En la lucha por las reivindicaciones transicionales, la clase trabajadoranecesita más que nunca organizaciones de masas, fundamentalmente sindicatos.
Los revolucionarios están en primera fila en la lucha por los más modestos intereses materiales o derechos democráticos de la clase trabajadora, luchan implacablemente contra todo intento de someter los sindicatos al Estado burgués y de amarrar ala clase trabajadora a cualquier tipo de intervención.
Los sindicatos, por sus objetivos y el carácter de su composición casinunca tienen un programa revolucionario acabado para transitar al socialismo,es por este motivo que deben trabajar junto al partido revolucionario, el cualestá integrado por los trabajadores y trabajadoras más conscientes.
Los sindicatos, en promedio, no abarcan más del veinte al veinticinco porciento de la clase trabajadora, y generalmente están compuestos por las capasmás calificadas y mejor pagadas. Sin embargo, la mayoría más oprimida de laclase trabajadora no es arrastrada a la lucha sino en los periodos de auge excepcionaldel movimiento de los trabajadores. Los sindicatos revolucionarios están en eldeber de ampliar su composición e incluir en sus filas a estas capasproletarias más oprimidas y depauperadas, que se alzan en los momentos en loscuales hay una situación revolucionaria. En esos momentos nacen espontáneamenteorganizaciones adicionales, que abarcan toda la masa en lucha: loscomités de huelga, los comités de fábrica y finalmente los consejos detrabajadores.
Los sindicatos reformistas, al ser organizaciones de las capas superioresde la clase trabajadora, desarrollan poderosas tendencias a la conciliación conel régimen burgués, sus líderes reformistas actúan en las luchas pero alservicio del régimen burgués, con la finalidad de domesticar el movimiento delos trabajadores. El sindicato revolucionario por el contrario se funde con suscapas más conscientes para dar una orientación revolucionaria a la lucha máshumilde de la clase trabajadora, en sus manos el sindicato es una escuela paraformar a los líderes revolucionarios que tendrán una visión esclarecida acercade la meta estratégica, la cual no es más que la abolición de la explotacióndel hombre por el hombre. Los sindicatos no son un fin en sí mismos, son sólomedios a emplear en la marcha hacia la revolución socialista.
El movimiento obrero de una época transicional no tiene un carácter regulary parejo; es apasionado, explosivo. Las huelgas con ocupación de fábrica, unade las manifestaciones de ese carácter, rebasan los límites de la vida capitalista“normal". Independientemente de las reivindicaciones de los huelguistas,la ocupación temporal de las empresas asesta un duro golpe al ícono de lapropiedad privada capitalista. Toda huelga con ocupación plantea el problema desaber quién es el dueño de la fábrica: si el capitalista o los trabajadores.
Los trabajadores muchas veces no asisten a las reuniones sindicales porquesienten instintivamente la insuficiencia, la inconsistencia y, la debilidad del programa sindical de los dirigentes reformistas.Los sindicatos revolucionarios deben plantear correctamente el problema deldesempleo y los bajos salario; las consignas de lucha deben ser que todos debentener trabajo, que la clase trabajadora no puede permitir una reduccióncontinua de su nivel de vida. Si el sindicato revolucionario no cumple estatarea será barrido por el desarrollo histórico.
El sindicato tiene dos posibilidades: maniobrar, retroceder, y capitular paraque no se enojen los patrones capitalistas; o la otra es comprender el carácterirreconciliable de la actual crisis social y encabezar la ofensiva de las masashacia el socialismo, con la finalidad de crear un sistema económico más justo,donde las fuerzas productivas estén al servicio de todo el pueblo explotado.Hay que transferir la economía a manos nuevas y honestas, a manos de lospropios trabajadores y demás oprimidos. Para lograr ese objetivo el sindicatodebe unirse al partido revolucionario, como única organización realmenteindependiente de la burguesía que puede unir a los campesinos pobres, a lospequeños artesanos y comerciantes, a los vendedores informales. Pero para lograresto tendría que emprender una lucha implacable contra la banca, las grandesempresas, los monopolios, los partidos de la IV Republica y similares.
En la era del imperialismo los sindicatos no pueden ser simplemente losórganos democráticos que eran en la época del capitalismo libre y ya no puedenser políticamente neutrales, o sea limitarse a servir a las necesidadescotidianas de la clase trabajadora. Ya no pueden ignorar la influencia decisivadel Estado burgués en la vida del pueblo y de las clases. Ya no pueden serreformistas, porque las condiciones de crisis capitalista no dan cabida a ningunareforma seria y duradera. Los sindicatos de nuestro tiempo pueden servir comoherramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación yadoctrinamiento de los trabajadores y para frenar la revolución, o bienconvertirse, por el contrario, en las herramientas del movimientorevolucionario de la clase trabajadora. La neutralidad de los sindicatos es,total e irreversiblemente, cosa del pasado. Ha desaparecido junto con la libredemocracia burguesa.
¿Significa esto que en la era del imperialismo la existencia de sindicatos independientes es, en general, imposible? Lo que es imposible es la existencia de sindicatos reformistas independientes. Es muy posible la existencia de sindicatos revolucionarios que no sólo no sean agentes de la política imperialista, sino que se planteen como tarea directa el derrocamiento del capitalismo dominante.En la era de la decadencia imperialista los sindicatos solamente pueden seri ndependientes en la medida en que sean conscientes de ser los organismos de larevolución socialista.
(*) Asesor del sindicato unitario de trabajadores de Intevep
Corriente de los trabajadores marxistas de Intevep
¡¡En honor a Rosa Luxemburgo!!