la Historia”.

Es evidente el “conjunto” que se ha conformado y ha girado alrededor de Saddam Hussein/Iraq; el “conjunto” que conforma Afganistán tanto cuando la invasión soviética a aquel país cuando la CIA se involucró preparando a Osama Bin Laden como las realidades actuales y en curso; el “conjunto” de Irán con la permanente tesis de “ahí viene el lobo”; y el “conjunto” que se conforma en y alrededor de la Revolución Bolivariana; junto a estos conjuntos de importancia geopolítica de “atmosfera relativa”, el Imperio y sus acólitos comenzaron a disfrutar “la competencia capitalista” de países como China, la India, Rusia y Brasil; éstas realidades globales en desarrollo han impactado a lo interno del equilibrio lógico y necesario que requiere el sistema capitalista para su “evolución natural”(sic). Dicho en otras palabras, se han venido desarrollando, al margen de la “naturalidad capitalista”, realidades que más que entrar, además, en las lógicas contradicciones con el propio sistema capitalista, están “montando tienda aparte” de carácter nacionalista, socialista y, porque no decirlo, cercanos a aquel modelo socialdemócrata sueco de Olaf Palme.

En ese marco, el intelectual Huntington al proponer su ideario sobre lo que se ha traducido como “choque de civilizaciones” (el vocablo en inglés “clash” debería ser traducido, según el texto hungtintoniano, como “conflicto” quedando el título en castellano: “Conflicto entre las Civilizaciones”), en última instancia, nos avizoraba el desarrollo de un conflicto entre “civilizaciones/etnias/religiones/ideologías”. La pregunta obligada sería ¿Por qué Huntington pronosticaba conflictos entre sociedades diferenciadas por sus “costumbres” si la dualidad “globalización/consumo” que promovía el sistema capitalista buscada ¿inevitablemente? una sola cultura, una sola ideología, una sola forma de sociedad?

Samuel Huntington, en su disertación escrita, describía un escenario internacional sin preocuparse por aquellas realidades socio-históricas que hemos mencionado más arriba, es decir, en el propio seno de la sociedad del “american way of life” estaba presente el germen del conflicto entre conjuntos sociales de diferentes culturas, religiones, historias, ideologías y mentalidades. Esa realidad objetiva se ha visto en escena con el “hecho histórico” ocurrido en Fort Hood; pero ¿Qué ha provocado que un miembro/oficial del Ejército norteamericano de origen y religión árabe/islámica tomara una decisión pensada en provocar “el caos” en el seno de la propia representación del Poder Americano como es la mayor base militar en suelo patrio norteamericano? Tal hecho nos impactó y trajo al consciente aquellas realidades que vivieron los parisinos durante la guerra de liberación de Argelia; el asalto vietnamita a la Embajada norteamericana en Saigón; las constantes protestas de la sociedad japonesa de Okinawa por los malestares que ocasiona la presencia militar de las Fuerzas Armadas norteamericanas en ese espacio geográfico concreto del territorio japonés, las denuncias de madres colombianas; ante todo estos sucesos ¿Qué opina Huntington?



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Miguel Ángel del Pozo


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