Los aviones C-17 de Ernesto Samper

Cuando el conocido político Ernesto Samper, se refirió al acuerdo del presidente Uribe con los estadounidenses en torno al establecimiento de las bases militares en esa nación, su queja destacó que “Lo único más grave que los acuerdos, ha sido la forma como se ha manejado la información sobre ellos, de manera casi clandestina, a escondidas de la opinión pública y sin la participación de los Congresos de los dos países. El de Colombia, inclusive, desconoció la recomendación que le hizo el Consejo de Estado –organismo asesor, según la Constitución, del Poder Ejecutivo-, que le aconsejó, dada la trascendencia del tema, llevarlo a la discusión del Congreso de Colombia y someterlo después al análisis de la Corte Constitucional”.

Pero no se quedó exclusivamente en ese punto. En su artículo de opinión escrito para EL PAIS.COM, ponía en evidencia lo que han querido disfrazar con la presencia de tales bases, al decir que “Aunque los cancilleres de los países firmantes del acuerdo han insistido en que las bases solamente reforzarán la lucha de Colombia contra el narcotráfico y el terrorismo, está claro que por el tipo de equipos que vendrán a ellas como aviones C-17, que cargan hasta 70 toneladas de material bélico, aviones Orión dedicados al espionaje electrónico, los poderosos aviones Awad, verdaderas plataformas volantes de inteligencia y los Boeing 707, los nuevos equipos no serán para transporte masivo de narcotraficantes, fumigación aérea de cultivos ilícitos o localización de terroristas en las selvas amazónicas”.

Luego de ese comentario de Samper, se me ocurre que todos los narcotraficantes juntos de Colombia no llegan a pesar las 70 toneladas que pueden cargar los aviones estadounidenses C-17.

Ciertamente, pese a lo que haga la prensa en la vecina Colombia, que oculta la verdad y suelta mentiras de laboratorio, igual que la sociedad interamericana de dueños de periódicos, los medios oposicionistas venezolanos y los de la también derecha española así como los cubanos miameros y el Micheletti y sus secuaces, nunca podrán engañar a la gente y vender un objetivo moral para esas bases.

Y así, Samper sigue:

“La mayoría de los medios colombianos, por su parte, han mantenido el asunto, de manera inexplicable, dentro de una especie de campaña neumática, haciéndole indirectamente el juego al gobierno del presidente Uribe, quien ordenó firmar el peligroso instrumento la madrugada del pasado 30 de octubre con la lánguida presencia del embajador de Estados Unidos como representante de su contraparte y los ministros colombianos responsables del tema”.

Samper termina su artículo escribiendo de la complicación “del efecto de internacionalización del conflicto interno colombiano que ha conseguido el presidente Uribe con esta decisión que no solamente compromete el futuro de la política exterior de Colombia, sino que ya tiene enredadas nuestras relaciones con Venezuela, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Bolivia”. Como se aprecia y pese a las grandes campañas, no todos los colombianos se tragan el cuento de las bases estadounidenses en sus tierras. 

 

 
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Pedro Estacio


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